El arte de la persuasión (y el de las apuestas)

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La noche era oscura y silenciosa en la taberna de una isla insignificante del South Blue. La mayoría de los clientes ya se habían retirado, excepto uno: un hombre alto que permanecía en el fondo de la sala, sosteniendo un bastón que era en realidad una espada en una mano y unos dados en la otra. Frente a él, un montón de monedas y billetes de dudosa procedencia se acumulaban en la mesa.

Mientras se preparaba para otra apuesta, una figura encapuchada entró sin hacer ruido y se sentó en la misma mesa que el espadachín. Por supuesto, él notó la presencia al instante.

—¿Qué tal va la noche, Issho? —.Saludó el recién llegado, con una voz calmada que no buscaba llamar la atención.El alto espadachín sonrió, rodando los dados entre sus dedos como si analizara cada palabra del extraño con el mismo cuidado que sus apuestas.

—Oh, muy bien, muy bien. Solo algo... corto de efectivo, pero eso es normal para un pobre ciego como yo, ¿verdad?. Entonces es cierto lo que escuché... . Alguien me dijo que habías acumulado una... pequeña deuda de apuestas en casi todas las islas por las que has pasado—. La figura encapuchada bajó la voz

Issho soltó una carcajada, despreocupado.—Ah, así que los rumores llegan lejos. Digamos que no he tenido la mejor suerte. Pero, ¿quién eres tú, que parece saber tanto de mí?—. El extraño se inclinó un poco hacia adelante, y en la penumbra de la capucha, los ojos de Issho parecieron percibir algo. Fue como un ligero cambio en el ambiente, una vibración en el aire que le hizo entender que no era un visitante ordinario.

—Soy Dragon, el líder del Ejército Revolucionario—. Issho levantó las cejas con una expresión entre sorpresa y curiosidad.—Ah, el famoso Dragon. Cuentan las leyendas que eres el hombre más buscado del mundo. ¿Y qué te trae aquí? ¿Acaso también tienes una deuda de apuestas que quieres saldar?Dragon —. Ssonrió, y aunque apenas se vislumbraba, era evidente que estaba tratando de contener una risa.

—No exactamente, pero podría ayudar a alguien con sus deudas si ese alguien estuviera dispuesto a unirse a mi causa—.

Issho rodó los dados una vez más y los dejó caer sobre la mesa. Un cinco y un tres. Sacudió la cabeza.—Lamentablemente, mi suerte sigue siendo igual de terrible. No parece que el destino esté de mi lado. Aunque, debo reconocer, tienes una propuesta interesante. Pero dime, ¿exactamente qué gano yo con unirme a tu revolución? Y antes de que respondas, recuerda que no tengo el dinero para financiar mi estilo de vida actual, y mucho menos uno de insurgente—.

Dragon le observó con una mezcla de interés y diversión.—Bien, eso es justo lo que venía a ofrecerte—. Dragon se inclinó hacia Issho, susurrando como si tratara de proponerle el mayor secreto—. He oído que tus deudas de apuestas son... abundantes. Digamos que si decides unirte a los Revolucionarios, podría ayudarte a deshacerte de esa "carga financiera"—.

El espadachín lo pensó por un momento, y su expresión cambió a una mezcla de curiosidad y desconfianza.—¿De qué estás hablando? ¿Cómo planeas hacer eso?—.

Dragon sonrió de nuevo, su tono volviéndose más serio.—Los barcos que llevan el oro celestial de ofrenda a los Tenryubitos suelen ser nuestro blanco. Repartimos parte de ese oro entre los pobres y nos quedamos con la parte que son dadas por los ricos, esto para financiar nuestra revolución. Así que, si decides unirte a nosotros, tus deudas se convertirían en un asunto del pasado—.

La sorpresa en el rostro de Issho fue inmediata, aunque trató de ocultarlo con una pequeña risa.—¿Así que estás diciendo que el Ejército Revolucionario también actúa como prestamista? Me parece algo contradictorio—.preguntó, entre divertido y escépticoo.

Dragon no pudo evitar una carcajada contenida, casi como si hubiera ensayado la respuesta. —No somos exactamente un banco, pero tenemos amigos en lugares donde se mueven los fondos suficientes para ayudar a aliados valiosos. Y tú, Issho, eres alguien muy valioso—. Issho rodó los dados una vez más y los dejó caer sobre la mesa. Observó el seis y el cuatro que cayeron con una pequeña sonrisa de satisfacción.—Bueno, bueno, parece que la suerte está de mi lado por una vez  . Pero si aceptara, ¿significaría esto que tendría que dejar mi vida de apuestas atrás?—.

Dragon levantó una ceja, divertidamente.—¿Dejar las apuestas? Jamás te pediría eso. En la revolución, apostamos todos los días. Aunque, eso sí, los riesgos suelen ser algo más... elevados—.Issho soltó una carcajada profunda, dándole una palmada en la espalda a Dragon.

—Bueno, Dragon, debo decir que eres bastante convincente para ser un revolucionario. Así que... ¿qué debo hacer para  comensar a que me saldes estas deudas?—. Dragon fingió pensarlo, aunque ya tenía la respuesta clara.

—Digamos que primero vamos a ayudarte a deshacerte de tus deudas. Te uniste a los Revolucionarios en el momento en que aceptaste que "pagar las cuentas" puede ser una de las mejores apuestas de tu vida. Y tú, Issho, acabas de tirar los dados—.

Issho se echó a reír, mientras sacudía la cabeza.—Vaya suerte la mía—.



No me gustó el resultado, así que dejé el reclutamiento de Fujitora a la imaginación del lector. No estoy para nada contento con esta interacción entre Dragon y Fujitora; solo lo guardé porque me tardé bastante en hacerlo y me molestaba simplemente borrarlo.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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