C. 2: Y tú eres...

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Mi primer día de clases. Si tuviera que opinar algo sobre esto, diría que fue completamente aburrido.
Es extraño, no conozco a nadie en esta universidad, apenas pude memorizar los nombres de algunos de los maestros, pero eso no es lo importante.

Al terminar la jornada, me dirigí hacia la parada del autobús más cercana. Podría quedarme en las pequeñas habitaciones con las que contaba la universidad, pero no. Preferiría ir a mi propia casa y estar tranquilamente, un lugar pequeño es incómodo para mí, necesito mi espacio.

Finalmente, llegué a la parada del autobús. Como en otras partes de la ciudad, había una multitud de gente esperando el transporte. Lo que menos esperaba, era que en esa misma parada estaban esos dos chicos.

-"Hermano, ¿podemos ir un momento al parque y comprar helados? Por favor... Quiero desestresarme un poco de la universidad".- Habló el que, aparentemente, era el que es considerado "el menor" entre gemelos.

-"No, Muichiro. Tenemos que ir a casa, tenemos mucha tarea por hacer y debemos estudiar, por si lo habías olvidado, cabeza hueca".- Respondió el otro chico, como siempre, luciendo serio.

-"Podríamos ir a estudiar y hacer nuestras tareas en una biblioteca o en un café, ¿no es una buena idea, Yuichiro?- Insistió el menor.

Finalmente, después de que el menor haya insistido tanto, el mayor aceptó, por lo que cambiaron su ruta, pero, aún debían tomar el autobús.

El transporte llegó minutos después, como de costumbre, siempre a tiempo. Eso es algo bueno de esta ciudad y del país en general, la puntualidad es crucial.

Tal y como siempre, el autobús se llenó de personas en poco tiempo, tanto que todos los asientos estuvieron ocupados.
Por suerte, conseguí un puesto a tiempo.

Cerré los ojos mientras me colocaba mis audífonos inalámbricos y escuchaba mi música preferida. Sin embargo, en un momento en el que abrí los ojos, cuando el autobús se detuvo en una de las paradas, ví que se subió una anciana que llevaba un bolso con compras.

Discretamente, me levanté de mi asiento y me escabullí en medio de la gente, de esta manera, cediendo mi asiento para la mujer. No podría cederlo directamente, las palabras no me saldrían. Una chispa de satisfacción creció en mí al ver a la señora finalmente sentándose, anteriormente se había visto un poco cansada y me sentí bien al hacer algo bueno.

Las cosas no acabaron en ese punto, luego de incluirme en la multitud, quedé un poco apretada. Extendí mi brazo para sujetarme de una de las varas que lo permitían. En eso, accidentalmente rocé mi mano contra la de otra persona. Aparté la mano al instante.
Al levantar la mirada, me encontré con un par de ojos peculiares. No pude deducir bien si eran color verde menta o un poco azulados, cambiaban de tonalidad dependiendo de la iluminación.

-"... Disculpe".- Me limité a murmurar, prácticamente de forma inaudible.

-"No pasa nada, tranquila, señorita". Me respondió la voz de ese chico, una voz suave y relajada, con un tono un poco más alto que yo.

Segundos después me di cuenta que no era uno, si no dos pares de ojos verde menta que me estaban mirando fijamente. Miré a ambas personas, sintiéndome un poco confundida. ¿Estaba viendo doble?
Me costó un poco, pero hice memoria, recordando a los dos estudiantes que había visto en la universidad.

;; - 𝐀𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora