Halloween 🎃

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La noche de Halloween había llegado al inframundo, y el palacio de Hades estaba envuelto en un oscuro manto de misterio y sombras. Nymara había preparado una fiesta especial para los pequeños dioses, quienes, aunque poderosos, aún eran niños y no habían tenido muchas oportunidades de disfrutar de una noche así.

El salón principal estaba decorado con calabazas encantadas que emitían una luz débil, parpadeando como si fueran espíritus atrapados en sus cascos anaranjados. Telas de araña brillaban en las esquinas, tejiéndose y destejiéndose por sí solas. Hades, normalmente reservado y sombrío, observaba desde las sombras mientras Nymara daba los toques finales a la decoración: un montón de calaveras que reían en voz baja, llenando el aire con un eco siniestro

Hades miraba la escena desde una esquina oscura, observando con una mezcla de curiosidad y cautela. Aunque había cedido al deseo de Nymara de organizar una fiesta para los niños, no podía evitar sentirse ligeramente incómodo. Celebrar una tradición tan "humana" en su propio reino le parecía extraño. Sin embargo, al ver a Nymara supervisar los últimos detalles con una sonrisa enigmática y un brillo en sus ojos, no pudo negarse. Después de todo, si había alguien en el inframundo que supiera cómo transformar una noche en algo verdaderamente inolvidable, era ella.

Mientras tanto, los tres pequeños dioses se preparaban emocionados. Zeus, siempre ansioso por llamar la atención, había encontrado una vieja manta que había pintado de dorado y la usaba como túnica, proclamándose a sí mismo "Rey de los Dioses". En su cabeza llevaba una corona de cartón que había pintado apresuradamente, y en su mano sostenía un rayo improvisado hecho de madera.

Poseidón, envuelto en una capa azul oscuro, sostenía un pequeño tridente de madera. Su mirada gélida se posaba solo en el suelo o en los detalles oscuros de la habitación, evitando cuidadosamente mirar a cualquier persona, excepto a su madre. Era evidente que, aunque todavía pequeño, su respeto y adoración por Nymara ya eran absolutos; ella era su único punto de anclaje en un mundo lleno de secretos y sombras.

Por último, Adamas, con una sonrisa audaz, había encontrado una vieja armadura en los pasillos del palacio y la usaba como si fuera un guerrero legendario. La armadura, aunque abollada y polvorienta, le daba un aire imponente. La llevaba con orgullo, sintiéndose no solo un niño, sino un verdadero guerrero digno de cualquier desafío que el inframundo le presentara.

Nymara los miraba a todos desde el centro del salón, su figura bañada por las luces parpadeantes de las calabazas encantadas, y les sonrió.

—Esta noche, mis pequeños dioses —dijo con voz suave pero cargada de misterio—, demostrarán su valentía. Si realmente quieren ser dignos de sus títulos, deberán superar una prueba de Halloween.

Zeus levantó la cabeza con orgullo, listo para demostrar su "poder" como rey, mientras que Poseidón asintió lentamente, sin mirar a nadie. Adamas, siempre desafiante, sonrió y golpeó su espada de madera contra el suelo, provocando un eco que resonó por todo el salón.

Hades, dando un paso adelante, les habló con tono serio.

—La prueba no será fácil —les advirtió—. Tendrán que atravesar el Bosque de las Sombras, encontrar la Llama Eterna y traerla de vuelta al palacio. Pero recuerden... no deben mirar atrás, sin importar lo que escuchen.

Los tres niños se miraron unos a otros. A pesar de su bravado, había una mezcla de nerviosismo y emoción en sus ojos.

—¿Y si no regresamos? —preguntó Zeus, tratando de sonar desafiante, aunque su voz temblaba ligeramente.

Nymara se inclinó hacia él, sonriendo con ternura y misterio.

—Entonces, quedarían atrapados en el bosque para siempre, como tantas almas antes que ustedes.

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⏰ Última actualización: Oct 30 ⏰

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