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—¿Dime, cómo te has sentido en estos últimos días?—La Psicóloga lo miraba fijamente.

Max detestaba esa pregunta, nunca sabía cómo responder porque siempre se sentía mal y no quería que su Psicóloga supiera que no ha avanzado nada con los tratamientos. Llevaba por lo menos un año y medio yendo con la Psicóloga y nunca ha mejorado, incluso, su depresión empeoraba.
Y no porque la mujer sea una mala profesional, sino que Max no quería mejorar, no quería tomar sus medicinas y tampoco seguir los tratamientos que la mujer le daba.

Max simplemente quería tirar todo a la mierda de una vez por todas.

—Bien...creo.—Dijo Max sin mirarle a los ojos a su Psicóloga, sabía que si lo hacía su mentira sería descubierta.

—¿Crees? Eso no es una respuesta Max.—La mujer lo conocía a la perfección, era su paciente favorito y sabía cuando aquel chico le mentía. —Max mírame a los ojos.— Max lo dudo por un momento, no quería hacerlo pero tendría que hacerlo. Ella solo quería ayudarlo.

Max levantó la mirada y sus ojos conectaron con los ojos verdes de la mujer.

—¿Has tomado tus antidepresivos?—Preguntó

—Si?—Volvió a mentir.

—Max cariño, si me mientes no puedo ayudarte.—La mujer se quito sus gafas y las puso a un lado. —¿Quieres hablar sobre ese tema? Desahogarte te ayudará mucho.

¿Hablar sobre ese tema? Max sabía que algún día tendría que hablar de ellos ,sabía que no tendría escapatoria y que tarde o temprano su Psicóloga tendría que saber lo que había sucedido hace un año. Pero aún no estaba listo, aún no podía hablar sobre ellos, no podía ni siquiera pensar en aquel momento sin tener unas ganas terribles de llorar.
Cada vez que las imágenes de aquella noche vuelven a su cabeza son una tortura para él, aún puedo escuchar los gritos y súplicas de esa mujer...aún tiene la imagen de su cuerpo frío y sin vida entre sus brazos. Max simplemente aún no estaba listo para hablar sobre ello.

—¿Es todo? Tengo cosas que hacer.—dijo Max desviando la pregunta de la mujer. Ella solo suspiro, conocía a Max y sabía que ese tema era muy difícil para él.

—Es todo, puedes venir la próxima semana a tu consulta. —Max asintió y se levantó del cómodo sillón negro.

Se despidió de su Psicóloga y abandonó el lugar. Y cuando salió todas las miradas eran dirigidas hacía él, algunos lo miraban con miedo, otros con curiosidad y otros solo pasaban corriendo a su lado. Cómo si de un espantoso monstruo se tratase.
Max se colocó sus lentes de sol y su cubrebocas para ocultar la quemadura de su rostro y sus cicatrices. No era algo agradable de ver.

En especial para los niños que corrían apenas veían su rostro quemado.

El Neerlandés se puso en marcha y comenzó a caminar sin ningún rumbo, no sabía dónde ir, su padre seguramente estaría en casa a estas horas y no tenía muchas ganas de verlo. Cuando llegó a un parque, su teléfono comenzó a sonar, sabía que era su mejor amigo Charles, pues era el único que tenía su número. Max quitó su móvil del bolsillo y vio los mensajes.

 Max quitó su móvil del bolsillo y vio los mensajes

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𝐸𝓃 𝑜𝓉𝓇𝒶 𝓋𝒾𝒹𝒶 ||ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora