II

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La fiesta ya se estaba descontrolando. Muchas personas ya estaban pasadas de copas, otras tiradas en un charco de su propio vómito y otras simplemente deberían de conseguir un cuarto más privado.
Sergio había aceptado ir a una fiesta de su primo Carlos, pero apenas habían llegado el Español ya lo había abandonado para ir con su novio. Para la suerte de Sergio sabía socializar y encajar a dónde fuera, así que no fue un problema para él amigarse con los demás.

Pero el descontrol y la multitud que cada vez era más, comenzaba a sofocarlo.

Sergio necesitaba tomar un poco de aire fresco para seguir en la fiesta. Pasaba por la multitud, bailando y tomando de vez en cuando, las personas estaban muy pegada que a duras penas se podía caminar.
Una vez Sergio pudo salir del lugar, fue hasta el patio trasero de la casa, no había nadie ahí y era mucho más tranquilo y relajado. El mexicano se tiró en el césped recién podado y pudo sentir como la brisa chocaba contra su rostro sintiéndose relajado. Había Sido una semana dura en el trabajo y más con las infinitas tareas que tenía en la Universidad.

Esto era lo que necesitaba para sentirse relajado después de una semana agotadora.

Luego de varios minutos estando afuera, Sergio se puso de pie dispuesto a volver a la fiesta. Pero cuando estaba por entrar, sus ojos se desviaron hacía un chico que se encontraba tirado en el suelo viendo las estrellas brillantes de la noche.

¿Cómo no lo había visto antes? Necesitaba hablar con el chico, se veía muy amable.

Sergio se acercó al chico sigilosamente para no ser descubierto y una vez se acostó a su lado, él chico dejo de ver las estrellas para verlo a él. Sus ojos se conectaron de manera inmediata y Sergio sentía que le comenzaba a faltar el aire.
El chico tenía los ojos más hermosos que había visto en toda su vida, eran unos ojos azules como el océano, su perfecto cabello rubio como el oro y su piel pálida como los copos de nieve. El chico parecía nervioso antes de su presencia, pero no sé apartó y se siguieron mirando fijamente.
Sergio vio las cicatrices de su rostro, su cuerpo estaba repleto de ellas y a pesar de eso, Sergio creía que se veía perfecto.

Era bonito y sus cicatrices lo hacían verse aún más perfecto de lo que ya era.

Sergio comenzó a sentir que su corazón se aceleraba y que el aire le faltaba. Nunca se había sentido tan atraído por alguien y menos por un chico que ni siquiera sabía su nombre.

—¿Puedo ayudarte?— Preguntó el chico, su voz era como el canto de los angeles.

—La noche está linda ¿No?—dijo Sergio ignorando completamente la pregunta del chico. El dejo de mirarlo y volvió a mirar el cielo nocturno. —¿Cómo te llamas?

Sergio espero con ansias para saber su nombre, el chico no le respondió por varios segundos y cuando el mexicano iba a preguntar de nuevo, este finalmente respondió.

—Max.— Respondió con frialdad.

Max. Hasta su nombre era perfecto como lo era él.

—Un gusto Max, yo soy Sergio.—El rubio no respondió, ni siquiera volvió a mirarlo, pero eso no era impedimento para Sergio de querer establecer una conversación. —La fiesta está un poco aburrida ¿Verdad? Mi primo dijo que sería algo tranquilo, Pero creo que las cosas salieron de control.

De nuevo, no hubo ninguna respuesta. El chico seguía manteniéndose en silencio y era un poco misterioso. Pero eso era lo que más le llamaba la atención a Sergio, lo misterioso que era y que nunca lo había visto.
El mexicano conocía a la mayoría de las personas que estaban en la fiesta, era amigo de casi todos y de los que no lo eran, por lo menos los había visto una vez. Pero este chico no, a este chico nunca lo había visto.

¿Sería nuevo en la Universidad?.

—¿Eres de por aquí? —Max negó —¡Yo tampoco! Soy de México pero llevo viviendo en Mónaco como tres años con mi primo. ¿Eres nuevo en la Universidad? Si es así, nunca te había visto.

Max bufó y se puso de pie y dirigió su fría mirada a Sergio. —¿Siempre hablas mucho?.

—Me gusta hablar.—dijo y Max rodó los ojos.
Era un amargado pero de todas formas perfecto.

Para Max, Sergio era un chico muy irritante, ni siquiera lo conocía y había invadido su espacio personal acostándose a su lado. Él había salido a tomar aire fresco porque se sentía encerrado ahí dentro con toda esa multitud, solo quería tranquilidad pero ese chico de ojos marrones no lo dejaba tranquilo con cada tontería que decía.
Un chico muy bonito pero demasiado irritante para su gusto.

Lo ponía muy nervioso y eso era raro en él.

—¿Ya te vas?— Pregunto Sergio, Max solo quería volver a su casa. Nunca debió de ir a esa fiesta.

—Eres muy molesto. ¿Sabes?—dijo Max y luego dió media vuelta y se fue.

Sergio se quedó varios segundos sentado en el césped. Se había quedado completamente hipnotizado por aquellos ojos azules que reflejan el hermoso océano.
Max tenía algo que había llamado por completo la atención de Sergio, no sabía si eran sus preciosos ojos, su cabello rubio, su piel pálida. O si era las cicatrices de su cuerpo, cicatrices que necesitaba besar una por una.

A Sergio le gustó, le gustó lo varonil que se veía con ellas y lo perfecto que era. Antes los ojos de Sergio, Max era casi como un ángel que solo le faltaban las alas.

Tenía que encontrarlo, tenía que volver a verlo y robar su frío corazón. Solo le basto verlo una vez para saber que él sería el indicado, que sería a quién amaría con todo su corazón y su alma.

Algo dentro suyo le decían que aquel güerito de ojos bonitos, sería el amor de su vida.

Y no se cansaría de buscarlo hasta encontrarlo.






































—✧⋋⁠✿⁠  ⁠o⁠  ⁠✿⁠⋌✧—

Lo confieso, no me gustó este capítulo 😭 Pero ni modo, es lo que hay.

Lo confieso, no me gustó este capítulo 😭 Pero ni modo, es lo que hay

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Besitos😘

𝐸𝓃 𝑜𝓉𝓇𝒶 𝓋𝒾𝒹𝒶 ||ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora