05 | Umbral

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Elisabeth

Vale, antes de que me preguntéis, todo ha sido accidental. No sé cómo una maldita botella de cerveza maloliente ha llegado ahí. Pisé sobre ella, la botella rodó, yo caí hacia delante, y ahora... Tengo al hombre que me ha salvado cuando estaba a punto de morir en la cara.

Mis... mis pechos están pegados a su cuerpo. Y creo que esto ha sido lo más cerca que he estado nunca de un hombre.

Sí, esto está siendo algo incómodo. Bastante, la verdad. Sus ojos recorren mi cara completa, cada milímetro, cada detalle. Yo hago lo mismo, su pelo negro desordenado cae por su frente. Sus ojos son estirados hacia arriba, pero no asiáticos. Sus pestañas inferiores son larguísimas.

Y esos dos lunares debajo de su ojo, son superbonitos. Mis ojos me delatan y se dirigen hacia sus labios, son voluptuosos. Y rositas.

Me lamo inconscientemente el labio inferior.

Mierda, no sé qué estoy haciendo.

Un par de gotas empiezan a caer encima de nosotros, rápidamente esa llovizna se convierte en un chaparrón.

Nos empapamos a la velocidad de la luz, aun mirándonos, sin reaccionar.

Aunque, esto acaba de romper toda la tensión, e we esboza una sonrisa ladina y ambos explotamos a carcajadas.

No sé en qué momento he cogido tanta confianza, quiero decir, me ayudó en uno de mis ataques de pánico, me salvo de literalmente dee ahogada, lloré en su pecho y a partir de ahora debo convivir con él.

Pero no sé. No me esperaba llevarme bien con Matt. Parece el típico rompecorazones.  O sea, mi primera impresión fue que se estaba enrollando con una tipa en mi sofá. Pero, como dicen, no juzguen un libro por su portada, supongo.

Creo que estaba tan acostumbrada a aferrarme a Zoe que se me hace raro reír con alguien que no sea ella.

Ella me ayudó cuando mis otras amigas se reían de mí por mi pérdida. Ella era la única que estaba ahí para mí, y le debo todo. Por eso, aunque tenga sus fallos, la respeto e intento que no me importen.

Porque, después de lo mucho que me ayudó, no le puedo echar nada en cara, y tengo que estar siempre ahí para ella. Como ella lo estuvo para mí.

Tiendo a cerrarme a los demás, me da igual quién sea. Zoe siempre me advierte sobre la gente, y la mayoría de veces acaba teniendo razón. A sí que prefiero estar con ella, que sé que no me abandonará.

— ¡Vamos, vamos! — Matt apaga la luz y me coge de la mano para llevarme con él hacia dentro. Y una vez entramos, tarda unos segundos en soltar su mano de la mía.

— Parece que ahora tendremos que ir a casa. — Me guiña el ojo y hago todo lo posible para no sonrojarme.

— ¿Cómo? Porque prefiero dormir aquí a caminar hasta casa.

— Aparqué el coche cerca de aquí — Empieza abajar las escaleras — Vamos.

Bajamos las escaleras y nos paramos frente la puerta de la salida. Matt me mira.

—¿Lista? —pregunta, con una sonrisa ladeada que enciende una chispa de emoción en mi pecho. Asiento sin pensarlo, y en ese instante él toma mi mano otra vez, como si temiera que fuera a escapar. El contacto es cálido, firme, y al entrelazar sus dedos con los míos, me siento completamente segura y presente. Levanta su brazo libre sobre la cabeza para protegerse del agua, y yo, sin dudarlo, lo imito, riéndonos juntos como cómplices en medio de la tormenta.

Corremos sobre el suelo de piedras y hierba mojada, deslizándonos en una corrida torpe, pero, llena de emociones. A cada paso, pequeñas gotas saltan alrededor, y hacen que la lluvia fría salpique mis piernas.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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