Capítulo 1: El Peso de una Corona No Deseada

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La sala de conferencias de Umbrella Corporation estaba sumida en una solemne penumbra. Cuarenta pisos sobre la bulliciosa ciudad, las paredes de cristal permitían ver el paisaje nocturno, con la luna bañando con su luz fría el imponente edificio. El ambiente en la sala estaba cargado de tensión; a pesar de la distancia entre ellos, los trece miembros del Consejo 05 se miraban como si un solo movimiento pudiera desencadenar una tormenta.

Al centro de la mesa ovalada, destacaba la figura de la joven a quien todos habían jurado lealtad, aunque muchos lo hicieran con dientes apretados. Amara Hawke, la CEO de la corporación, observaba los documentos en su mano con un semblante apático. Su cabello castaño oscuro estaba perfectamente peinado y sus ojos verde oliva, afilados como dagas, parecían ver más allá de lo que el papel mostraba.

—Señorita Hawke, necesitamos su aprobación para la operación Leviatán —dijo uno de los consejeros, ajustando sus gafas de montura delgada mientras hablaba con un tono contenido. Era el Consejero 05-7, Dr. Victor Lang, el jefe de investigaciones avanzadas.

Amara levantó la mirada sin mucho interés. Desde que se había convertido en CEO, tenía claro que este era un trono que no deseaba ocupar. Había rechazado la oferta varias veces antes de finalmente ceder a la presión familiar, más por no ser un obstáculo que por ambición. Sin embargo, había algo en el poder que poseía que la fascinaba. No era el poder en sí mismo, sino el control y la influencia que tenía sobre las vidas de aquellos que la rodeaban, en particular sobre el Consejo 05.

—Aprobada —dijo sin titubeos. Su voz resonó firme, aunque internamente encontraba un extraño placer en ver cómo esos individuos, tan poderosos y temidos por todos, no tenían más remedio que esperar su veredicto.

El equilibrio de poder en Umbrella Corporation era tan frágil como un castillo de naipes. El Consejo 05 tenía amplias atribuciones y autoridad sobre diversas áreas estratégicas de la compañía: desde finanzas hasta desarrollo de armas experimentales, pasando por operaciones encubiertas y la administración de recursos internacionales. Sin embargo, estaban sujetos a la estricta vigilancia del Comité de Ética, compuesto por influyentes personajes externos que velaban por evitar abusos de poder, aunque su verdadero objetivo era ser un contrapeso al Consejo 05.

Alexander Krauss, el Director General, era quien mantenía el equilibrio entre el Consejo 05 y el Comité de Ética. Alexander había sido elegido por su habilidad política y su impresionante destreza en el manejo de crisis. A menudo, él era el puente que comunicaba las intenciones del Consejo 05 con las preocupaciones del Comité de Ética, y rara vez se permitía tomar partido por un lado u otro.

—Señorita Hawke, tengo mis reservas sobre el uso de nuestros recursos para la operación sin previa consulta con el comité —dijo Alexander con cautela. Su voz era calmada, con un tono que sugería experiencia y diplomacia.

Amara esbozó una leve sonrisa, consciente del juego político en el que se encontraba atrapada. Ser CEO de Umbrella Corporation era como jugar al ajedrez tridimensional; cada decisión tenía implicaciones a niveles que ni siquiera ella alcanzaba a ver en su totalidad. Pero era justamente este desafío lo que la mantenía en la posición, a pesar de su desdén inicial.

—Director Krauss, el comité será informado cuando lo considere necesario. Hasta entonces, tengo plena autoridad sobre estos asuntos —respondió ella con un tono que no admitía réplica.

La reunión terminó poco después, y los miembros del Consejo 05 se retiraron uno a uno, escoltados por miembros de Alpha-1, la unidad de élite encargada de proteger a los consejeros y a la CEO. La disciplina y la preparación de Alpha-1 eran legendarias. A menudo comparados con soldados de un ejército privado, estos agentes eran rigurosamente entrenados para manejar situaciones de seguridad extremas y cumplir con su deber sin cuestionamientos.

Cuando el último consejero dejó la sala, Amara se permitió respirar más tranquilamente. Había aprendido a manejar estas reuniones como un león domando a su manada. Cada uno de los miembros del consejo tenía su propio ego y ambiciones, y su deber era mantenerlos en línea. Pero había algo más que la mantenía con la guardia en alto: la Alta Mesa, el órgano que dirigía las diversas ramas de Umbrella a nivel global.

A diferencia del Consejo 05, la Alta Mesa era un puesto despreciado. No era un lugar de honor, sino un destino impuesto por el cual los altos directores de la corporación eran castigados por fallos estratégicos o fallos de liderazgo. Era una tarea ineludible, y Amara se aseguraba de que cada uno de ellos sintiera el peso de sus responsabilidades. La Alta Mesa era su infierno privado.

Después de la reunión, Amara se dirigió a su oficina privada. Era un lugar donde podía relajarse un poco, lejos de las miradas inquisitivas de los consejeros y las restricciones del comité. La decoración era minimalista y moderna, con amplios ventanales que ofrecían una vista impresionante de la ciudad. Al llegar, encendió su computadora y, por un momento, se permitió una sonrisa de complicidad mientras abría un video.

En la pantalla, Jenna Ortega aparecía hablando en una entrevista sobre su última película. Amara era una gran fan de la actriz; algo en su personalidad y su carrera le inspiraba un extraño sentido de conexión. Había visto todas sus películas, y seguía cada entrevista como si fueran lecciones sobre cómo enfrentar las presiones de la fama y las expectativas.

—Si tan solo supieras lo que es tener un consejo lleno de tiburones detrás de ti, Jenna —murmuró Amara con una sonrisa melancólica, mientras se recostaba en su sillón de cuero negro.

Unos golpes discretos en la puerta la sacaron de sus pensamientos.

—Adelante —dijo, enderezándose en su asiento.

La puerta se abrió, revelando al jefe de seguridad, Michael Wolfe, un hombre de aspecto intimidante y líder del equipo Alpha-1. Su rostro no mostraba emoción alguna, y su postura era impecable.

—Señorita Hawke, hemos detectado actividad sospechosa en las comunicaciones del sector europeo. Podría ser un intento de infiltración —informó con un tono profesional.

Amara asintió, su semblante se endureció al instante. Los juegos de poder internos eran una cosa, pero las amenazas externas requerían una mano firme. La sombra de su padre se cernía sobre ella constantemente; había dirigido la compañía con puño de hierro y esperaba que ella hiciera lo mismo.

—Actúen de inmediato y asegúrense de mantenerlo bajo perfil. No quiero alarmar al consejo hasta tener toda la información. —Su voz era fría y autoritaria.

—Entendido, señora —respondió Michael, inclinando ligeramente la cabeza antes de retirarse.

Mientras la puerta se cerraba, Amara miró por la ventana. Sentía el peso de la corona sobre su cabeza, una corona que nunca había querido llevar, pero que ahora no estaba dispuesta a soltar. Había algo en esa sensación de control, en esa delgada línea entre la autoridad y el caos, que la mantenía allí, desafiando las expectativas.

Y mientras observaba las luces parpadeantes de la ciudad, se preguntó cuánto tiempo más podría seguir jugando este juego sin perderse a sí misma en el proceso.

Fin del Capítulo 1.

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