WILLOW
04. / Abajo, profundo, en lo oscuro
𖦹
Lo cierto es que no existía tal cosa como los dioses. Branwen, igual que la mayoría de la población, sabía que ellos habían sido asesinados y desterrados mucho tiempo atrás, en la última Batalla de los Pilares. Fionn Murchadh y su ejercito los derrotaron, lo que más tarde lo consagró como gobernante supremo de Caeltia. Y desde entonces, su longeva descendencia se sentaba en el trono.
Era sabido que los dioses estaban muertos incluso si los libros se mantenían ambiguos al respecto. Bran no creía que su voluntad todavía se hiciera en la extensa región de Caeltia, ni en ningún otro continente. La única fe que mantenía al pueblo unido, era la fe a la Corona. Esto se aplicaba en su mayoría, excepto, tal vez, en El Bosque de los Gigantes.
Bran no se consideraba ninguna bruta; le parecía que la idea de divinidades se remontaba a mitos a esas alturas, pero al parecer, muchos de los que llevaban viviendo en esos bosques, y cuyo linaje se remontaba a mas de un siglo, todavía parecían estimar a los dioses caídos.
«Al rey no le importamos».
Bran se levantó de su asiento y salió de la taberna a trompicones. La gente que había despertado temprano y se disponía trabajar la evitaban como a la peste. Rehuían de su andar miserable y la miraban de reojo con desprecio. Probablemente, por su cara sucia y herida, cubierta con un vendaje pobre, pensarían que solo se trataba de algún borracho que vendría de tener alguna riña. Bran desearía, por lo menos, estar borracha. De esa manera no debería pensar en el dolor en su abdomen, o en su hombro, ni en el mareo que amenazaba con hacerla vomitar las pocas sobras con las que había colmado su estómago.
No tenía muy claro a dónde se dirigía. Dio pisotones en el lodo hasta que tomó un desvío por un camino de tierra angosto que pasaba por debajo de una raíz nudosa de tres metros de altura. El camino marcado desembocaba nuevamente al bosque. Bran se estaba quedando sin opciones. Lo sabía. Sin dinero, y la salud de una criatura moribunda, no tenía mucho. Podría haberse echado a dormir en las caballerizas, habrían tardado en encontrarla, pero honestamente, tenía miedo de cerrar los ojos y nunca volver a despertar.
Podría mendigar, pero de nuevo, eso no le evitaría correr el mismo destino.
Lo único que se le ocurría era hallar a la extraña criatura que le debía algún que otro favor, por decirlo de alguna manera. Así que continuó caminando. No podía ver a dónde se dirigía. Sus ojos estaban fijos en el piso; sufría de un dolor palpitante en todo el cráneo que le impedía levantar la mirada apropiadamente. Pero creía que, si continuaba así, podría llegar al menos a algún cuerpo de agua. Puede que encontrar a Daerena ahí sería mucho más fácil. No creía que fuera tan difícil, el bosque rebosaba de posos de agua, ríos pequeños, lagos... Muchos eran superficiales, solo agua de lluvia que había hallado hogar entre la tierra y la madera. La lluvia era un clima habitual.
Bran ya estaba muy cansada del clima espeso y frío, la bruma y la lluvia casi constante.
Continuó caminando, mientras su mente se dejaba llevar por el recuerdo impregnado en añoranza de los días cálidos en las praderas de Lir, o sus bosques ordinarios, jamás tan frondosos, jamás tan inusuales. Con la justa medida de magia para asombrar a los incautos y no para asustarlos.
Le pareció que había caminado una eternidad cuando se dio cuenta de que el camino terroso, con algunas rocas marrones y baches, se transformaba en un camino empedrado, con musgo creciendo entre las hendiduras de cada roca. Parpadeó varias veces como quien sale de un sueño y frunció el ceño.
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Willow
FantasyHay una bestia en El Bosque de los Gigantes. Cuando Branwen Lirwood lo encuentra, no se espera que esté custiodado por una criatura mucho más peligrosa e impredecible. Hemera es una curandera proveniente de tierras lejanas del mediterráneo, aislad...