El eco de sus pasos resonaba en el largo pasillo, rebotando entre las paredes tapizadas con mapas de la ciudad y fotos de contactos clave. Disney regresaba a su oficina privada en la torre más alta de su imperio, aún con la respiración irregular tras el encuentro con DreamWorks. Cada paso que daba sentía el peso de sus propios pensamientos y el recuerdo de aquella tensión clavado en su mente, tan vívido que podía sentir aún la presencia desafiante de su rival, sus palabras y su mirada, que eran un reto y un llamado al mismo tiempo.
La batalla había comenzado mucho antes de esa noche, pero ahora las reglas habían cambiado de forma irrevocable. DreamWorks se había convertido en algo más que una espina en su costado. Era un desafío constante, uno que amenazaba con arrastrarlo a una guerra que no solo pondría en riesgo su imperio, sino también su control personal, ese mismo que había cultivado y defendido durante años. Sin embargo, Disney no iba a retroceder. Su imperio era su vida, y no iba a permitir que nada ni nadie tambaleara esa fortaleza que había construido.
Suspirando profundamente, se sentó en su escritorio y abrió un dossier con información sobre los últimos movimientos de DreamWorks. Tenía que adelantarse, mover sus piezas antes de que DreamWorks intentara sorprenderlo de nuevo. Pero al ver las fotos y los informes, su mente volvió a desviarse hacia aquella conexión inquietante que los unía, algo más profundo que la rivalidad que ambos habían alimentado con tanto esmero.
Esa noche, mientras las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia, Disney planeó su próximo movimiento. No se trataba solo de ganar, sino de poner en claro su posición. Si DreamWorks quería un juego peligroso, él estaba más que dispuesto a jugar.
***
Al otro lado de la ciudad, en la penumbra de su oficina, DreamWorks observaba la silueta de sus edificios a través de la ventana. Sabía que había cruzado una línea, y eso solo alimentaba su determinación. Disney era una figura enigmática, un misterio que se deslizaba entre las sombras y el poder, una contradicción fascinante entre frialdad calculada y emociones reprimidas.
Aquella noche, había sentido algo quebrarse en Disney, un leve resquicio en su fachada de control. Lo había visto en sus ojos, en la forma en que había respondido a su provocación. Era un riesgo, sin duda, pero también una victoria, una que le daba ventaja en un juego donde cada movimiento era crucial.
DreamWorks no quería perder esa ventaja. Y aunque no quería admitirlo, había algo en esa conexión que lo atraía, que le recordaba que Disney y él no eran tan diferentes. Ambos habían llegado a la cima de formas distintas, pero compartían esa misma obsesión por el poder, ese deseo de demostrar su dominio.
Esa noche, mientras estudiaba los mapas de la ciudad y los puntos estratégicos, trazó un plan. Sabía que Disney contraatacaría, que vendría dispuesto a mantener su control sobre la ciudad. Pero él estaba preparado. Si Disney quería guerra, la tendría.
***
Al día siguiente, las calles de la ciudad estaban en caos. Los hombres de Disney y DreamWorks habían comenzado a moverse como piezas de un tablero, interceptando cargamentos, tomando el control de los puntos clave de distribución, y asegurando rutas de comercio en una competencia despiadada. Los aliados y enemigos de ambos imperios miraban con atención, conscientes de que el enfrentamiento entre ellos era más que una simple disputa de poder. Era una guerra personal.
Disney mantenía la calma en su despacho, dando órdenes precisas mientras observaba cómo sus planes se ejecutaban. Cada paso que daba en este enfrentamiento era calculado, cada movimiento pensado para mantener su posición y recordar a DreamWorks quién tenía el control. Sin embargo, entre las llamadas y las reuniones, su mente seguía volviendo al encuentro de la noche anterior, a la intensidad de aquel momento compartido.
Por otro lado, DreamWorks también movía sus piezas, lanzando ataques sutiles pero efectivos en los puntos estratégicos de Disney, como una sombra que se movía entre las grietas, atacando donde menos se lo esperaba. Era un juego peligroso, y ambos sabían que el mínimo error podría costarles todo.
***
Aquella noche, el viento soplaba con fuerza mientras la ciudad observaba en silencio. En un edificio abandonado en las afueras, un lugar neutral y sin vigilancia, DreamWorks esperaba, consciente de que Disney aceptaría la invitación.
No tuvo que esperar mucho. La puerta crujió al abrirse, y Disney apareció, envuelto en su aura de autoridad y frialdad, con una expresión indescifrable en su rostro.
—Pensé que querrías hablar en persona —dijo DreamWorks, sonriendo con esa arrogancia que tanto había aprendido a detestar Disney.
—Lo que sea que tengas que decir, será breve —respondió Disney, cruzando los brazos con la misma calma calculada de siempre.
DreamWorks dio un paso adelante, acercándose hasta quedar a solo unos centímetros de él. —Sabes tan bien como yo que esto no va a detenerse. Puedes intentar acabar conmigo, Disney, pero ambos sabemos que en el fondo, necesitas este juego tanto como yo.
Disney frunció el ceño, la tensión palpable en su rostro. —No me necesitas, DreamWorks. La ciudad es mía. Y mientras yo tenga el control, no habrá espacio para tus juegos.
—¿Eso crees? —replicó DreamWorks, sus ojos centelleando con una mezcla de desafío y algo más—. Porque yo pienso que, en el fondo, esto es mucho más que poder o control. Quizás ni siquiera lo has querido admitir, pero aquí estamos. Nos seguimos enfrentando, una y otra vez, incapaces de terminar con esta guerra.
La respiración de Disney se hizo más lenta, y por un momento, la máscara que llevaba puesta comenzó a desmoronarse. Sus ojos buscaron los de DreamWorks, tratando de leer en ellos el verdadero propósito de esas palabras.
—Si hay algo que quieras decir, hazlo ya —dijo, su voz quebrándose levemente.
DreamWorks esbozó una leve sonrisa y se encogió de hombros. —Solo digo que, en el fondo, somos iguales. No importa cuánto lo niegues.
Disney permaneció en silencio por unos segundos, estudiando cada palabra y gesto de su rival. Era como mirarse en un espejo oscuro, en una versión distorsionada de sí mismo que lo empujaba a límites peligrosos.
—Eres mi rival, DreamWorks —susurró finalmente, con una calma que solo acentuaba la amenaza—. Y eso no cambiará, por mucho que insistas en ver similitudes.
DreamWorks no respondió de inmediato, pero la chispa de desafío en su mirada decía más que mil palabras. —Entonces, sigue aferrándote a esa idea, Disney. Porque solo nos queda enfrentarnos hasta el final. Ambos sabemos que no hay otra forma.
Sin más palabras, se dieron la espalda y se alejaron, cada uno en direcciones opuestas, pero ambos sabiendo que el enfrentamiento continuaría.
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¸.·✩·.¸¸.·¯⍣✩ Ⓔⓝⓣⓡⓔ Ⓢⓞⓜⓑⓡⓐⓢ ⓨ Ⓛⓤⓒⓔⓢ ✩ 🅓🅡🅔🅐🅜🅦🅞🅡🅚🅢 🅧 🅓🅘🅢🅝🅔🅨
FanfictionMi intento de hacer una historia con temática mafiosa según yo, perdonen si hay falta ortográficas.