Novia por contrato

Capítulo 5 - ¿Harry, verdad?

...

Las chicas ya estaban en el coche de camino a la presentación.

- ¿De verdad que no queréis escuchar las teorías?

- Te lo digo en serio Mía, basta, por favor.

- Pero es...

- Te juro que me tiro en marcha como sigas hablando sobre ellos.

Mar soltó una risa divertida ante el comentario de Cler y Mía se quedó callada lo que quedaba de viaje.

Camila, en el asiento de delante, no decía una palabra, hoy estaba más seria que nunca, imaginaban que por los nervios del momento, para ella también era un trabajo importante.

Tras una media hora de viaje, el coche aparcó frente a unas oficinas en medio del centro de Londres.

- Esto no es un sitio muy apartado que digamos. - soltó Mar abriendo la puerta del Mercedes.

- Es uno de los edificios que pertenece a la agencia de los chicos. - respondió Camila mientras se arreglaba la falda y la carpeta en su mano.

Las tres amigas se encontraban ante un edificio imponente, bastante alto y lujoso, en color gris.

- Bueno, es el momento, entremos chicas. - dijo Camila comenzando a dirigirse hacía la puerta de entrada.

Todas la siguieron de cerca y entraron dentro, tras pasar por recepción empredieron camino hacía los ascensores y de allí, a la septima planta.

...

La puerta del ascensor se abrió y ante ellas había una sala totalmente decorada con sillones, algunas plantas y otra puerta doble, de color negro.

- Vale, es aqui. Voy a hablar por teléfono, en cuanto me den el okay entramos, sentaros un segundo por favor.

Camila se alejó un poco a uno de los ventanales, sacó su teléfono e hizo una llamada.

Cler y Mar se sentaron en silencio y Mía, daba vueltas de un lado para otro cerca de ellas.

En una de estas vueltas, se acercó al ascensor y de pronto, este se abrió y alguien salió corriendo de él y se chocó con esta, haciendo que Mía se tropezara y cayera hacía atrás.

Una mano la agarró de la cintura e impidió que cayera al suelo.

- Lo-lo siento mucho, es que llego tarde. - le sonrió un chico de cabello rubio.

Mía se quedó paralizada.

El chico, cuándo se dió cuenta de que su mano aún estaba en la cadera de Mía, la apartó de golpe avergonzado.

- Tengo que irme, lo siento otra vez.

El chico apresurado cruzó la puerta doble.

- ¿Ese no era... - comenzó a decir Mar.

- Ya podemos entrar. - la cortó Camila acercándose a ellas.

Las chicas se pusieron de pie y junto a Camila se dispusieron a cruzar la puerta doble.

Los nervios eran notables, las respiraciones de las chicas parecían ausentes.

- Desde ahora empieza vuestro trabajo, no me falleis.

Las puertas se abrieron y las chicas entraron con la mirada puesta en el suelo.

Mar