(Minutos Antes De La Maldición)
Song, Gabriela y Vanya se reunieron en la habitación de Engora. La madre, aunque afligida, les permitió la entrada a la habitación de su mejor amiga. Los retratos enmarcados de Engora junto a las porristas, las polaroids de Engora junto a sus padres, sus primos convertidos en demonios con lápiz labial rojo. Sobre la cama yacían peluches tiernos. Pósteres de las artistas más icónicas del momento decoraban sus paredes. El suelo estaba cubierto por un tapete frondoso y peludo. Los trofeos de porrismo colgaban en la pared derecha.
—Ay, Eng, los trofeos que aún nos quedaban por ganar. — Song honró.—Las dejaré solas. Estaré cerca por si necesitan algo.
—Gracias, sra. Miller. Por todo. — Gabriela agradeció.
La mujer se fue. El grupo de tres intercambió miradas. Todas temerosas. —¿Qué esperamos? Hagámoslo. Démosle justicia a Engora. Sabemos quién es la asesina. Es Orm. ¿No había heridas, hematomas ni nada? La pregunta habla por sí sola. — Se sentaron en el suelo. Haciendo un círculo. Vanya arrastró la mochila de su espalda a su estómago, dónde sacó un viejo libro de hechizos. Las demás ahogaron un gemido, Gabriela preguntó de dónde lo sacó.
—Dark web. Oferta económica. — Presumió Vanya como si hubiese ido de compras ayer. —Saquen sus impresos.
Gabriela y Song sacaron una página con frases en latín.
—Vamos a conjurar a Spimplings a una vida de eterno sufrimiento, perras. — Vanya dijo, colocando el libro en el centro con la página adecuada.
—¿En serio debemos ir tan lejos? — Gabriela preguntó.
—Perra, ¿Quieres venganza o no?
—La verdad sólo quería llevarme el peluche que Engora jamás me devolvió.
—Zorra.
—Gracias.
—Chicas, concéntrense.
Vanya sacó una navaja fucsia de la mochila. Dibujo una línea en la palma de su mano y dejó caer la sangre en la página del libro. Le dijo a las chicas que les tocaba hacerlo. Las demás la imitaron. Conforme leían, en sus pijamas cortos y camisetas sin mangas, Vanya se equivocó en la última palabra.
—¡VANYA! — Gritaron todas.
—¡Ay, perdón!
—¿Ahora tendremos que repetir la oración? — Gabriela preguntó.
—¡Ugh, qué fastidio, chicas! ¿Por qué no podemos hacer nada por nosotras mismas?
—Oh, sí que hicieron algo. — Un hombre de piel azul, cabello negro en picas y pequeños cuernos aparece al lado de Song. Él usa converses y tiene un increíble six-pack. Con una cola puntiaguda al final.
—¡Hola, chicas! ¿Me comparten su facial?
—¡Pero qué mierda! ¡Qué. Carajos. Eres. Tu.!
—Corrección: Quién. Lo crean o no. Soy un ser vivo. No algo. Y ustedes están siendo unas chicas muy traviesas. A ver, ¿Qué les hizo Orm a ustedes?
—¿Existir? — Vanya medio respondió.
—Pues muy mal. Aprenderán a no hacerlo otra vez. — El hombre chasqueó los dedos y todas arquearon las espaldas. Hipnotizadas a estar así. Todas gritaron horrorizadas. El hombre se inclinó sobre Song para besarla y Song gritó en su boca, pero al rato se calmó y lo consintió. Las demás gritaron cuando al retroceder, él le quemó la lengua.
—Luego van ustedes, chicas. — Él les guiño el ojo con una encantadora sonrisa mientras encendía un cigarro entre sus garras granate.
La hipnosis acabó y las otras dos corrieron a la puerta, pero la puerta activó su seguro.
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ECH; LingOrm
FantasyEn la época actual, los brujos y la magia están prohibidos debido a un trágico incidente de años atrás. Orm Spimplings es la única bruja del pueblo y ha ocurrido un asesinato en su escuela. Quiere ayudar a la policía... ¿Pero podrá usar magia sin qu...