❝ Los amantes no solo son aquellos que tienen un amor prohibido, sino aquellos que aman con fuerza, y por encima de todas la cosas, como si estuvieran destinados el uno al otro.❞
Kazuha y Kunikuzushi deben enfrentarse a la crueldad del harem de un...
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En parpadeos lentos y pesados, un joven adolorido y confundido despierta de un profundo sueño, uno que él considera más bien una pesadilla.
Lo último que recuerda es haberse ocultado entre callejones, evadiendo el fuego que consumía la ciudad. Hombres con gruesas armaduras de acero iban tras él y su hermana menor, quienes huían hasta que un muro alto les impidió seguir, dejándolos acorralados en medio del caos.
Ambos temían por su vida, y el joven, a pesar de ser un omega, defendió a su hermana con garras y dientes cuando intentaron separarla de él, despertando una valentía y ferocidad que nunca pensó llegar a tener.
—¡Hermano! —le llamaba entre lágrimas la joven omega de cabellos morados, mientras trataba de alcanzar con su mano a su protector, a quien empezaban a patear y golpear hasta derribarlo.
—Sho... Ko...
Pero su debil llamado fueron sus ultimas palabras antes de perder el conocimiento.
Al despertar, vuelve a la realidad al sentir el frío suelo bajo él. Se levanta con dificultad, pero no ve más que paredes de concreto en la oscuridad, siendo la única iluminación el parpadeo de las lámparas colgadas en los muros de cada celda.
Al pensar aquella pesadilla, que no fue más que su último recuerdo, se altera y se levanta adolorido, tratando de ver más allá de las rejas.
—N-No... ¡No, no, no, no, no! —empezaba a alterarse, no reconocía el lugar, que apestaba a humedad y muerte—. Tengo que salir de aquí... —murmuró, sintiendo la ansiedad crecer en su ser—. Tengo que encontrar a Shoko, ¡SHOKO! —empezó a llamarla, pegado a las rejas, en un grito alarmante y molesto.
—Tsk... ¿Puedes callarte? Vas a atraer a los guardias —el omega de ojos índigo se gira para ver de dónde provenía aquella voz, y se percata de que, entre las sombras en una esquina, había un par de jóvenes que parecían estar en la misma situación que él.
Agradece por un momento hablar el mismo idioma, parece que las chicas provienen del mismo lugar que él, de Inazuma.
—L-Lo siento —respondió nervioso, haciendo una reverencia—. Necesito encontrar a mi hermana —se acercó a ellos, quienes no se dejaban ver debido a la oscuridad—. ¿La han visto? Es más alta que yo, tiene cabellos largos y morados, también sus ojos, y un pequeño lunar debajo de su ojo derecho —la describió esperando respuesta, pero ninguno habló—. Por favor, si saben algo, díganme —su voz empezaba a quebrarse debido a la desesperación.
—¡No! No sé quién es, el cabello morado es muy común en Inazuma, podría ser cualquiera —expresó con molestia y se giró, pegándose más a la otra persona que yacía inconsciente.
Tras ese trato y rechazo, el de ojos índigo quedó asustado; no estaba acostumbrado a tratos tan groseros, pero en aquella situación, ninguna clase social o título era significativo ante tal incertidumbre.
