Continuará

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Gareth estaba paseando en el patio de la prisión de Alhaurín de la Torre tratando de pasar desapercibido, pero no era fácil por dos motivos: era un alguien corpulento que llamaba la atención y todos sabían quién era. Alguien había filtrado esa información y, a pesar de que lo habían puesto en el ala de delicuentes menores, eso no quitaba que nadie le quitara el ojo de encima.

Su abogado le había dicho que lucharía para que fuera extraditado a una prisión en Illinois —tarea nada fácil, dado que los crímenes se habían cometido en suelo español.

Gareth no tenía muy claro qué opción era mejor. Él estaba con criminales a los que consideraba de poca monta. No eran para nada los asesinos que poblaban las cárceles de Estados Unidos. No quería verse en una escena típica de película en la que iban...

—Freechild, ven —dijo un funcionario que le pidió que lo siguiera.

—Todavía no terminó mi turno...

—No me hagas repetir o no tendrás más salidas —amenazó.

Gareth suspiró y lo siguió.

Pasaron por varios pasillos por los que él nunca había caminado. Habían traspasado varias puertas, bajado varios tramos de escaleras hasta un subnivel que parecía ser los sótanos y despensas de la cárcel.

—¿Qué pasa? ¿A dónde vamos?

—No tardarás en descubrirlo.

Llegaron a una puerta que el funcionario tocó por tres veces y después se apartó. Un chirrido le avisó de que se abría y un hombre lleno de tatuajes carcelarios apareció y lo examinó de arriba abajo sin una reacción aparente. Con movimiento de la cabeza le indicó que entrara. Gareth miró al funcionario que asintió. No se hizo esperar y se adentró en una habitación levemente iluminada por unos tubos fluorescentes y un molesto olor a humedad.

Cerraron la puerta tras él. El funcionario había quedado afuera. Gareth se encontró ante la presencia del tío de los tatuajes y en tres sillas habían tres hombres de orígenes claramente distintos. Uno podría ser ruso, el otro asiático y el tercero árabe. Lo miraban seriamente.

—Bueno, bueno —dijo el de los tatuajes en inglés con un claro acento malagueño—. Muy pocos han tenido el privilegio que vas a tener tú.

Gareth no respondió. Sabía que aquella escena era peligrosa y no lograba entender por qué.

—Nos vas a contar todo lo que sepas de Athena Diaz —prosiguió—. Cómo organiza sus conciertos, las empresas que colaboran ahí y cómo son las medidas de seguridad.

Aquello sí que fue totalmente inesperado. ¿Lo habían llevado para hablar de la zorra esa?

—Esa información la podéis encontrar en internet —respondió, amedrentado—. Poco sé que...

—Sabes más de lo que dices. Tienes nombres de la gente que trabaja ahí, sabes sus secretos y cómo saltarte ciertas medidas de seguridad. Habrás ido a muchos de sus conciertos, habrás estado entre bastidores y conocerás esas particularidades que sólo los más cercanos a Diaz pueden conocer para llegar hasta el corazón de la bestia.

—¿Queréis hacerle daño? Porque si es así, contad...

—Sólo necesitamos que nos digas eso y tu colaboración con nosotros terminará. Serás recompensado generosamente.

Gareth asintió.

Lo que él no había podido terminar, tal vez sería ejecutado por esa gente extraña. Encima, si le pagaban por ello, le vendría genial para cambiar de abogado y buscarse alguno mejor. O incluso para pagar a algún juez. No estaba dispuesto a pasar el resto de su vida entre rejas.

—Preparad papel y lápiz.

—¡Freechild! —gritó Miguel, uno de los funcionarios de prisiones que estaba en el turno de la mañana—

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—¡Freechild! —gritó Miguel, uno de los funcionarios de prisiones que estaba en el turno de la mañana—. ¡Despierta! ¡Esto no es un puto hotel en donde te puedes perder el desayuno!

Como no respondía, abrió la puerta para ver si estaba bien. Los primerizos solían enfermar de los nervios y simular cualquier cosa con tal de ir a la enfermería o a un hospital fuera del penal. Este no lo iba a engañar. ¡Ya se las sabía todas tras diez años allí!

—¡Vamos, joder! —apremió mientras lo movía para despertarlo—. Pero qué coño...

El cuerpo sin vida de Gareth cayó de la cama al suelo de la celda. Desde esa posición vio un feo corte en el cuello. ¡Lo habían degollado!

De inmediato se puso en marcha el protocolo cuando se producían homicidios entre los reos. Aquello sería una noticia terrible para la cárcel y para el país por la trascendencia internacional que tendría.

Lo que no sabía Miguel era que ese asesinato había iniciado una cuenta atrás que terminaría en Lisboa el mismo día en el que Athena Diaz retomaría el Love and Life Tour.

Lo que no sabía Miguel era que ese asesinato había iniciado una cuenta atrás que terminaría en Lisboa el mismo día en el que Athena Diaz retomaría el Love and Life Tour

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Si me odiais en este momento no os lo puedo echar en cara. Este es un relato de transición entre lo que desde siempre fue mi idea de continuar con la historia de Athena, dejando un poco de lado la novela romántica pura y agregando un poco de thriller.

Pero como diría un profesor que tuve, el amor se encuentra como trama en muchas historias y en la que venga, también habrá algo, aunque se trate de un romance entre balas, ja.

Gracias de nuevo por haberme acompañado en este relatito del Athenaverse que poquito a poco se expande más.

¡Nos leemos!

OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora