En Otra Vida

Atsumu Miya, conocido por ser el alma de las fiestas, se encontraba atrapado en un mar de risas y recuerdos, pero su rostro delataba un desconcierto que pocos podían notar. En la tan esperada celebración de reencuentro de la generación monstruosa, el ambiente festivo de la habitación era innegable. Las risas y los brindis resonaban mientras Kuroo Tetsurou, el gran manager y organizador del evento, se aseguraba de que todos se sintieran cómodos. Sin embargo, a pesar del bullicio y la alegría que lo rodeaba, Atsumu sentía un nudo en el estómago que no podía ignorar.

Oikawa Tooru, su viejo amigo y compañero de equipo, lo observó de reojo mientras conversaba con otros. Se acercó a Atsumu, notando su mirada distante.—"¿Está bien, Tsumu? Te veo un poco... apagado”— preguntó, frunciendo el ceño.

Atsumu suspiró, dejando caer los hombros. —"Es solo la mudanza, Oikawa. Es algo molesto”—respondió, con un tono cansado.

—"Pensé que Kita ya se había encargado de eso"—replicó Oikawa, levantando una ceja. El castaño parecía genuinamente extrañado por la respuesta de su amigo.

—"Lo hizo, es solo que se me hace extraño dejar todo esto atrás. Mi departamento, mis entrenamientos, mi carrera…"—murmuró Atsumu —"Nunca imaginé que casarme sería tan difícil. Digo, Samu parece gozarlo"— añadió, fastidiado, mientras miraba a su gemelo, quien reía y bailaba con su esposo a solo unos metros de él.

—"Casarse no debería sonar como tu muerte, Tsumu"—dijo Oikawa, intentando convencer a Atsumu—"Mira a Bokuto. Hace años que se casó y sigue jugando como si fuera el último día de su vida."

Atsumu miró hacia Bokuto, quien reía a carcajadas junto a Akashi, el dúo irrompible que parecía complementarse a la perfección.
—"Lo sé, Oikawa... es solo que creo que aún no estoy listo"— admitió, sintiendo cómo la presión aumentaba en su pecho. Con un gesto de desesperación, levantó su vaso, dando un último sorbo a su cerveza.
—"Iré por más"—dijo escudándose y se marchó antes de que Oikawa pudiera hacer algo para detenerlo.

Mientras caminaba hacia la barra, Atsumu no podía evitar observar a su alrededor. El lugar estaba lleno de parejas felices: Kageyama y Hinata se abrazaban mientras bailaban al son de la música, completamente ajenos a las miradas que se posaban sobre ellos.
—"Mira cómo se miran"—pensó Atsumu, sintiendo una punzada de envidia.—"Esos dos siempre han tenido algo especial."

En un rincón, Hoshiumi y Hirugami danzaban con alegría, ajenos a cualquier preocupación, mientras que Ushijima se besaba con Tendou, provocando que Atsumu rodara los ojos.—"¿Por qué todos parecen tan felices?"—murmuró para sí mismo, sintiendo que la alegría ajena solo le recordaba lo que le faltaba.

Decidido a olvidar esa sensación abrumadora, Atsumu llenó su vaso de alcohol una vez más.—"Esto es lo que necesito"—se dijo, sintiendo cómo el líquido espumoso ardía en su garganta. Pero las risas, la música y las miradas de felicidad lo abrumaban cada vez más. Con un último suspiro de frustracción, tomó la botella de cerveza directamente y se dirigió al balcón, con la intención de huir por completo.—"Esto es estúpido"—se murmuró a sí mismo mientras atravesaba la puerta.

En el balcón, la brisa nocturna lo recibió, y sintió un alivio momentáneo. Con la botella en mano, se apoyó contra la barandilla, mirando hacia la ciudad iluminada. —"Voy a beber hasta olvidarme de todo esto"—pensó, mientras vertía un buen trago de cerveza en su garganta. El frío de la noche lo reconfortaba, aunque el aroma del cigarrillo que le
llegaba de alguna parte lo distraía.

—"Grandioso"—pensó. No había sido el único en escaparse de la fiesta, y ahora tendría que compartir su espacio seguro con alguien más, probablemente un idiota.

—"¿Cuánto tiempo, Miya?"—dijo una voz profunda y cansada que resonó en la noche.

Atsumu sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Aquella voz, sin duda era él. Con temor, dirigió su mirada al hombre que se encontraba a tan solo seis pasos de distancia. Sakusa Kiyoomi estaba apoyado en el barandal, vestido con un abrigo negro  y fumando.