⚔️ El chaman de Bugjjog ⚔️

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Mi último recuerdo del día en que terminó la guerra es la oscuridad que me cubrió, pero también la humedad. Tanta humedad que sentí que me ahogaba y si el agua no me mataba, lo haría el dolor. Mi cara, mi costado, mi pierna.

Fue un instante de agonía qué se sintió eterno y luego nada. Caí en el vacío de la inconsciencia y mientras mi mente se apagaba, la imagen de Jimin brilló tan clara como la luz del día.

Esa misma imagen fue lo primero que volvió a mi cuando desperté. Había tanto dolor que casi preferí estar muerto, pero al mismo tiempo era como si mi rey estuviera allí, arrullando y diciéndome que tenía que aguantar porque todavía tenía que volver a él. Resistí el fuego que no dejaba de arder a mi alrededor, mi costado estaba en llamas, quería levantar la mano y sacar mi ojo con mis propios dedos, y mi pierna... ¿seguía allí? No estaba seguro.

Lo único de lo que estaba seguro es de que por alguna razón parecía estar vivo porque la alternativa era estar en el infierno y no creo que en el infierno tuviera la indulgencia de mantener mis recuerdos de Jimin tan vívidos a pesar del dolor y de caer inconsciente la mayor parte del tiempo.

—Despierta. Tienes que despertar, guerrero.

La voz que me instó a despertar era suave, pero desconocida. No era la voz de Jimin. No era mi rey pidiéndome volver.

¿Dónde estaba? ¿Qué sucedió con mis soldados? ¿Con la guerra?

—Sí quieres volver a tu hogar, tienes que despertar.

Escuché esa voz tantas veces y por tanto tiempo, que en algún momento se volvió familiar y me obligué a abrir los ojos (mi único ojo) para ponerle un rostro a la voz del hombre que me hablaba todo el tiempo.

—Eso es. —Una sonrisa grande adornaba un rostro delicado. Uno que nunca había visto antes.

—¿Quién eres?

El hombre frente a mi no podía tener más de veinte años, apenas sí parecía mayor que el soldado más joven de mi ejército, pero había conocimiento, sabiduría y experiencia en sus ojos marrones, tan claros como su cabello castaño.

—No importa quién soy. Tienes que recuperarte y volver a tu casa. Allá te esperan y ya ha pasado mucho tiempo.

El chico frente a mi suavizó su mirada y pude enfocarlo mejor con mi único ojo. Llevaba una túnica vieja, sucia y descolorida y eso me hizo notar mi entorno. Una choza, apenas de pie y con tantos agujeros en el techo de paja que parecía un colador.

—Dime tu nombre. —Cuando intenté levantarme recordé el dolor porque volvió a mi. Lo peor estaba en mi costado. Se sentía en carne viva y el dolor se filtraba en mis huesos.

—Soy Kim Taehyung. Solía ser el chaman de Bugjjog. Y tú eres Min Yoongi, el guerrero del rey Park de Namjjog.

Estuve yendo y viniendo de la inconsciencia por casi dos semanas, me dijo Taehyung un día cuando pude pasar más de unos minutos despierto. Mi pierna estaba envuelta en vendas sucias y hojas machacadas que olían a mierda, pero era lo que menos dolía. El ojo no lo sentía en absoluto, pero el costado. Todo desde debajo del brazo hasta la cadera estaba cubierto de una pasta blanca que no me dejaba ver lo mal que estaba la piel, sin embargo, no hacía mucho por mitigar el dolor. Así que me mordía las mejillas y apretaba los puños cada vez que intentaba moverme solo un poco, que no era mucho estando postrado en el suelo junto a un fogón.

—¿Eres un chaman? —pregunté y Taehyung asintió sin mirarme. Estaba poniendo más de la pasta blanca en la piel de otro hombre a mi lado que no se había despertado ni una sola vez. No sabía quién era, estaba quemado de pies a cabeza y le faltaba un brazo. Podría ser un soldado de Bugjjog por lo que sabía, pero yo estaba vivo y siendo cuidado por un desconocido. No iba a quejarme, solo tratar de recuperarme y volver a Namjjog con mi pueblo y mi rey. —¿Qué edad tienes? No conozco muchos chamanes, pero no son tan jóvenes como tú.

Taehyung sonrió con condescendencia. Había algo en su mirada que me hacía negarme a creer que era un enemigo, a pesar de que dijo ser el chaman de Seohan.

—Tengo veintidós. Sé que soy joven, pero lo que soy era mi destino. Mi madre fue la chaman de Bugjjog antes de mi y yo heredé sus dones. —Me miró y puso los ojos en blanco—. Y sé lo que estás pensando ¿Por qué el chaman del reino enemigo te salvó la vida? ¿Cómo sé quién eres? ¿Quién es este hombre?

—¿También eres adivino?

La risa melodiosa del chico me recordó a Jimin. Tal vez porque hace tiempo que no escuchaba la risa de un donsel o porque Taehyung se veía igual de delicado que el rey al que amo con todo mi corazón. Los hombres como él suelen ser como las flores: bonitos, suaves y casi rompibles, aunque poseen su propia fuerza interior.

—Si ves cómo vivo o más bien sobrevivo, es porque Seohan me desterró cuando le dije que no tenía oportunidad de ganar la guerra. No soy un adivino, pero puedo interpretar las señales de la naturaleza, tengo sueños reveladores y mis medicinas son un poco más efectivas que las tradicionales. Deberías estar muerto. Tú y tu capitán —dijo viendo al hombre al que le hacía las curas. —Oí la explosión ese día y luego el cielo se abrió y llovió tanto que pensé que mi choza se iba a caer. Escuché el susurro del viento y fui hasta el risco. No había nada que rescatar, excepto tú debajo de un montón de cadáveres y este soldado que cubría el hueco de la entrada. No hay manera de que alguien lo reconozca si sobrevive y solo sé que es un capitán y tu hombre de confianza por los susurros del viento.

—Tengo que volver. —Aún si tenía que arrastrarme hasta el palacio. —Mi rey me espera.

—Tu amante.

—Mi amor —declaré sin dudas.

—No puedes moverte, sin embargo. La herida en tu pierna se infectó y todavía sufres de fiebre. Tu ojo no será como antes y será un milagro que puedas ver la mitad de lo que veías antes de que te cortaras. Tu costado es lo peor. Si te mueves y rompes la piel quemada también se infectará, sin contar con que llevará demasiado tiempo para sanar y será una zona sensible.

—Él espera que vuelva. Tengo promesas que cumplir.

—Él te espera —concordó Taehyung, mirando el fondo de una taza de té vacía. —Los dos tienen algo precioso por lo que volver a encontrarse.

Estaba tan cansado y dolorido, que me volví a quedar dormido, escuchando a mi salvador moverse a través de la choza.


El guerrero del rey |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora