Capítulo cuatro: Celos que vienen

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Últimamente, el amanecer en el refugio siempre era caótico. Pero nadie pensó que el día que vivían sería así. Rey se despertó, aunque seguía con sueño. La realidad era que no estaba descansando demasiado: la preocupación por sus hermanos, por Mar, por Merlín, incluso, consumía su cerebro. No podía mantenerlo apagado bajo ninguna circunstancia. 

No era sorpresa para él encontrarse con Catalina y Ada en la cocina, siempre compartiendo algún mate mientras veían las cámaras de vigilancia. Lo que si le resultó sorprendente era encontrarse con que ambas lo miraban de manera sugestiva, como esperando que él dijera o expresara algo.

- ¿Qué les pasa? - preguntó, ya cansado, una vez que se sentó a desayunar.

- ¿A nosotras? - dijo Ada, haciéndose la desentendida -, habría que preguntar que le pasa a usted en realidad. ¿De cuántos corazones pretende ser el rey?

- ¿De que estás hablando, Ada? - cuestionó él.

- No me digas que no entraste a las redes... ¡Ay, pero Rey! ¿No te dedicas a esto? Ya deberías saber que de la noche a la mañana te convertiste en la Tendencia número uno de todas las redes. Aunque, bueno... No solo vos.

Rey tomó su teléfono y lo abrió de un sopetón, y allí estaba: él etiquetado en muchas publicaciones bajo el hastag #Reisy. Llevaba bastante tiempo en redes como para entender que eso era un shippeo que se había iniciado entre él y Daisy. Pero, ¿porqué?

- Ayer Sasha hizo un vivo, y detrás de eso saliste vos abrazando a Daisy. Las ex noviecitas de Sasha se encargaron de hacer un vivo impulsando este shippeo... Y ahora es súper viral. Muchos están indignados con lo que te había hecho Mar, y también ella está desaparecida del Hangar asi que...

- Catalina, decime que Mar no- y en ese momento, la muchacha de rulos entró con una sonrisa que a leguas se notaba que era falsa como billete de tres pesos.

- ¡Rey! - gritó, exagerada - ¡¡Buen día!! ¿Cómo le va a nuestro rey de corazones? - y le pegó fuerte en el brazo, dejando dolor en la zona muscular. 

- Mar, bien, bien... ¿Vos estás bien? - le preguntó, mientras se acariciaba la zona adolorida.

- Perfecta, en mi mejor momento. ¡Como vos! ¡Que bueno que estamos todos en tan buenos momentos! ¿no? Genial, genial... Voy a ver a Fach que tenemos que resolver algunas cosas del Hangar... ¡Mira que casualidad! Como vos, Rey, que tenes asuntos pendientes en el Hangar, que loco... 

Y se fue. Rey, confundido, miró a las dos mujeres.

- Nos enteramos por ella - le explicó Ada -. Lleva así toda la mañana. Enchufada a doscientos veinte con un inusual optimismo irrealista. ¿Porqué será?

- Ustedes saben que hacía abrazando a Daisy, me tuvieron que escuchar... Ella estaba mal por Mar y Pipe y se suponía que yo debía estar para ella...

- Sí, pero Mar no lo escuchó. Además, el poder de las redes es enorme - explicó Catalina -. Ya encontraron veinte veces donde ustedes se cruzaron dos segundos, y están todos convencidos que sucede algo. Basta con que la hicieras girar en la presentación de una canción, o que su verso fuera después del tuyo para que enloquecieran... Y algunas de esas fanáticas pueden ser muy crueles con quien creen, puede ser una tercera en discordia. En este caso, Mar...

- Pero Daisy y yo ni siquiera hablamos demasiado, no tiene sentido todo un shippeo, ¿en base a qué? ¿Y Pipe? ¿Dónde está, él lo vio?

- Por supuesto, no soy como vos que no abriste el teléfono en toda la mañana - expresó Pipe, entrando a la cocina -. Y créeme, que si no supiera que estás tan enamorado de Mar, esas fanáticas me hubiesen convencido de que sentís algo por Daisy. Pueden ser muy persuasivas.

Haz que tu cuento valga la pena - MarreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora