𝗪𝗜𝗡𝗧𝗘𝗥 ━ Ken Ryuguji (Draken)

OO1|EL ALETEO DE UNA MARIPOSA

EL ALETEO DE UNA MARIPOSA

1 de Julio de 2017
Shibuya, Tokyo

Nara estaba de pie detrás del mostrador del restaurante con la mirada fija en el suelo de madera desgastada. Después de pasar una noche entera pensándolo, dándole vueltas a cada posibilidad, se había convencido a sí misma de que tenía que hacerlo, de que era la única forma de mantener el restaurante a flote. El lugar que alguna vez fue el corazón de su familia estaba en peligro, y aunque le doliera, despedir a algunos empleados era la opción más viable.

Shoji y Yoru estaban en la cocina, riendo mientras terminaban de recoger los utensilios después del cierre. Nara sabía que, además de empleados dedicados, ellos eran dos de las personas más carismáticas y trabajadoras que había conocido. Siempre lograban sacar sonrisas a los clientes y el ambiente en el restaurante no sería lo mismo sin ellos.

Respiró profundamente y se acercó a la puerta de la cocina, apoyándose en el marco antes de llamarlos.

—Chicos... ¿Podemos hablar un momento?

Los dos jóvenes dejaron de lado sus tareas y se acercaron. Shoji, con una sonrisa amplia, fue el primero en responder.

—¿Qué pasa, jefa?

Pero su sonrisa comenzó a desvanecerse cuando notó la expresión de Nara. Ella intentó mantenerse firme aunque la verdad era que no encontraba la manera de suavizar el golpe.

—Saben que este restaurante es todo para mí —comenzó—, es el legado de mi familia y he intentado mantenerlo a flote —tomó aire y continuó hablando con toda la calma que pudo reunir—. Desde hace unos meses el costo de la renta al igual que algunos servicios cómo el agua y el gas aumentó, por el contrario las ventas han disminuido y cómo resultado me veo obligada a hacer algunos ajustes.

—¿Ajustes? —cuestionó Yoru con voz cautelosa, la preocupación se reflejaba en su rostro conforme procesaba las palabras de Nara—. ¿Quieres decir...?

La mayor cerró los ojos un instante, después asintió con tristeza.

—Yoru, Shoji… voy a tener que prescindir de ustedes —el silencio se apoderó de la cocina. Los jóvenes intercambiaron miradas preguntándose si era cierto lo que acababan de escuchar—. Créanme, si hubiera otra opción no estaría haciendo esto.

—Supongo que... lo entiendo —intervino Shoji con un gesto comprensivo—, no ha sido fácil últimamente, sin embargo duele escucharlo. Este lugar también significa mucho para nosotros.

Nara sintió un nudo en la garganta y por un momento su fachada de fortaleza flaqueó. Los chicos no sólo eran sus empleados, sino también su apoyo diario, aquellos que le daban un respiro en medio de sus propias preocupaciones.

—Sé que es injusto —la voz apagada de la mayor hizo que Yoru sintiera ganas de llorar—, sé que no merecen pasar por esto. Les agradezco cada esfuerzo, cada sonrisa que han dado aquí. Si pudiera hacer algo más les juro que lo haría.

Yoru se animó a dar un paso al frente y le puso una mano en el hombro.

—No tienes que decirlo, sabemos que esto no es fácil para ti tampoco —aseguró la muchacha—. No podríamos guardarte rencor.

Shoji asintió en silencio, intentando sonreír, aunque sus ojos reflejaban tristeza.

—Gracias por todo, jefa. Este lugar es más que un trabajo para Yoru y para mí, lo sabes. Esperamos que el restaurante salga adelante... y que tú estés bien.

Los observó mientras recogían sus pertenencias. Estaba convencida de que la decisión era la correcta en términos prácticos, pero el hueco que dejarían en su corazón era algo que le costaría llenar. Y cuando por fin se fueron, el restaurante le pareció más silencioso... más vacío.
Nara tomó las llaves de su auto y luego apagó las luces del lugar, era el momento de regresar a casa.