C A P I T U L O 03

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C A P I T U L O 03

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C A P I T U L O 03

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Taehyung

Han pasado semanas desde aquel suceso. La policía ya vino, tal como dijeron, y el caso de los Baek sigue en proceso. Mientras tanto, Natasha no ha logrado superar los nervios; no la culpo, presenciar una muerte no es algo que se pueda olvidar con facilidad. Jimin ha estado a su lado todo este tiempo. Por otro lado, papá regresó de madrugada y no ha salido desde entonces; ha estado trabajando en casa, lo cual, para mí, resulta inusual.

—¿Papá? —pregunto al escuchar un ruido en el pasillo. Él es el único que suele venir hasta la tercera planta, aunque en algunas ocasiones también lo hace Jimin, pero solo cuando sabe que tengo a algún alfa conmigo… cosa que no ha sucedido últimamente.

El silencio responde a mi llamado, así que me levanto y abro la puerta. El pasillo está vacío. «¿Será Sohae?»

Regreso a mi habitación. La tarea acumulada es abrumadora, y mi equipo no ha hecho ni la mitad de lo que le corresponde, por lo que prácticamente me toca a mí hacer todo el trabajo.

—Esos inútiles… los voy a borrar del grupo y ya verán —murmuro para mí mismo, irritado.

Mis dedos se detienen en el teclado cuando siento una presencia en la habitación. No, más que eso… una inquietud se apodera de mí al reconocer un aroma familiar que roza apenas mi olfato. Con cautela, busco el cúter que uso para mis proyectos, lo empuño y me giro con intención de herir a quienquiera que esté ahí.

Pero no hay nadie.

—Maldita sea… —murmuro, frustrado—. Quizás Natasha no sea la única que ha quedado afectada después de aquello. No basta con buscar su rastro por todos lados, ahora tengo que sentirme acosado por su aroma. Demonios.

Con enojo, vuelvo a la laptop y elimino a mis compañeros del grupo; han pasado dos semanas desde que nos asignaron este proyecto y, mientras ellos parecen estar de vacaciones, yo aquí sigo esperando a que se dignen siquiera a responder los mensajes.

Después de varios minutos, logro completar una pequeña parte de mi tarea. Me estiro y bajo a la cocina en busca de algo para beber. Encuentro a papá en la sala, con las piernas cruzadas y la laptop sobre ellas, alternando entre la computadora y el teléfono, seguramente atendiendo llamadas de trabajo.

—¿Quieres? —me ofrece un vaso de jugo, y yo acepto.

—Gracias —murmuro suavemente para no interrumpirlo. Verlo tan concentrado en sus cosas me arranca una sonrisa; siempre ha sido así, y me alegra que lo siga siendo. Admito que Natasha no es precisamente de mi agrado, pero reconozco que su llegada trajo algo de consuelo a papá, después de años de llorarle a mamá. A pesar de que estén en malos términos ahora, no puedo negar que si papá sigue en pie es, en parte, gracias a ella. Aunque él siempre dice que es por nosotros.

EL OMEGA DE UN... ¡¿Criminal?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora