Mutante

158 26 38
                                    

El grito proveniente del Dojo despertó a los demás hermanos de inmediato. En poco segundos los tres se encontraban listos para el ataque.

Lo primero que encontraron fue a Leonardo sentado en el suelo en uno de los extremos del tatami con ambas katanas en el suelo a ambos lados del mayor. Su hermano mayor no pareció percatarse de su presencia, su mirada, sorprendida y asustada, se encontraba enfocada en una de las esquinas.

Los tres hermanos siguieron el enfoque de su hermano notando una sombra que no se dejaba ver del todo debido a la oscuridad de la noche y de las alcantarillas.

— ¿Eso es...? —empezó Mikey intentando discernir la figura frente a él.

— ¡Mutante! —gritó Rafael lanzándose al ataque.

En ese instante, Leonardo pareció despertar de su estupor.

— ¡Rafa, espera! —exclamó tecleando a su hermano haciendo que ambos cayeran fuertemente al suelo uno sobre el otro.

Los menores retrocedieron sorprendidos sin esperarse esa reacción de Leonardo.

— ¡¿Qué diablos haces, intrépido?! —gritó molesto Rafael volteando a encarar a su hermano, levantando uno de sus brazos con violencia dispuesto a empujar al mayor— ¡¿Qué no ves que estoy...?!

Pero no pudo terminar su movimiento ya que una mano blanca se encontraba sujetando fuertemente su brazo, impidiendo su movimiento.

Sorprendido, Rafael observó la mano notando que estaba cubierta totalmente por pelaje blanco, al igual que el brazo, cuello y rostro de quien tenía presos sus movimientos, encontrándose con unos ojos rojos que él ya había visto.

Tanto Rafael como los hermanos menores él se encontrabas estupefactos observando la escena frente a ellos.

El intruso ya no se encontraba en las sombras, ahora lo bañaba la poca luz de luna que se filtraba por las rendijas de la alcantarilla.

Era claro que era un mutante, macho, un poco más alto que Casey, con dos enormes orejas que le llegaban hasta más allá de los hombros y se veía molesto, muy molesto.

— ¿E-es...? —comenzó Mikey.

— Es Usagi —dijo Donatello acercándose lentamente al mutante blanco, quien no despegaba su mirada molesta del rojo—. Debió encontrarse con los mutágenos de mi laboratorio.

El Dojo quedó en silencio unos segundos debido a la gran impresión de los hermanos. De pronto, de un momento a otro, Usagi soltó a la tortuga de rojo y, ante la atenta mirada de todos, se acercó torpemente –mostrando tener dificultad para caminar de forma bípeda– a la tortuga mayor, quedando frente a él, dándole la espalda a Rafael y los demás.

— ¿Bien? —preguntó el mutante blanco arrastrando sus palabras, apuntando al caparazón del líder con un rostro que demostraba genuina y profunda confusión.

Leonardo, aún sin saber muy bien cómo reaccionar, solo asintió sin pronunciar palabra alguna.

Usagi sonrió satisfecho y se sentó frente al líder con una seiza muy mal ejecutada.

El silencio se mantuvo otro par de segundos hasta que Mikey habló.

— Oigan, no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero me incomoda que esté desnudo.

— ¡Mikey! —exclamaron sus tres hermanos al unísono.

-.-.-

Leonardo se sentía muy poco enfocado, algo a lo que no estaba acostumbrado ya que siempre estaba con ambos pies sobre la tierra siempre atento a su alrededor, pero en esos momentos era todo lo contrario.

Usagi parecía igual de fascinado con él y seguía con algunas costumbres de su antigua forma, como la de observarle en silencio.

Así que ahí estaba él, sentado en la sala principal con Usagi frente a él que lo miraba con una expresión tranquila en su rostro antropomórfico. Rafael también se encontraba ahí, con ambas armas en sus manos a su lado. Rafael estaba alerta, lo que tenía sentido, estaban frente a un mutante recién transformado por lo que era probable que sea impredecible, sin embargo, Leonardo no podía mantener esa postura de alerta, se sentía como si sus pies no tocaran la tierra, aún sin poder creer lo que ocurría.

— Si te llegas a desmayar, intrépido, te prometo que nunca dejaré de burlarme —dijo Rafael con molestia.

Leonardo quería responderle que eso no pasaría, que no era momento para bromear así, pero su voz no podía salir, era como si su garganta estuviera cerrada y sus párpados incapaces de no mostrar sorpresa. Siendo honesto consigo mismo, su cabeza se sentía ligera también y escuchaba el ruido a su alrededor como si se encontrara bajo el agua.

Tal vez sí se iba a desmayar.

De pronto, Mikey y Donnie aparecieron en la sala con un traje entre sus manos.

— Es lo mejor que encontramos —mencionó Donnie.

— Se verá como un anciano pero estará vestido —rió el menor.

Pero Leonardo no pudo contestar nada. Su poco enfoque desapareció de pronto y solo podía observar lo que llevaban sus hermanos.

Un kimono de Sensei.

Ahora sí se iba a desmayar.

Sintió como su cuerpo se balanceó ligeramente hacia adelante pero dos manos en sus hombros evitaron cualquier otro movimiento. Rafael lo sostenía en uno de sus hombros y Usagi en el otro.

Leonardo sacudió su cabeza. Ya basta de no cumplir con sus responsabilidades.

— G-gracias, Rafa —dijo volteando a ver a su hermano y luego al conejo—, y a ti Usagi.

El conejo sonrió.

El kimono era uno antiguo, no era el favorito de Sensei pero Leonardo recordaba que ese fue uno de sus usuales durante algunos años, lo suficiente para que se vea el desgaste.

Era de un color rojizo, casi marrón y le quedaba grande a Usagi, lo que era claro por las diferentes contexturas entre el conejo y el maestro. Splinter era algo corpulento, Usagi mucho más delgado.

Después de unos minutos, Usagi estaba vestido y seguía mirando con infinita calma al mayor. Pero quedaba un gran problema.

— Chicos, tengo sueño, volvamos a dormir —reclamó el menor—. Usagi puede dormir en el sofá y mañana arreglamos esto.

— Estoy de acuerdo —respondió Donnie—. Mentes descansadas son capaces de encontrar mejores soluciones.

— Yo digo que lo encerremos en una jaula, por si acaso.

— No vamos a hacer eso, Rafael —respondió firme Leonardo— Usagi, te quedarás a dormir aqui, ¿de acuerdo?

Usagi negó y llevó una de sus manos a una parte del torso del mayor.

— Con Leonardo.

Las tortugas observaron nuevamente al conejo con grandes ojos por unos segundos.

Hasta que los tres menores empezaron a reír a carcajadas.

— ¡Basta! —exclamó Leonardo avergonzado—. ¡Mejor vayan a dormir que mañana tendremos entrenamiento a primera hora!

Sus hermanos se quejaron sonoramente pero se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

Minutos después, Leonardo se encontraba acostado en uno de los lados de su cama mientras que Usagi se encontraba en el otro. Leonardo estaba recostado de espalda, mientras Usagi lo observaba fijamente en silencio.

Si bien estaba algo incómodo, después de tantas emociones vividas, Leonardo se quedó dormido en pocos minutos.

Todo bajo la mirada de su nuevo amigo.

-.-.-

Hola!!! Estoy viva, siento mucho la demora!! Entré a un postgrado así que el tiempo que tengo no es tanto, pero tenía muchas ganas de seguir esta historia.

Agradezco mucho sus comentarios y favoritos!!

Espero que les guste la historia, ya más interacción Leosagi!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Desde este momento y para siempre ││Usagi x LeonardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora