Irreal. Si tuviera que describir de alguna manera estos días, sería esa la palabra que usaría. Como si todo lo que estuviera viviendo fuera producto de una obra de ciencia ficción, y yo una de las actrices que no se ha leído el guión y está completamente perdida en el escenario. Forastera en mi propio hogar. Quién diría hace solo unas semanas que el mundo entero estaría detenido por un virus, el mundo entero detenido en el sentido más literal de la frase.
Cuando anunciaron la inmovilización obligatoria, como muchas personas, pensé que era una medida exagerada y populista del gobierno de turno. Con un mensaje a la nación mediocre y sin dar indicaciones concretas más allá de la inmovilización, que solo generó pánico y confusión, nos mandaron a casa, supuestamente por 7 días.
Esos 7 días han ido subiendo, como los muertos y los contagios que suben y suben. Muy por el contrario de las ventas de la empresa, que solo bajan. Las nuestras y las de todas las empresas. ¿Quién piensa en perfumes y cosméticos en medio de la cuarentena? ¿Quién puede pensar en cuarentena?
No puedo cerrar los ojos ante el gran privilegio que tengo en medio de esta crisis. Vivo la pandemia desde mi lujoso departamento ubicado en una de las mejores zonas de la ciudad, justo frente a un pequeño parque.
Un duplex de 3 habitaciones, con una amplia sala de estar donde paso la mayor parte del tiempo leyendo, escuchando música o trabajando. Un comedor de madera de estilo nórdico y luminoso que se conecta con la sala-recibidor, decorados con tonos azules, en torno a una pequeña acuarela, El sueño de Dalí. La sala en tonos tierra que se vuelve fresca por las grandes macetas de higuera hoja de violín, que llenan de aire el salón que conecta con la terraza. Coronando el departamento, en el piso más alto, mi habitación, el walking coloset, baño con jacuzzi y un pequeño jardín en el que camino descalza cada mañana.
Teniendo el privilegio de no tener que salir en medio de la crisis y con la empresa tambaleando, pero totalmente en pie, estos días parecían las vacaciones más extrañas que he vivido, pero descanso, al fin y al cabo. En nada se parecían a esas agotadoras vacaciones que organiza mi cuñada María, donde está cronometrado hasta los tiempos para ir al baño o las fotos; donde cada comida estaba ya escogida, cada restaurante reservado y las actividades previamente pagadas. Vacaciones donde, además de los ajetreos organizados, se reunía a toda la familia para hablar del futuro de la empresa.
La asistencia de carácter obligatorio para toda la familia que tiene que ver con el negocio, mis primos Joaquín y Luis Merino y por supuesto mis hermanos. Yo, la hermana del medio, seguí los pasos de mi tío Gervasio, dedicándome a la creación de perfumes, jabones, cremas y demás productos que la empresa fabrica y distribuye por todo el país. Nunca dudé que esto era a lo que quería dedicarme. No, no. Fue mi padre que nunca tuvo duda de que a esto debía de dedicarme.
De niña me pasaba las tardes en el jardín, oliendo las flores; en la cocina jugando con las especias, buscando olores que fueran nuevos o complementarios. Toda la vida familiar giraba en torno a esto. Mi madre con una delicadeza única se inventaba juegos para incluir a los niños de la casa, premiaba al que lograra resolver el reto de identificar las fragancias. La hermosa ingenuidad de las infancias, ingenuidad que nos hacía soñar con un futuro en Perfumería De la Reina. Ilusionados soñábamos con los roles que cumpliríamos, nada parecido a la actualidad, pues la empresa se ha convertido en una cárcel y Don Damián, nuestro carcelario. Una de mis cárceles, una de mis jaulas, como mi departamento de lujo.
Mi nivel de ansiedad no bajaba; no podía dejar de prensar en mi calendario, en lo mucho que se atrasaba la producción, las reuniones que tenía programas y las metas para el resto del mes que simplemente no se cumplirían. Mi rutina perdida. Si bien me gusta tener liberdad para crear, soy una persona esquemática, organizada. La libertad, el juego y la experimentación las tengo amarradas a la pata de la mesa del laboratorio. Eso soy. Una mujer pegada a mi rutina.
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100 días. Mafin en cuarentena
FanfictionLa pandemía por el COVID 19 ha paralizado el mundo. Marta De la Reina siente que los muros del departamento que habita se le vienen encima de tanta soledad y angustia. Decide hospedar unos días, a manera de favor, a la hija del antiguo chofer de la...