una lluviosa noche de octubre

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A pesar de todo lo que estaba pasando, y el tiempo que me tomé para pensar bien las cosas; al final decidí que lo haria por ella, aunque eso significaría perderme a mi en el intento

Ahora tenía una cosa que hacer

Mamaaaa - bajé a toda prisa por las escaleras - pueden dejar de besarse todo el tiempo me incomoda - dije cuando encontré a mi hermana y Michelle en el mueble ganándome un golpe del cojín lanzado por Diana

Envidiosa - susurró

Esta bien al, lo dejaremos de hacer - murmuró Michelle

Tu si me entiendes hermosa - deje un beso en su frente antes de que unas manos me mandaran votando

Todo era broma, me llevaba muy bien con Michell  era demasiado linda, y Diana bueno es Diana.

Mamaaaa - la seguí buscando por toda la casa

Subí las escaleras esperando respuesta alguna de su parte hasta que pase por la ventana del pasillo que daba vista hacia la piscina, donde estaba Michelle con Esther y unas cuantas amigas más, según las señoras me conocían de chiquita sabrá Dios quienes son.

Muy buenas tardes señoritas guapas- salí saludando a todas y me devolvieron el saludo, al menos eran Cortez

Hola mi vida - saludo mamá cuando me le acerque a la orilla de la piscina

oye ma ¿me puedes prestar el libro que escribió papá? - ella se quedó pensando como si estuviese recordando donde lo había puesto

Claro vida, supongo que ha de estar en la caja fuerte, sabes la clave- ¿¿¿cómo que supones Michelle  Carey???

Yo me retiro, ¿no se les ofrece algo? - pregunté todas negaron, que bueno porque no les iba a traer

Es mentira, creo que no debo recalcar que mamá nos crío bien y no enseño más que todo a tener respeto y clase; cosas que no tengo bueno quizás un poco

Subí las escaleras hasta el cuarto de mamá, rebuscando en su clóset su caja fuerte, introduje la clave

Efectivamente ahí estaba el dichoso libro, su pasta un poco rota y antigua pero su contenido seguía intacta, deje asegurado de nuevo la caja y lleve el libro hacia mi cuarto, me acomodé y comencé a leer las primeras páginas

Para ser sincero, no recuerdo la primera vez que me enamoré de ti, solo recuerdo lo hermosa que te veías antes de ir a la escuela, y el sonido de tu risa ante cualquier chiste malo que hacía.

Mis recuerdos son solo tuyos, estás todo el tiempo en ellos, y algunos pasan en cámara lenta, dejándome en claro que mi corazón dejaba de latir tantas veces que pensé que iba a morir.

Comencemos en orden

Cuando llegaste
la primera vez que te vi, mi padre había organizado una reunión en casa para la bienvenida de tu familia y se acababan de mudar, seguramente ellos se conocían desde pequeños, yo estaba jugando con baimax, y en eso tu pasaste por esa puerta eras una pequeña niña con un largo y rizado cabello, pecas abundante y un par de ojos grises.

Los ojos más bonitos que vería en mi vida

Te me acercaste y me sonreíste, empezaste a acariciar al perro, y yo me quedé viéndote sin decir nada, me daba miedo porque mi corazón latía de una manera extraña, una que nunca antes había sentido

Me golpeaste el hombro y me dijiste que parecía un tonto, seguramente en unos años lo sería pero solo por ti.

El tiempo pasó, el otoño llegó, y tú cara pálida, paso a ser una más cálida, podía notar tus cachetes sonrojados la mayor parte del día, estábamos de muy mal humor por el clima así que pensé en regalarte una piscina, pensamiento de niños, al final termine trayendo dos malteadas las cual estában muy heladas, que casi congelan tu cerebro, al final obtuve un beso, fue en el cachete pero toditos los elefante, mariposas, jirafas que estaban en mi estómago comenzaron a golpear fuertemente contra el.

El Destino Del Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora