Al día siguiente, Hongjoong se levantó para preparar el desayuno, aunque, realmente no tenía ganas. Estaba molesto por todo, así que prefería hacer cualquier cosa para poder distraerse, sin embargo, nada servía para que olvidara su presente.
—Hola —saludó Hongjoong mientras salía de la habitación, pero no se encontraba con nadie—. ¿Seonghwa?
Todo estaba vacío y no había ningún sonido, así que decidió salir, encontrándose con el viento frío de la mañana. Se colocó un par de zapatos cálidos para luego comenzar a caminar, buscando a su marido. Le daba un poco de temor estar solo en ese lugar alejado.
Ahora puede escuchar el sonido de las gallinas cacareando, por lo que fue hacia allá solo para encontrarse con él… Estaba vistiendo una camisa a cuadros de manga larga, un pantalón jean suelto y un par de botas de caucho largas.
—H-Hola —saludó algo nervioso, ya que se veía más intimidante con esa ropa que con su traje de novio del día anterior.
Seonghwa se tensó por un segundo y luego volteó su cuello encontrándose con su pequeño esposo, quien temblaba por el frío, debido a que seguía vistiendo su pijama. Suspiró para luego solo responder con un seco saludo de buenos días. Después se dispuso a seguir haciendo sus cosas, por lo que levantó el tarro con maíz para guardarlo, mientras las gallinas, los pollitos y el gallo se alimentaban.
Hongjoong se sentía nervioso, ya que no sabía muy bien que decir, bueno, apenas conocía al hombre, así que no era como que tuvieran temas de los que cuáles hablar con soltura. Simplemente estaba ahí parado, sintiendo frío y viendo cómo Seonghwa acomodaba algunas cosas.
—¿Necesitas algo? —pregunta el alto mientras lleva en la mano un balde metálico con alimento para cerdo— Estoy ocupado —susurró para luego mirarlo.
—Yo… solo te estaba buscando —mordisqueó su labio inferior— para desayunar.
—¿Desayunar? —soltó una risa en voz baja— Son las ocho de la mañana —tronó su cuello para luego arquear una ceja—. ¿A qué hora te levantabas cuando vivías con tus padres? —preguntó aún sonriente.
—Uhm… No lo sé, supongo que a la hora que me levantaba —se encogió de hombros.
—¿No te criaron para atender a tu hogar? —frunció su ceño.
—Sí —bajó la mirada mientras disminuye el volumen de su voz—, pero no solía hacer mucho caso a mi madre —se encogió de hombros.
—Lo supuse —rodó los ojos—. Yo ya comí, si quieres puedes prepararte algo —finalizó para luego irse del lugar sin esperar una respuesta por parte de Hongjoong.
El más pequeño se quedó ahí, sintiéndose un poco indignado; pensaba que Seonghwa le había dicho flojo de manera indirecta y aunque quizá podía ser verdad, no quitaba que le molestara.
Hongjoong decidió irse de ahí para luego entrar nuevamente a la casa, ahí estaba mucho más caliente que afuera donde corría el viento. Dejó descansar su espalda contra la puerta, pensando en que quizá si debió escuchar a su madre cuando está le enseñaba a ser un buen esposo. Sin embargo, él tenía demasiada pereza para aprender.
Fue a la cocina y preparó algo de café para comerlo con huevos fritos, queso rallado y maduro cocinado. Usualmente solía comer el pan recién horneado de su madre con la mantequilla que ella solía preparar, pero ahora no había, porque nadie lo había preparado… En ese momento sus ojos se agrandaron por la luz que lleno su cabeza. Ahora él era el encargado de la casa, ahora él tenía el mismo rol que su madre. Se suponía que él prepara el pan, la mantequilla, la mermelada y atendiera la casa. De repente comenzó a sentirse nervioso, porque había estado tan ensimismado en su miseria de no poder casarse con su exnovio, que ni siquiera se había puesto a pensar en lo que significaba ser un esposo.
Resbaló por la puerta, mirando a la nada. Él quería seguir durmiendo hasta las once de la mañana, simplemente ayudando a quitar los granos de las mazorcas de maíz mientras se quejaba de todo. Es decir, sus padres lo solían mimar mucho, así que nunca tuvo que hacer algo pesado, ya que cuando se escapaba de las clases de su madre, ella solía rendirse.
—Sufrirás el día en que te cases y harás sufrir a tu pobre marido —era la frase que más solía escuchar de parte de ella.
Bueno, tampoco era como si fuera el fin del mundo, aunque tenía un poco de miedo de que su marido estuviera molesto con él. Sabía que podía ser castigado o golpeado por no cumplir con sus obligaciones; había escuchado muchas historias por parte de familiares dónde iniciaban su matrimonio de mala manera, era por eso que su madre quería educarlo, con la intención de que no sufriera.
Aunque pensaba que Seonghwa no lucía enojado con él, más bien solo estaba serio como siempre y luego, bueno, se burló de él, porque quería desayunar a las ocho de la mañana. Él no era malo haciendo labores domésticas o de granja, simplemente era muy flojo para su propio bien.
Se levantó cuando terminó de comer y lavó sus platos. Se sentía incómodo por su nueva vida. Es decir, no se veía a sí mismo siendo un esposo; quería volver a su casa con sus padres. Suspiró, pensando en que fueron ellos mismos quienes lo cambiaron casándolo.
Después vio como la puerta se abría dejando entrar a su marido quien estaba quitándose las botas llenas de lodo. Ambos se quedaron mirando por un buen momento sin saber que decir exactamente; los dos se sentían nerviosos e incómodos en presencia del otro, aunque solo el corazón de uno de ellos palpitaba con emoción.
—¿No piensas hacer nada? —preguntó Seonghwa mientras se quitaba su camisa manchada, quedando solo con una camiseta negra sin mangas.
Las mejillas de Hongjoong se sonrojaron un poco al ver los brazos tonificados del otro; no mentiría con ello, a él le gustaban los músculos. Desvió la mirada mientras procesaba las palabras del otro.
—No sé muy bien que deseas que haga —frotó sus manos, nervioso.
—Hay un montón de cosas que hacer —explica—. Lavar la ropa, desgranar las mazorcas, limpiar el arroz, asear la casa, hervir la leche, dar de comer a los perros —se cruzó de brazos—. Claro, todo eso sin las cosas que yo tengo que hacer ¿O quieres ir a reparar la cerca ahora? —lo miró por un momento de manera cómica.
—Lo siento, no estoy muy acostumbrado, eran mis hermanos mayores quienes más hacían las cosas en casa —formó un puchero, sintiéndose regañado.
Seonghwa se quedó en silencio y luego suspiró, aquel matrimonio no había sido un buena idea y lo supo desde el principio, pero ahora simplemente no podía hacer nada. Después de todo ya se había comprometido a tener a cargo a aquel pequeño de ojos de cachorro triste.
—Haz lo que desees —no tenía ganas de seguir lidiando con ello.
Como hombre nacido en esa región, le enseñaron que tenía el control, que podía deshacerse de su esposo o esposa si no era de su agrado, que podía castigar para que su voluntad se cumpliera; sin embargo, no le agradaba aquello, prefería ignorar a Hongjoong antes que alzarle la mano o gritarle, así que simplemente optaba por alejarse para hacer sus propias cosas.
Nuevamente Hongjoong se quedó solo simplemente con el aroma a tierra mojada que dejó su marido en el espacio. Ahora se sentía minúsculo, como si en cualquier momento algo gigante podría aplastarlo. Odiaba estar casado, pero sabía que no tenía otra opción y eso le dolía.
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lirios de fuego | seongjoong
FanficHongjoong es un pueblerino, quien fue casado a la fuerza con el hijo de los granjeros Park a cambio de dos vacas. Hongjoong no soportaba a Seonghwa y prefería seguir enamorado de su exnovio, pero su, ahora, marido tratará de ganar su corazón por tod...