JULIANA
Mierda.
Apoyo la frente en la puerta cerrada y cierro los ojos. Ya me he arrepentido.
Eso ha sido mezquino. No tenía intención de ser cruel. De hecho, he estado durante todo el camino a casa intentando convencerme de que tenía que ser amable y dándole vueltas a alguna manera estúpida de darle la bienvenida.
«Bienvenida a casa». No, eso suena a que es de las dos.
«Me alegro de que estés aquí». Mentira. No me alegro nada.
«Cualquier cosa que necesites, pídemela». No me la pidas. Arréglatelas tú sola.
Todas las frases que he ensayado sonaban exactamente a eso, a ensayadas.
El plan que al final me convenció era muy simple. Pensaba decirle: «Te haré una copia de la llave», antes de dirigirme a mi habitación y poder quedarme a solas.
Pero luego la he visto ahí descalza en medio de mi salón, con una sudadera tan grande que no estoy muy convencida de que llevara algo debajo. Y tenía el cabello castaño recogido en una trenza medio deshecha que le caía por el hombro. Y sus ojos azules eran más tiernos de lo que yo recordaba, y eso ha sido lo que más me ha enojado.
Durante toda la noche, mis compañeras de equipo han estado dándome burla por la mudanza de Val. La conocieron hace unos cincos meses, el día que me vomitó en los zapatos, pero por desgracia lo único que recuerdan de ella es que estaba buenísima.
Yo ya sabía que era guapa. No estoy ciega. Pero ni de lejos recordaba al mismo bellezón que ellas. Estaba segura de que se lo inventaban.
Pero no.
Cuando he entrado en casa, me he dado cuenta de mi error. Tenían razón: es preciosa, cosa que odio, no por envidia ni nada apor el estilo , es más por mi concentración.
No me distraigo con facilidad, pero, si pudiera manifestar algo perfecto que acapare toda mi atención, diría que se parece mucho a ella.
Alguien así no puede vivir aquí. En realidad, no quiero que nadie viva aquí. Necesito mi propio espacio. Este lugar es mi único refugio de las presiones a las que estoy sometida fuera. Tengo que concentrarme para mi primera temporada como capitana y no sé cómo voy a poder hacer eso cuando mi compañera de piso parece que acaba de venir de la playa, con sus piernas bañadas por el sol, sus castaños cabellos y su ropa de colorines desparramada por el suelo de mi apartamento, aunque hasta donde sabía es hetero, un punto a favor en toda esta locura en la que me metió Mariana, pero eso no le quitaba que era hermosa la chica.
Qué mierda, necesito ir a la cancha.
A lo mejor me habría calmado un poco si hubiera tenido un momento para relajarme y me hubiera preparado para recibirla, pero esta noche no he tenido ni un solo minuto de tranquilidad. Me han estado observando todo el rato, así que he estado con los nervios de punta toda la noche.
Las miradas, como siempre, proceden de mis fans y de los periodistas, que observan cada uno de mis movimientos. Pero desde el ascenso, Jacobo Reyes, el general manager, me ha estado escudriñando con más desdén del habitual.
Le caía bien durante los tres primeros años que jugué para él, o al menos todo lo bien que puede caer una empleada cuyo sueldo supone una buena parte del presupuesto anual y que encima tiene que llevar al equipo a un campeonato, por no hablar de los playoffs.
Pero, en realidad, su verdadera aversión hacia mí comenzó el invierno pasado, cuando acompañé a su sobrina al estreno de una película por hacerle un favor. La chica , que es como si fuera su hija, se había visto implicada en algún lío con la ley, ¿y qué mejor manera de limpiar su imagen que recurrir a la honorable, Juliana Valdés?
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EL MOVIMIENTO CORRECTO
FanfictionJuliana Valdés es una de las mejores Basquetbolistas de la WNBA, es nueva capitana de las Red Devils de Miami , sin embargo su ego y su antipatía con la mayoría de las personas hace que todos duden de su capacidad de liderazgo. Valentina Carvajal...