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La cachetada resonó por toda la habitación. El silencio se instaló inmediatamente, y todos se miraron entre sí sin saber cómo reaccionar, hasta que el grito de la mujer que había dado el golpe rompió el mutismo.

—¡Eres un maldito hijo de puta! Le advertí a mi hijo sobre ti, pero esto es peor que todas mis advertencias. ¿Cómo tienes la desfachatez de venir aquí y contarnos que la boda se cancela porque resulta que has estado de zorra con otro hombre?

Levantó su brazo con la intención de golpear nuevamente al rubio, pero este la sostuvo con fuerza, evitando cualquier movimiento que pudiera lastimarlo. Ya había soportado suficiente en el pasado; no permitiría que esa mujer siguiera denigrándolo ahora que su felicidad estaba comenzando.

—¡No fue así! Estoy harto de usted. No vine ni siquiera a hablar con usted, vine por YeonJin, quien sí merece todo mi respeto—Jimin soltó con brusquedad el brazo de la mujer y la miró con odio—. Se lo dije esta mañana antes de irme: no permitiré que vuelva a insultarme y mucho menos a golpearme. Si le dejé que me abofeteara es porque sé que me lo merezco, pero hasta ahí.

La mujer no sabía qué decir, así que recurrió a mirar a su hijo, quien no se había movido desde que vio a Jimin entrar sin su traje de novio para la boda que debía celebrarse en menos de una hora.

—¡Di algo! —le recriminó la mujer, viéndolo sin reacción.

—Siempre he querido dos cosas en esta vida: ser millonario y encontrar al amor de mi vida y hacerlo plenamente feliz. Creí que las dos se habían hecho realidad, pero algo muy dentro de mi alma me decía que tú nunca fuiste completamente feliz a mi lado—Jimin quiso negar, explicarle que su experiencia con él había sido hermosa, pero el hombre lo detuvo—. Te escuché una vez hablando con Taehyung, y siento tanto haberlo hecho, pero te escuché llorar y me preocupé. Cuando te escuché hablar de un tal Yoongi y de lo mucho que lo amabas y de lo trágica que fue la vida de ese hombre, entendí que jamás podría hacerle competencia. Porque por más que me quieras, jamás veré tus ojos brillar tanto como cuando hablabas de él o siquiera lo recordabas—. Se acercó al rubio y tomó sus manos—. Quiero cumplir mis dos sueños, y si hacer feliz al amor de mi vida significa dejarlo ir a los brazos de otro, que así sea.

—¡Te has vuelto loco! —gritó su madre.

—No, madre. Ya deja de meterte en mi maldita vida. Soy adulto y sé lo que hago. ¡Así que ya cállate! —Aquello hizo que la mujer retrocediera de manera sumisa y se hiciera a un costado, dejando a ambos jóvenes abrazarse.

—Sé muy feliz, Jimin.

—Y tú igual, sé muy feliz. Lamento no poder hacerlo yo. Eres un gran hombre, no lo olvides—. Y dejando un último beso en su mejilla, miró a la mujer, causante de sus mayores migrañas—. Hasta nunca, vieja arpía.

El sonido de la risa de YeonJin se escuchó, y las quejas de la mujer no se hicieron esperar, pero ya nada podía importarle. Se había quitado el mayor peso de encima y por fin podría realizar su vida con el amor de su vida sin sentirse culpable en el futuro.

Cuando llegó a la casa de Yoongi, apenas este abrió la puerta, se tiró sobre él y lo abrazó con todas sus fuerzas sin dejarlo reaccionar

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Cuando llegó a la casa de Yoongi, apenas este abrió la puerta, se tiró sobre él y lo abrazó con todas sus fuerzas sin dejarlo reaccionar. Se sentía tan feliz, tan enamorado, que jamás creyó poder sentirse de esa manera tan hermosa.

—Sí volviste —murmuró sobre la sien del menor con un tono de alivio.

—Claro que iba a hacerlo. ¿Acaso dudaste de mí? —se alejó solo un poco, mirando al mayor con un ceño de falsa molestia.

—Claro que no, nunca dudaría de ti, es solo que... pensé que todo esto había sido solo un bello sueño de esos que tuve durante muchas noches hasta llegar el día —acarició la mejilla de Jimin, quien cerró los ojos ante el dulce y cálido contacto. Pero algo llamó la atención del pálido, algo que lo alarmó. El chico tenía una pequeña herida en ella y pensó lo peor—. ¿Quién te hizo esto? No me digas que...

—No, no fue él. Fue la alimaña de su madre, pero no te preocupes, no duele.

Le sonrió para tranquilizarlo, pero Yoongi no dejaba de mirar su mejilla herida con el ceño fruncido.

—Jimin, te dije que me dejaras acompañarte. Sabía que algo como esto podía pasar. Me dijiste que solo sería una conversación tranquila.

—Creo que finalizar un compromiso a menos de una hora de la boda es todo menos una conversación tranquila, y no lo digo por él, lo digo por su madre. Pero ya pasó —enredó sus brazos en el cuello del mayor y lo jaló un poco hacia adelante, logrando un pequeño roce entre sus labios—. Ya todo está solucionado, y yo soy un hombre libre.

—Oh no, todo menos eso —besó repetidas veces su cuello, haciéndolo soltar risas cantarinas—. Eres mío, y yo soy tuyo, para siempre.

—Para siempre —susurró Jimin, juntando sus labios por fin en un beso lleno de amor y promesas cumplidas.

Cuando sus labios se separaron, Yoongi y Jimin se miraron a los ojos, compartiendo una mirada que decía más que mil palabras. El mayor tomó la mano de Jimin y lo guió suavemente hacia el salón, donde una tenue luz de una lámpara creaba un ambiente cálido y acogedor. Sin decir nada, encendió un suave hilo musical que llenó el espacio con una melodía romántica. Tomó el rostro de Jimin entre sus manos y lo besó de nuevo, esta vez con una delicadeza que hizo que el tiempo pareciera detenerse.

—Te amo, Jimin —susurró Yoongi contra sus labios, sus ojos llenos de sinceridad y devoción.

—Y yo a ti, Yoongi —respondió Jimin, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

Se dejaron caer lentamente sobre el sofá, Yoongi recostándose ligeramente sobre Jimin, cubriéndolo con su cuerpo como si quisiera protegerlo de cualquier cosa. Sus manos exploraron con ternura, acariciando cada rincón conocido, redescubriéndose en cada roce.

Jimin sintió una ola de calor y emoción recorrer su cuerpo, no solo por el contacto físico, sino por el profundo amor que sentía en cada caricia, en cada mirada. Yoongi era su refugio, su hogar, y en ese momento, nada más importaba.

—Nunca supe que podía sentirme tan completo —dijo Jimin en un susurro, sus dedos trazando el contorno del rostro de Yoongi.

—Eres mi todo, Jimin —respondió Yoongi, sus ojos brillando con una emoción sincera—. Eres mi razón de ser.

Con cada palabra, cada beso, cada caricia, se entregaron por completo al amor que compartían. No había necesidad de prisas ni de palabras vacías. Solo estaban ellos, conectados de una manera tan profunda que las barreras del mundo exterior se desvanecían.

En ese momento, mientras se miraban a los ojos y se perdían en la calidez de su amor, supieron que nada podría separarlos. Su amor era eterno, una llama que nunca se apagaría, y en los brazos del otro, encontraron la paz y la felicidad que siempre habían buscado.

Se abrazaron con fuerza, sintiendo el latido del corazón del otro, una melodía de amor que les aseguraba que, sin importar lo que viniera, siempre estarían juntos, amándose con la misma pasión y ternura de ese instante, para siempre.

Se abrazaron con fuerza, sintiendo el latido del corazón del otro, una melodía de amor que les aseguraba que, sin importar lo que viniera, siempre estarían juntos, amándose con la misma pasión y ternura de ese instante, para siempre

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Rekindled | YM ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora