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Una vez estuvo listo, se enfrentó al espejo y una avalancha de emociones lo embargó. Su reflejo le devolvía la imagen de un hombre vestido con aquel pijama que desataba millones de recuerdos en su mente. Cada costura, cada color, cada arruga le recordaba a Yoongi. Se abrazó a sí mismo, cerró los ojos y se permitió un momento para imaginar que eran los brazos fuertes y cálidos de Yoongi los que lo envolvían.

—Debes avanzar, Jimin, debes avanzar— susurró a su reflejo, dejando escapar un suspiro que parecía llevarse consigo parte de su tristeza y le daba la fuerza necesaria para continuar.

Descendió por las escaleras con pasos lentos, su mirada se perdía en cada detalle, en cada foto que adornaba las paredes. Era como caminar a través de un álbum de la vida de Yoongi, fotos con sus padres, hermanos, abuelos, amigos y...

—No puede ser— Su voz apenas fue un susurro mientras su mano temblorosa acariciaba el marco de una foto que había capturado su atención— Aún la conserva...

La foto retrataba el día en que Min le había propuesto ser su novio. Recordaba claramente esa noche, las luces del restaurante reflejándose en los ojos de Yoongi, su sonrisa nerviosa, la luna llena en el cielo y el anillo que selló su compromiso.

—Eres increíble— Sonrió con melancolía, su dedo trazó una última vez el contorno de Yoongi en la foto antes de continuar su camino.

Al llegar a la planta baja, notó la ausencia de Yoongi en la sala. Pero un ruido proveniente de la cocina le indicó dónde encontrarlo. Al entrar, vio a Yoongi de espaldas, preparando café. Sintió un impulso irrefrenable de correr hacia él, de envolverlo en un abrazo y aferrarse a ese cuerpo que anhelaba con desesperación. Pero se contuvo, apretó los puños y se quedó en silencio, observando.

Después de unos segundos, Yoongi terminó lo que estaba haciendo y se giró, encontrándose con la mirada intensa y penetrante de Jimin. Casi se sobresaltó, pero logró controlar su reacción a tiempo para evitar que la taza de café que sostenía en sus manos se cayera.

— ¿E-estuviste esperando mucho tiempo? —preguntó con un obvio nerviosismo en su voz.

—No mucho, no te preocupes— respondió Jimin con dulzura, tratando de tranquilizar al mayor.

—B-bien— Yoongi asintió y se acercó un poco a Jimin para entregarle la taza de café. Pero al sentir la cercanía del menor, sus manos comenzaron a temblar— Disculpa, estoy siendo un idiota justo ahora.

Jimin no pudo evitar sonreír con ternura y negó con la cabeza. Yoongi se sentía tan avergonzado que solo pudo bajar la cabeza, apenado. Ante esto, Jimin no esperó más y se acercó aún más. Debatió mentalmente si hacer lo que había estado pensando o no. Finalmente, decidió hacerlo: tomó las manos del mayor con delicadeza y las acarició suavemente, calmando el temblor que habían tenido momentos antes.

— ¿Mejor? —preguntó, y la mirada de Yoongi se encontró con la de Jimin. En ese instante, todo parecía desaparecer, el tiempo se detuvo y de paso retrocedió al momento en que aún eran pareja. Esas cosas eran tan naturales y hermosas que, sin darse cuenta, comenzaron a acercarse, dejando escasos centímnetros entre ambos cuerpos.

—Yoongi..

—No puedo más, Jimin.

Y dicho eso, un ruido de una taza rompiéndose contra el suelo impactó al rubio, pero no tanto como las manos que apretaron con fuerza su cintura y lo atrajeron tan cerca que sentía la respiración de Yoongi en sus labios. Luego, sintió los mismos sobre los suyos, y se rindió, se rindió ante el amor más grande y puro que pudo haber sentido por un hombre. Se rindió ante ese hombre que lo lastimó una vez, pero que, con un solo beso, estaba reconstruyéndolo sin darse cuenta.

Rekindled | YM ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora