Izuku ajustó la correa de su mochila mientras tomaba asiento en el desgastado autobús que lo llevaba al colegio. El asiento, aunque incómodo y con la tapicería rasgada, era su lugar habitual en la rutina diaria. La radio del vehículo resonaba con la voz firme de una locutora que desgranaba las noticias de la mañana.
"Más de 40 mil denuncias por delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes se han registrado en el país este año. Una cifra alarmante que ha llevado a las autoridades a..."
El chofer, un hombre de semblante serio con gafas de sol que apenas dejaban entrever su expresión, giró el volumen al máximo. Quería que todos los pasajeros estuvieran al tanto de la magnitud del problema, o al menos esa era su intención.
Izuku, como cada mañana, viajaba solo. El trayecto al colegio no le tomaba más de diez minutos, pero durante ese tiempo su mente divagaba.
— Disculpa, ¿está ocupado? — Preguntó un señor apuntando al asiento junto al pequeño, este solo negó para que el señor pudiera sentarse. — Gracias.
Izuku sonrió levemente por cortesía, como siempre hacía, pero no respondió nada más. No estaba acostumbrado a hablar con extraños, y prefería evitarlo. Ajustó su mochila sobre su regazo y miró por la ventana, intentando distraerse con el paisaje que pasaba rápidamente.
El señor que se había sentado a su lado parecía amable, al menos a primera vista. Llevaba un traje sencillo, aunque algo arrugado, y un maletín de cuero desgastado que colocó sobre sus piernas. Izuku notó de reojo que el hombre lo observaba con curiosidad.
—¿Vas a la escuela? —preguntó el hombre con un tono casual, casi amistoso.
Izuku lo miró de reojo, sorprendido por la pregunta, pero asintió con un leve "sí" antes de volver su atención al paisaje.
—¿En qué grado estás? —insistió el hombre, aunque su tono no parecía intrusivo, sino más bien interesado.
—En segundo de secundaria —respondió Izuku después de un momento, sin mirarlo directamente. No quería parecer maleducado, pero tampoco sabía cómo manejar conversaciones con adultos desconocidos.
—Ah, yo recuerdo mis días de escuela. Fueron buenos tiempos —dijo el hombre, riendo suavemente. Izuku notó cómo tamborileaba los dedos sobre el maletín, como si estuviera nervioso o impaciente.
La radio seguía resonando en el fondo, con la locutora describiendo las cifras escalofriantes de los delitos reportados y el impacto en la sociedad. Las palabras parecían flotar en el aire, pesadas e inquietantes. Izuku trató de ignorarlas, enfocándose en los árboles que bordeaban la calle por la que transitaban.
—Es triste lo que está pasando, ¿no crees? —comentó el hombre de repente, señalando hacia la radio con un movimiento de la cabeza.
Izuku parpadeó, sorprendido por la pregunta.
—Sí... es horrible —respondió con sinceridad, aunque no sabía exactamente qué más decir.
El hombre asintió lentamente, como si reflexionara sobre algo.
—Es bueno saber que todavía hay jóvenes que se preocupan por estas cosas —dijo, sonriendo de manera cálida, aunque sus palabras parecían cargar un peso que Izuku no entendía.
El autobús frenó bruscamente, anunciando la próxima parada. Izuku se levantó rápidamente, ajustándose la mochila.
—¿Es tu parada? —preguntó el hombre, aunque su tono tenía un matiz extraño, como si estuviera analizando cada movimiento de Izuku.
—Sí. Gracias. —Izuku respondió con cortesía antes de apresurarse hacia la puerta.
Cuando bajó, sintió una ligera tensión en su pecho, aunque no podía explicar por qué. Se giró para mirar al autobús mientras este arrancaba nuevamente. El hombre seguía sentado, observándolo por la ventana. Izuku apartó la mirada y comenzó a caminar hacia su colegio.

ESTÁS LEYENDO
+18 ||BKDK||
FanfictionIzuku es un niño que solo finje ser un adulto, hasta que deja de ser divertido. #41 en [KATSUDEKU] 03/05/25