EL BOSQUE

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Esa noche, el bosque parecía más oscuro de lo habitual, como si se preparara para guardar un secreto. Yo aguardaba en el punto exacto que Asher había mencionado antes de despedirse en la escuela. Sentía una mezcla de nerviosismo y emoción mientras miraba mi reloj, esperando que él llegara. No pasó mucho tiempo antes de que apareciera, acompañado de otro chico de aspecto extraño, con ojos inquietos y andar ligero. No conocía a su amigo, pero de inmediato capté algo diferente en él, una especie de seriedad que contrastaba con la altivez de Asher.

Asher me dirigió una sonrisa burlona mientras se acercaba.

—Pensé que no llegarías. Ya había escuchado que eras un poco rebelde, pero no me imaginaba que aceptarías esta aventura... sobre todo sabiendo dónde es. —Su tono era provocador—. ¿Qué excusa diste para salir? ¿O la seguridad en tu casa ha disminuido y lograste escapar?

Intenté mantenerme calmada y respondí con una sonrisa confiada.

—Bueno, amigo, hay muchas cosas que no sabes de mí. ¿Crees que me perdería un reto como este? Solo tuve que convencer a Lana de que me quedaría en su casa esta noche —dije, lanzando un guiño. Aunque en el fondo, me inquietaba que Asher supiera que mi casa tenía algún tipo de "refuerzo". Mi padre trabajaba en el área de seguridad de la ciudad, y nuestra casa estaba bien protegida, aunque no era algo que anduviera contando por ahí.

Asher soltó una risa corta.

—Ah, claro. Lana, la chica ejemplar. Se ve que no eres la mejor influencia para ella, ¿verdad? —dijo en tono burlón, señalando con la cabeza a su amigo—. Y hablando de malas influencias, este es mi amigo... Puedes llamarlo "Filo".

Filo me saludó con un tono serio pero amable.

—Hola, Amalia. Encantado de conocerte... al fin.

—¿Al fin? —dije, sorprendida. ¿Había oído hablar de mí antes?—. Un gusto, por cierto.

Asher echó un vistazo alrededor, algo nervioso, y comenzó a caminar más adentro en el bosque.

—Bueno, ¿vamos?

Conforme avanzábamos por el sendero oscuro, un aroma peculiar comenzó a rodearnos, una mezcla dulce y fresca de vainilla y lavanda que parecía provenir de las profundidades del bosque. Al llegar a una pequeña clariana, el panorama me dejó sin palabras. Las flores que rodeaban el lugar brillaban en la oscuridad, emanando luces en tonos vibrantes de azul y violeta, como si el suelo estuviera cubierto de estrellas.

Filo se agachó, arrancó una de las flores y se la extendió a Asher, quien luego me ofreció una.

—Es necesario que tomes una —me explicó Asher—. Come un pétalo y así formarás parte de este mundo... del mundo humano, en el sentido real. Pero ten en cuenta que esta visita tiene un límite de tiempo. No debe prolongarse. —me miró con seriedad, añadiendo—: Esta es una experiencia breve, Amalia, así que, por una vez, tendrás que seguir las reglas y obedecer. De lo contrario, arriesgarás todo lo que conoces, tal como lo conoces.

Asher me lanzó una mirada desafiante.

—Dependerá de nosotros no ser descubiertos. 13 días, Amalia. ¿Estás lista?

Le devolví la mirada, sintiendo una mezcla de temor y emoción. Tomé el pétalo de la flor que me ofrecía y, sin pensarlo demasiado, lo mordí y lo tragué. Al instante, una ligera vibración recorrió mi cuerpo, como si algo extraño y desconocido despertara dentro de mí. Miré alrededor, notando cómo la luz de la luna adquiría un tono más intenso, reflejándose en las flores y en el rostro de Asher.

Por un momento, me invadió una sensación de alerta. ¿Me habría dado algún tipo de droga? Pensé en retroceder, incluso en correr, pero el lugar era tan surrealista que me sentía atrapada, casi encantada. Cuando miré a Asher y Filo, noté algo diferente: ambos tenían un tenue resplandor violeta alrededor de sus cuerpos.

—¿Estás bien, Amalia? —preguntó Asher, sonriendo con una tranquilidad que contrastaba con mi estado.

Asentí, aunque mi mente estaba llena de preguntas.

—La primera vez suele sentirse extraña —me tranquilizó—. Vamos, sígueme.

Asher tomó mi mano y me guió hacia un arco formado por dos árboles, cuyos troncos se entrelazaban en una figura peculiar. Los árboles irradiaban una luz suave y mística, dándole al lugar un aire sobrenatural. Observé a Filo cruzar el arco y desaparecer. No parecía haber nada detrás, pero al pasar, él ya no estaba ahí. Me detuve en seco, dudando.

—Confía en mí —me susurró Asher, guiándome con lentitud hacia el arco.

Al cruzarlo, el bosque se veía exactamente igual, pero algo había cambiado. Ya no brillaban las flores y, al mirar atrás, las luces vibrantes habían desaparecido, dejando en su lugar arbustos de arándanos comunes. Solo la luna nos iluminaba ahora, dando al lugar un aire más sombrío y real.

—¿Qué es esto, Asher? —pregunté, intentando mantener la calma. No quería que notara el leve temor que sentía.

Asher sonrió, con los ojos brillando de emoción.

—Bienvenida, Amalia, a la mejor experiencia de tu vida. Ven, te mostraré el lugar.

Mientras hablaba, el resplandor violeta que lo rodeaba comenzó a desvanecerse, como si el arco hubiera absorbido esa luz. En ese momento, Filo regresó y nos entregó a cada uno una chaqueta negra con un logo en la parte frontal. "URM", decían las siglas bordadas en un tono plateado.

—¿URM? —pregunté, sintiendo que con cada paso aumentaban mis preguntas y disminuían las respuestas.

—Vamos, vamos —respondió Filo, apurándonos—. La fogata ya comenzó.

Nos acercamos a una zona más abierta del bosque, y empezaron a escucharse voces, muchas voces, a lo lejos. A medida que avanzábamos, la luz de una gran hoguera se hizo visible, rodeada por un grupo de jóvenes, todos vistiendo la misma chaqueta negra que llevábamos. La fogata era sorprendentemente alta, tan grande que parecía peligrosa, pero nadie allí parecía preocupado por eso. Sobre una pequeña tarima a unos metros del fuego, alguien comenzó a llamar la atención del grupo.

—¡Silencio! ¡Vamos a comenzar! —exclamó una voz femenina. La dueña de la voz era una chica de rasgos refinados y cabello rubio, que irradiaba una energía casi magnética, pero con una confianza en la mirada que iba más allá de su edad—. Bienvenidos a la mejor aventura de sus vidas —declaró con entusiasmo—. Mi nombre es Margaret Lincoln. Cada año, la URM tiene el privilegio de aceptar a un grupo selecto de nuevos estudiantes. Sé que todos quisiéramos incluir a más personas, pero para ser parte de nuestra gran familia, tendrán que ganarse ese lugar. Así que hoy damos la bienvenida a quienes fueron seleccionados para esta oportunidad única.

Asher me miró y sonrió, como si lo que estábamos viviendo fuera solo el comienzo de algo mucho más grande. Por primera vez en la noche, sentí que esta aventura iba mucho más allá de una simple reunión en el bosque.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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13 días siendo humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora