Capitulo 2 "Gracias por salvarme"

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Lee Felix odiaba las películas de terror, odiaba los videojuegos de horror y disparos, siempre odio ver sangre, inclusive palidecía cada que le sangraba la nariz haciendo ejercicio en la escuela, es por eso que se mantenía lejo de aquellas cintas tan grotescas que veían sus amigos o declinaba a jugar con ellos colecciones completas de sagas de videojuegos famosas, simplemente no era su estilo.

Pero aquella mañana despertando asustado por los gritos afuera de su casa fue que vio lo que tanto le aterraba, podía distinguir a su vecina siendo mordida por alguien que no distinguía del todo, ya que su mirada se encontraba fija en las acciones, en la sangre que brotaba del cuello de aquella amable señora que lo cuidaba cuando sus padres no estaban, veía el jardín teñirse de rojo y solo en ese momento entendió el peligro de la situación.

Buscó por la casa a sus padres, solo encontrando a su madre en shock frente a la ventana de la cocina, sin mucha espera la agitó por el brazo antes de notar algo extraño, aquella no era su madre, aquel ser se parecía a ella pero sus ojos se notaban perdidos con un blanco extraño, las venas de su cuerpo se encontraban negras, su piel era de un color muy pálido casi transparente, pero sobre todo le llamó la atención la mordida en su brazo, parecía como si le hubieran sacado una parte de la carne.

Evitando gritar dio unos pasos atrás de manera inmediata luego de haber analizado a su "madre" por un segundo, entonces un chillido de parte de ella mencionando su nombre de forma distorsionada lo hizo reaccionar, corrió como pudo a su habitación y se escondió en el armario, marcó a diferentes personas esperando recibir respuesta, algunas lo pasaban por una broma pesada, otros lo enviaban al buzón de voz y más de uno atendían a su llamado de auxilio antes de cortar al notar la situación,negándose a exponerse al peligro, sentía que cada una de las respuestas y acciones de los demás eran consecuencia de sus malas decisiones.

Finalmente a su cabeza vino la ultima persona a la que esperaría ayuda, no es que fuera mala persona, simplemente las circunstancias del día anterior lo abrumaban de sobremanera, pero el inminente miedo a la muerte adormeció la vergüenza y trajo consigo la angustia de pedir auxilio como fuera, llamó al contrario más de 10 veces sin respuesta alguna, tal vez era demasiado tarde y su amigo de la infancia ya había sido víctima de aquella situación que no sabia cómo describir.

Lloró en silencio mientras marcaba a la policía, a la ambulancia, a quien fuera a su rescate sin respuesta alguna, se sentía desesperado, en pánico, le bombeaba el corazón con una fuerza increíble que lo mantenía en alerta total, tanto así que podía sentir los pasos extraños en su casa, los gritos en la calle y las sirenas a lo lejos, sentía además su cabeza reventar, las imágenes de hace un momento lo estaban atormentando, la imagen de su madre lo lograba hacer sollozar con el pecho apretado ¿Estaba muerta? Era una pregunta que por más estúpida que fuera pasaba por su cabeza al recordar una y otra vez la mirada que tenía, así mismo se preguntó por su padre, asumiendo que había salido ayudar a alguien y había terminado igual que su vecina.

Sintiendo que habían pasado horas, volvió a tomar su teléfono notando la poca batería que le quedaba, apretó el aparato contra su frente para rezar un poco antes de intentar por última vez llamar a quien sentía en su corazón que le respondería, a quien le debía algunas palabras que sintió atoradas cuando leyó sus sentimientos más sinceros.

Fue entonces que el teléfono marcó y con la esperanza aflorando en su piel al escuchar la voz del contrario, no pudo evitar decir lo que tenía guardado, algo que a lo mejor no podría en persona, que tal vez fuera la última vez que tuviera posibilidad de decir esas palabras que solo su cabeza lograba formular pero sus labios se negaban a pronunciar, entonces fue cuando terminó todo, su batería había llegado a 0 y sus lágrimas continuaron cayendo.

Ya se sentía entregado a la resignación de morir, su respiración se había calmado unas horas atrás y solo se aferraba al lienzo hermoso que había guardado con tanto cariño en su armario, pasaba los dedos por los trazos perfectos de su retrato y se detenía en cada peca que resaltaba en la constelación, debía admitir que Hyunjin era un artista nato, agradecía con el corazón haber sido su musa en aquella obra de arte que apreciaban sus ojos.

Hasta lo imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora