A primera hora de la mañana, la señora Mariana nos había despertado para prepararnos. Nos trajo ropa, zapatos y cosas para nuestra limpieza personal.Danna y yo estábamos muy felices, ya que en el orfanato no teníamos nuestra propia ropa ni zapatos, pero ahora sí. Uno de los guardias había salido con nosotros fuera de la mansión para comprarnos mucha ropa y también arreglar nuestra apariencia y nuestro pelo, ya que lo teníamos muy largo y maltratado.
Recuerdo muy bien nuestra reacción al vernos en el espejo del lugar. No podíamos creer que fuéramos nosotras las que veíamos en el espejo. Danna tenía su cabello largo cayendo sobre su espalda, una blusa de multicolor acompañada por accesorios en las manos y muñecas. Un pantalón negro y sandalias con tirantes negros la dejaban ver espectacular.
Mientras que yo, por otra parte, solamente tenía puesta una sudadera gris, pantalones azul claro y tenis blancos.
Habían dicho que después de examinarnos en el hospital y confirmar que estuviéramos bien, comenzarían con mis pruebas, pero no entendía de cuáles pruebas me hablaban.
—¿Todo esto es irreal, cierto? —dice Danna de repente a mi lado en el auto. Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta de que durante todo este tiempo miraba por la ventana—. Nosotros fuera del orfanato, lejos de la bruja de la directora y viviendo en una casa muy, muy grande.
Suspiro profundamente; aunque estuviéramos fuera del orfanato, no nos garantizaba estar a salvo todavía. Incluso si nos compran ropa, zapatos, comida y nos dan un lugar para dormir.
—No deberías hablar así de la directora del orfanato, Danna; no sabemos por qué siempre nos trataba así —respondo.
—¡Pero es una bruja! Si no lo fuera, no le ordenaría a las empleadas del lugar tomar este tipo de castigos cuando nos comportábamos mal. Aunque yo aún esté muy pequeña, estoy segura de que así no se castiga a los niños; o no es tan común.
Tenía razón por otra parte; la directora era considerada una bruja por parte de los demás niños del orfanato, pero tampoco podía juzgarla; no sabía qué la llevaba a actuar así.
—Ya llegamos —nos avisa el guardia que estuvo conduciendo el auto en silencio. No había hablado para nada en el camino, solamente para decir cosas de importancia.
El auto fue estacionado en un parqueo frente al hospital, y después el guardia nos abrió la puerta para salir.
—Si me dices cómo abrirlo correctamente, no tendrías que hacer eso en cada lugar adonde vamos —digo bajándome del auto junto a Danna.
—No es nada; solo cumplo con mi trabajo —responde el guardia.
A pesar de que la mayoría de los guardias que estaban en la mansión o acompañando al señor Federic eran mayores, él sin duda era más joven que la mayoría.
—¿Podemos saber tu nombre? —esta vez habló Danna apenas bajándose del auto; las puertas se cerraron enseguida.
—No es importante.
—Pero nosotros queremos saberlo —insiste Danna.
—Danna y yo solo queremos saberlo por si necesitamos tu ayuda más adelante —digo.
—Siempre estoy en la mansión o con el señor Federic; si no me encuentran pueden buscar a otro guardia.
—Pero tú eres el más joven y el que menos miedo da; por eso queremos saber más de ti.
—Danna, si no quiere decirnos déjalo; lo estamos molestando mucho.
—Por favor manténganse en silencio y acompáñenme adentro —dice el guardia caminando a nuestro lado mientras nos adentramos al hospital.
Al entrar al hospital, las paredes estaban pintadas de un suave color azul y el olor a desinfectante llenaba el aire. Un par de enfermeras nos recibieron con sonrisas amables.
—Hola, chicas. Bienvenidas. Soy la enfermera Elena —dijo una de ellas, con un tono cálido—. Vamos a hacer unas pruebas rápidas para asegurarnos de que estén bien y conocer su jerarquía, ¿de acuerdo?
Danna y yo intercambiamos miradas, todavía un poco confundidas por todo lo que estaba sucediendo. La enfermera nos llevó a una sala donde había varias camas y equipos médicos. Me senté en una de las camas mientras Danna se acomodaba en una junto a mí.
—No se preocupen, esto no duele —aseguró la enfermera mientras preparaba algunos instrumentos, mientras que la otra tomaba notas y nos hacía preguntas sobre nuestra salud al mismo tiempo que continuaba con la prueba.
Después de un rato, nos dijo que estábamos libres de cualquier problema serio y que solo necesitábamos un chequeo regular, y que los resultados para saber nuestra clasificación saldrían mañana a primera hora. Sin embargo, el guardia joven que estaba con nosotros no parecía querer esperar hasta mañana.
—Necesito que los resultados estén listos hoy mismo. El señor no puede esperar hasta mañana.
—Señor, esto es un hospital y, por lo tanto, también hay otras personas en la lista de espera. No podemos realizar todo esto en tan poco tiempo —dijo la enfermera.
El guardia sacó de su bolsillo un sobre de color rojo y se lo entregó a la enfermera.
—Puede estar seguro de que esta cantidad de dinero puede comprar este hospital y más. Ahora quiero que vayas con el personal y los apresures; quiero los resultados hoy mismo —dijo el guardia con seriedad.
La enfermera Elena abrió el sobre y sus ojos se abrieron de par en par al ver la cantidad de dinero que había adentro.
—Como ordene, los resultados saldrán hoy mismo —guardó el sobre en el bolsillo de su bata y salió del lugar después de decirnos que esperáramos algunos minutos.
—¿Por qué el señor Federic desea saber tanto nuestra jerarquía? —me atrevo a preguntar.
El guardia, que había estado parado todo este tiempo, se acerca a nosotros sentándose en una camilla a nuestro lado.
—Verás, el señor quiere saberlo porque es muy importante para mantener el negocio familiar; él debería hablar contigo, pero dado las circunstancias de que el señor está ocupado, lo hago yo.
—¿Negocio familiar? ¿De qué estás hablando?
—¿Recuerdas que cuando el señor las encontró dijo que les daría todo si cumplían con su propósito? —dice el guardia mirándome a los ojos—. El señor tiene más fe en ti que en la chica.
—¿Por qué cree en mí? —pregunto más confundido que antes.
—Aparte de que eres mayor, tu comportamiento lo tiene intrigado. Piensa que puedes ser un alfa ya que necesita uno que mantenga el negocio familiar porque él no tiene hijos. Si eres un alfa, podrás quedarte para siempre en la mansión y tener una gran familia.
—¿El señor no puede tener hijos? Podría tener uno propio además de que yo no sea alfa.
El guardia suspira profundamente; parecía estar perdiendo la paciencia y no encontraba las palabras adecuadas para explicarme todo.
—El señor no quiere tener hijos y no tiene por qué; eso sería más complicado. Digamos que el señor Federic no está en buenas circunstancias y tener un hijo biológico que no cumpla con sus perspectivas solo traería ruinas. Ustedes aún no están adoptados oficialmente ni tampoco tienen familiares, lo cual facilitaría que...
Se queda callado como si se diera cuenta de que estaba cometiendo un error.
—¿Facilitar qué cosa? —habló Danna esta vez rompiendo el silencio.
—Nada, disfruten mientras tanto —dice el guardia—. Solo espero que alguno de ustedes pueda ser un alfa o todo terminará mal otra vez —susurra para sí mismo, pero yo logré escucharlo.
Casi media hora después, la puerta fue tocada y entró la enfermera con unos documentos en la mano.Documento que elegiría nuestro destino.
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Entre rejas y besos oscuros.
AcciónAiden, un niño de once años, ha pasado su vida en un orfanato, abandonado por sus padres cuando solo tenía tres meses. Cada día es una lucha, ya que las empleadas del lugar maltratan a los niños por cualquier "mala" conducta. Una fría noche de invie...