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Era sábado, y aunque Julián tenía mucho trabajo por delante, se dejó llevar por la tentación de ver el partido del Chelsea. Sabía que Enzo iba a jugar y, aunque había intentado mantenerse al margen, la costumbre lo traicionó. Con el mate a un lado y el televisor encendido, se acomodó en el sillón, tratando de no pensar en cuánto le importaba todavía.

Los primeros minutos transcurrieron tranquilos. Enzo se movía con su juego habitual, distribuyendo el balón con esa precisión que tanto lo caracterizaba. Julián sonrió sin darse cuenta cada vez que la cámara enfocaba a su ex. Pero, de repente, en medio de una jugada, todo cambió.

Enzo iba a pelear una pelota dividida cuando el rival, en un intento desesperado por recuperarla, le hizo una entrada fuerte. Julián sintió el golpe como si hubiera sido en su propio cuerpo. La imagen en la pantalla mostró a Enzo retorciéndose en el césped, llevándose la mano a la pierna con el rostro crispado de dolor.

Julián dejó el mate a un lado, su corazón latiendo a mil. No podía despegar la mirada de la pantalla. Verlo así, vulnerable y en el suelo, despertó en él una ola de angustia y preocupación que no sabía cómo controlar. El comentarista hablaba del golpe, del riesgo de lesión, mientras los compañeros de Enzo rodeaban al mediocampista con rostros de preocupación.

"Por favor, que no sea grave...", murmuró Julián para sí, sin darse cuenta de que sus manos estaban temblando.

El personal médico del Chelsea corrió hacia Enzo, que trataba de levantarse pero no podía apoyar la pierna. Julián sintió un nudo en el estómago al verlo intentar caminar sin éxito. Quiso apagar la tele, evitar esa escena, pero la preocupación lo mantuvo allí, pendiente de cada segundo. Cuando los médicos finalmente decidieron sacarlo del campo, Julián se llevó las manos a la cabeza, tapándose la cara, tratando de no pensar en lo peor.

Con el partido continuando en un segundo plano, Julián buscó su celular. Por un momento dudó, pero sus dedos se movieron casi por reflejo. Le escribió un mensaje a Enzo: "¿Estás bien? Decime que no es grave, por favor". La espera de una respuesta se hizo eterna, y con cada minuto que pasaba sin noticias, su ansiedad crecía.

Al final, el mensaje no llegó. Enzo no contestó. Tal vez estaba en revisación, tal vez estaba muy ocupado, pero para Julián, la incertidumbre se volvió insoportable.

Horas después, Julián estaba más inquieto que nunca. Se había pasado el resto del día repasando la escena del partido, intentando convencerse de que no era tan grave. Pero cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Enzo en el suelo, la mueca de dolor que intentaba ocultar.

 Pero cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Enzo en el suelo, la mueca de dolor que intentaba ocultar

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⏰ Última actualización: 15 hours ago ⏰

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