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San se encargó después de que Yeosang, estuviera más tranquilo, llamar a alguien de confianza para que les dieran otro coche.

En todo momento que pasaba esa llamada, San no soltó a Yeosang, quería tenerle un rato más, cerca de él.

Ambos eran muy buenos ocultando, lo que estaba pasando y si ninguno decía nada, mejor.

Y si ninguno decía que había pasado dentro de ese coche, aun mejor.

Pasaron las horas y ya en el cielo se veían esos colores cálidos que avisaban que pronto anochecería y aún no había rastro de ese coche.

Yeosang pensó que estaban muy lejos y muy bien escondidos para que nadie los viese, por eso salió en ese momento del automóvil para apreciar la vista que tenia del cielo. Ya que el estar entre cuatro paredes todos los días, se le hacía sofocante era parecido a una cárcel, especialmente diseñada para él.

Ahora estando lejos de allí, se sentía mejor de alguna manera, teniendo la necesidad de respirar aire puro, lejos de susurros hacia su persona.

Yeosang estuvo unos minutos apreciando el cielo cada vez más oscuro hasta que escucho unas ramas crujir cerca de él, haciendo que voltease alertado pero solo era San, acercándose a él.

Creo que tanto tiempo fuera, me va a costar caro –habló en voz baja Yeosang notando como el cuerpo de San se posicionaba detrás de si-.

San no dijo nada, se guardó sus pensamientos para sí mismo mientras echaba un vistazo a Yeosang y luego al sitio donde estaba.

Sin duda el lugar era hermoso pero tenebroso a medida que la luz iba desapareciendo.

Deberías volver al coche –dijo San entrecerrando los ojos viendo al frente de donde estaban-.

Gracias pero no, quiero estar fuera –la cabellera negra de Yeosang se movió suavemente llamándole la atención eso a San- quiero estar fuera, antes de que me encierren de nuevo.

San le miró, Yeosang le volvió a ver con gesto tranquilo pero teniendo algo rondando algo dentro de su mente que le molestaba.

Ninguno dijo nada, fue como una batalla de miradas para ver quien aguantaba más y los dos, aunque lo desconocieran, eran demasiado orgullosos para apartarla del otro.

Es tu casa –San dijo, al cabo de unos minutos-.

¿Lo es? –pregunto Yeosang frunciendo el ceño, viéndose algo molesto- ¿o solo es un edificio?

San volvió a quedar en silencio.

San no entendió lo que quería decir Yeosang en ese momento.

Tendría que haberlo hecho.

Al ver que San volvía a su postura seria de antes, Yeosang soltó una risa seca volviéndose de nuevo a ver el cielo estrellado.

Llama a quien sea para que traigan el coche, si tantas ganas tienes de volver –Habló secamente Yeosang mientras abrazaba sus piernas-.

No iba a hablar más, si por el fuese tiraría todo, lo que tiene en sus manos lejos de sí mismo y huiría lejos de allí.

Si pudiera... pero no puede.

Cuando San se alejó de Yeosang, soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo, el niño era frustrante, pensó que una vez siendo más cercano a él, sería más sencillo de manejar a Yeosang.

Pero estaba muy equivocado, Yeosang era mucho más de lo que él imagino y de lo que le habían contado, San no es de los que se rinden fácil, haría hasta lo imposible para que Yeosang se abriese a él.

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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𝐤𝐢𝐭𝐬𝐮𝐧𝐠𝐢 - 𝐬𝐚𝐧𝐬𝐚𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora