2. ℎ𝑒𝑙𝑙𝑜, 𝑠𝑜 𝑙𝑜𝑛𝑔...

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capítulo 2

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capítulo 2. "hola, tanto tiempo..."

El resto de la tarde fue extraña para Giuliana, luego de enterarse que Franco estaba en la misma ciudad que ella.

Llegó a su casa después del trabajo, del cual se había ido sin saludar a nadie. En un día normal, este sería el momento en el que ella se pondría a trabajar con su propia marca de ropa, su sueño desde pequeña. Pero simplemente no podía hacerlo, su mente estaba en blanco, vagando en los recuerdos.

El que más se repetía: La primera vez que vió a Franco.

Giuliana recordaba aquel momento con una claridad sorprendente, como si su memoria hubiera decidido guardar cada detalle, cada sensación. Tenía trece años, el primer día en su nueva escuela en España, luego de las vacaciones de invierno. Martina, la chica argentina que había conocido apenas unas semanas antes y que ya sentía como su aliada en aquel país extraño, la había invitado a pasar la tarde en su casa.

Al llegar, Giuliana se sintió fascinada con la calidez y el bullicio de la familia Colapinto. Y fue entonces, en medio del salón, que lo vio por primera vez. Franco Colapinto, de catorce años, estaba inclinado sobre una mesa llena de papeles y gráficos de circuitos de carreras, con una expresión de concentración que le daba un aire maduro, muy distinto al de cualquier chico que hubiera conocido.

Él levantó la vista por un instante, y en ese momento sus ojos se encontraron. Tenía una mirada intensa, segura, de un color verde con toques marrones claros, que reflejaba la pasión que él ponía en sus sueños. Franco le sonrió, una sonrisa de apenas unos segundos, pero suficiente para que Giuliana sintiera un cosquilleo en el estómago. Nunca antes un solo gesto la había hecho sentir tan nerviosa.

Ella fingió desviar la mirada, sonrojándose al notar que él la había atrapado observándolo. Martina, completamente ajena a la revolución que acababa de despertar en Giuliana, la tomó de la mano y la guió hacia la cocina para enseñarles el resto de la casa. Pero Giuliana no podía concentrarse en nada más. Cada tanto, intentaba disimular su mirada para observar a Franco en la sala, donde él había vuelto a sus papeles sin siquiera imaginar la impresión que había dejado en ella.

Esa tarde, mientras regresaba a su casa, Giuliana sintió que algo dentro de ella había cambiado. Aunque apenas entendía lo que era el amor, supo que aquel momento, esa primera mirada, se grabaría en su corazón para siempre.

Sin darse cuenta, una sonrisa involuntaria pero sincera se había dibujado en la cara de la chica. El sonido de una notificación en su teléfono la saco de los recuerdos, estaba a punto de tomar su teléfono y ver quien se había dignado a interrumpir sus memorias, pero el timbre de su casa sonó.

Al abrir la puerta, se encontró con Niccoló del otro lado, con una caja de croissants rellenos de frutos rojos y nutella, los favoritos de Giuliana.

Amor, no hacia falta —Agradeció la chica dándole un beso a su novio—

Todo sea por mi princesa —Sonrió alegre—

¿Pudiste hablar con la modelo nueva? —Él asintió—

Si, hablamos con Yaz, es muy buena persona —Giuliana estuvo de acuerdo— Decidimos que lo mejor sería hacerle una campaña de ropa interior, nos contó que en eso se baso su carrera hasta ahora así que es con eso que se siente cómoda —Explicó Nicco—

Giuli hizo solo una mueca y asintió con la cabeza, sin aprobarlo mucho, pero ella entendía que ese era el trabajo de su novio.

Toda la noche se resumió en Niccoló hablando sobre lo genial y profesional que era Yazmín, eso fue algo que la puso un tanto incómoda a la menor.

Finalmente, ambos se acostaron para dormir y, por fin, Niccoló dejo de hablar, gracias a que el sueño le ganó. Giuliana solo suspiró mirándolo, antes de agarrar su celular y ver sus redes sociales.

Tenía un nuevo mensaje directo de Instagram. Un leve grito salió de su garganta al ver de quien era. Martina Colapinto.

"Hola Giulii, tanto tiempo!
Quería saber si todavía seguías viviendo en Milán, ando por acá por una carrera de Franco y nada, quería saber si te pintaba juntarnos en algún lugar a charlar y ponernos al día
Avísame cualquier cosaa"

Sus dedos se movieron solos por la pantalla, dándole el sí y disculpándose por no haber respondido temprano. Para su sorpresa, Martina seguía despierta, por lo que contestó rápidamente.

Ambas luego de charlar unos minutos, se pusieron de acuerdo para reunirse el día siguiente a las ocho de la noche, en un restaurante a cenar.

Con su cuerpo lleno de adrenalina y emoción, Giuliana apagó su teléfono y se arropó en las suaves sábanas de su cama, tratando con conciliar el sueño, luego de semejante noticia.

A la mañana siguiente, ella se levantó con un buen humor, que nunca antes había experimentado. No sabía el por qué, o más bien, se estaba negando a ella misma el por qué.

Niccoló ya no estaba en su casa, debido a que él trabajaba doble turno en la empresa para poder costear su lujoso apartamento en el centro de la ciudad, cosa que a Giuliana no le gustaba tanto. Todo el tiempo había algún ruido, autos, personas, animales. Ella era alguien que amaba la tranquilidad, le gustaba escuchar los pájaros cantar a temprana hora, los niños del vecindario salir de sus casas para dirigirse a sus escuelas. Era fan del ambiente familiar y acogedor, cosa que el centro de la ciudad no le transmitía, pero su barrio típico de Italia si.

Giuliana se preparó un café bien cargado para comenzar la mañana con todas sus fuerzas y energías. Aún con pijama, decidió sentarse en el pequeño balcón que tenía su habitación, junto a su computadora comenzó a terminar algunos detalles de prendas de ropa que habían diseñado anteriormente.

Mientras veía el sol posarse en lo alto, se preparaba para crear un poco de contenido para diferentes marcar con las que tenía contratos de publicidad y demás. Al finalizar esa tarea, decidió moverse hacía el primer piso de la casa, más específicamente, la cocina.

Allí comenzó a preparar su almuerzo, pero con el aburrimiento que le daba hacerlo, tomo la decisión de prender la televisión.

Lo primero que vió en la pantalla, la hizo tirar una lechuga al suelo. Franco en primera plana, contando algunas cosas sobre su carrera en el automovilismo. El traje que portaba, el de Williams, le quedaba pintado. Al verlo, ella sabía que él había nacido para ser piloto, siempre lo supo, pero ahora, viéndolo en la máxima categoría del deporte, la hacía sorprenderse aún más del talento de Franco; si bien ella nunca dudó que llegaría lejos y sería uno de los mejores, que lo haya logrado con una edad tan corta, la hacía querer felicitarlo con un gran abrazo.

El título de la noticia "Franco Colapinto hace su debut en F1 este domingo" le puso la piel de gallina, y con una sonrisa de orgullo y nostalgia siguió cocinando, mientras veía como su primer amor respondía preguntas con su característica sonrisa en la cara.

𝗔 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗢𝗗𝗢 - 𝙁𝙧𝙖𝙣𝙘𝙤 𝘾𝙤𝙡𝙖𝙥𝙞𝙣𝙩𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora