Infancia
Jeff se crió en un orfanato. Nunca supo por qué sus padres decidieron dejarlo en ese sitio cuando solo tenía 3 años de edad. Jeff siempre supo que el lugar donde vivía era un orfanato y que sus padres no vivían allí con él. Pero cuando fue suficientemente mayor para entender lo que significaba vivir en ese lugar, se le ofreció la posibilidad de conocer las razones que habían llevado a que él viviera en el orfanato, decidió que no quería saber. Le explicaron que averiguarlo podía ser un proceso muy doloroso, y él decidió que bastante dolor sentía ya sabiendo tan poco, como para caer en un dolor más profundo si decidía intentar averiguar más cosas y el resultado no cumplía con sus sueños. Decidió que estaba satisfecho con lo que tenía, con lo que sentía y con quien le rodeaba en ese momento.
Jeff no guardaba ningún recuerdo de su primera infancia. Dicen los expertos que los niños menores de tres años no tienen todavía la capacidad de almacenar recuerdos. Por eso, los primeros recuerdos de Jeff estaban relacionados con la habitación donde dormía con otros niños, con el patio del orfanato y con su hermano Charlie. Charlie no era su hermano real, pero este siempre lo había tratado como tal desde que podía recordar. Charlie era un año mayor que Jeff y compartían litera, Charlie dormía arriba y Jeff abajo. A pesar de que había otros 63 niños más en aquel sitio, al único al que Jeff se refería como hermano era Charlie, y viceversa. Todos los demás niños eran compañeros, de dormitorio, de comedor, de patio...
Jeff nunca se quejó de la infancia y adolescencia que pasó en el centro. Ni él, ni Charlie fueron adoptados por nadie, nunca supo el motivo, pero estaba contento de que fuera así: no se imaginaba su vida lejos de su hermano. No habría sabido qué hacer. Charlie era un chico extrovertido, hablador, siempre sonriente, mientras que Jeff era todo lo contrario, callado, reservado, siempre detrás de Charlie, nunca tomando la iniciativa. Por eso, siempre confiaba en el primero para que lo ayudara con sus problemas de relaciones sociales, y Charlie se mostraba encantado de su papel de hermano mayor, siempre dispuesto a defender a su hermano pequeño de aquellos que no sabían o no querían comportarse.
Era verdad que el tema de la adopción era algo muy infrecuente en aquel centro. Fueron pocas las ocasiones que vieron adultos llegar al centro para adoptar a algún niño durante los años que Jeff pasó en el orfanato. No fue hasta unos cuantos años después, cuando Charlie se hizo cargo de la dirección del centro que por fin Jeff se enteró del motivo de la falta de adopciones: su orfanato no era como la mayoría de orfanatos, era un poco más especial que los otros centros. Los niños que eran acogidos en el centro no estaban totalmente desarrelados de sus familias de origen: padres drogadictos, padres en la cárcel, padres que se había ido lejos a trabajar pero habían prometido que volverían: existían una serie de situaciones por las que los padres estaban incapacitados temporalmente para hacerse cargo de los menores y los dejaban al cuidado de los servicios sociales mediante una especie de contrato que firmaban. A los niños nunca se les explicó el por qué los dejaban en el centro, o durante cuánto tiempo. En aquella época los profesionales creían que si les explicaban la situación a los niños, podía perjudicarles más que beneficiarles ya que el esperar a que sus padres volvieran podría generarles unas expectativas que la gran mayoría de las veces no se cumplían, porque desafortunadamente, eran muy pocos los que volvían para reclamar a sus hijos. Esas expectativas incumplidas harían más daño emocional a los niños que el hecho de vivir en el orfanato. Cuando Jeff se enteró de todo aquello, se alegró de no haber querido averiguar nada de sus padres.
Así que Jeff vivió una infancia tranquila en el orfanato junto a Charlie, jugaban, se peleaban, iban al colegio, sentía el amor de su hermano hacia él y también el cariño de los monitores del centro. Incluso la directora se mostraba cariñosa con todos ellos. Algunos compañeros de colegio le habían dicho que había otros orfanatos donde trataban muy mal a los niños que allí vivían, los castigaban sin motivo, los dejaban sin comer y no les compraban cosas. Jeff nunca había vivido esas experiencias y se sentía muy afortunado de donde le había tocado vivir. Aunque al principio lo pasó muy mal pensando que si se portaba mal podían cambiarlo de centro. Tan mal lo pasó que durante un tiempo tuvo pesadillas sobre este tema, hasta que al final tuvo que intervenir la directora para hacerle sentir que allí estaba seguro y nada malo le pasaría. Y que si se portaba mal, habría consecuencias, pero no de ese tipo.
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El CEO y el Guardaespaldas
Roman d'amourAl CEO de la empresa le gusta ir a la suya. Pero ahora, más que nunca, necesita que alguien lo vigile, porque está recibiendo amenazas de muerte. Un equipo especial es contratado para este asunto, y el líder del equipo tendrá que lidiar con ese CEO...