Disfrutaba de la sensación que me producía cantar y sentir cada nota de la melodía como una pieza que componía el rompecabezas de mi alma. Cerré los ojos cuando llegué al estribillo de la canción de Ed Sheeran, Afterglow.Sentí que un escalofrío me recorría cada célula de mi anatomía al sentir una mirada sobre mí. El local no era demasiado grande, pero tenía el espacio suficiente para que medio centenar de personas pudieran disfrutar de una noche entre risas, alcohol y música. Por eso fui capaz de sentir su presencia. Por alguna razón que no supe entender, alcé mi mirada hasta posarla sobre la chica que me escrutaba lentamente entre la gente.
Me lamí los labios inconscientemente, antes de continuar cantando. Quizás me llamó la atención la ropa que vestía, puesto que era noche buena, y por lo tanto, verano. Al menos, aquí, en Australia. Pero ella parecía completamente ajena a todo aquello que la rodeaba. Qué irónico resulta pensar que ni ella ni tampoco yo fuimos conscientes de lo que un simple intercambio de miradas puede llegar a desembocar.
Me dejé llevar por la canción, mientras la observaba con atención. Parecía nerviosa. Como si se hubiera perdido en un mundo completamente desconocido para ella. A lo mejor, no era desconocido, pero sí diferente. Ella diferente al mundo.
A lo mejor por su forma de andar con la cabeza gacha, o con una sonrisa tensa en el rostro.
Pero tuve claro que esa chica era completamente distinta a todas y cada una de las personas que habitaban en este planeta.
Y esa sensación la conocía a la perfección.Cuando sientes que quieres gritar en medio de toda esa gente desconocida, ajena a tu vida, pero que te mira y se cree con el derecho suficiente como para juzgarte. Sin saber que somos constelaciones imperfectas que tratan de unirse para completar lagunas que siempre estuvieron olvidadas.
Entonces, la observé buscar algo con verdadera impaciencia en el bolso tan grande que cargaba sobre su hombro derecho. Y cuando pude contemplar la cámara de fotos, desvié la mirada con rapidez.
Creo que nadie antes de ella se había detenido a sacarme una foto. Tal vez si se detuvieran a establecer una conversación con segundas intenciones o a contemplar mi rostro con deseo. Pero... nunca habían perdido el tiempo sacándome una foto.
La gente comenzó a aplaudir, y antes de volver a fijar mi vista sobre ella, paseé la mirada con una sonrisa en mi rostro y la respiración acelerada.
Cuando mis ojos dieron con los suyos, observé como su rostro parecía verdaderamente concentrado en captar todo su alrededor. Esta vez ya no era mi cara su centro de atención, sino que lo era toda esa gente de su alrededor.
Suspiré, con afán por acercarme a ella. Y sin pesarlo demasiado, dejé con cuidado la guitarra en el suelo, y bajé del escenario con las piernas temblorosas debido al acumulo de emociones que había sentido durante la actuación.
Las personas de mi alrededor me felicitaban la actuación mientras yo trataba de acercarme a ella. Las chicas se insinuaban de forma descarada cuando pasaba por su lado, pero no me quedé a perder el tiempo.
Porque había alguien que me esperaba sin saberlo.
Salí con rapidez del local, tenso por la cantidad de tiempo perdido. Había salido hacia la playa y no sabía si se habría ido.
Pero quería ver las fotografías que había sacado.Cuando levanté la vista del suelo, estuve a punto de darme de bruces con su maleta, la cual se encontraba abandonada de muy malas maneras, bloqueando la salida. Conduje la maleta hasta quedar justo detrás de ella.
La observé sacar fotos a las olas, a la arena y al cielo despejado y lleno de estrellas.
Sonreí al observar toda la cantidad de astros que nos rodeaban, mucho más grandes que nosotros, sin ser meramente conscientes de ello.
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El brillo de todas tus lagrimas de cristal
RomantizmSupongo que nuestro mundo era diferente. Y por ello, a pesar de ser dos ciegos ante el mundo, podíamos contemplar el brillo de las cosas invisibles. La peculiaridad de lo intangible. El sentimiento de las canciones. El baile de las olas. Y las histo...