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Mis ojos se entreabren. Mi cuerpo está frío, estoy tirada en el suelo sin luz. No entiendo nada de lo que está sucediendo y aunque trato de moverme no puedo, mi cuerpo está débil, mis huesos y piel fría y mi mente nublada. No puedo pensar ni moverme, estoy confundida. Mi primer movimiento fue tocarme la cabeza buscando sangre o algo, solo quiero sentir algo porque no puedo ver nada.

Mi cabello está mojado y frío a la vez, comienzo a tocar mi cuerpo lentamente, solo tengo puesta mi ropa intima.

¿Qué me hicieron?

¿Por qué estoy aquí?

¿Hice algo malo? ¿Qué fue? ¿Puedo arreglarlo?

Muerdo mi labio inferior fuertemente hasta hacerlo sangrar, estoy nerviosa, la incertidumbre me carcome. Todo está oscuro ni siquiera puedo moverme me siento tan indefensa, jamás me había sentido así ni cuando mi padre…

Necesito salir de aquí.

Quiero llorar, gritar, moverme pero no puedo. Sigo acostado en el suelo como si estuviera muerta, me siento muerta, ya me siento como un cadáver.

¿Estaré así por siempre?

Mis labios se resecan rápidamente y la misma sangre se seca con ellos, logro moverme un poco hasta poder abrazar mis rodillas y eso me ayuda a no sentirme tan sola.

Es Laila, estoy abrazando a Laila.

Repito lo mismo varias veces hasta que me lo empiezo a creer. Han pasado unas horas y sigo aquí, congelándome, muriendo.

Cuando vuelvo a mover los pies siento como algo me lastima. Estoy encadenada. Aún no tengo fuerzas para mover mi cuerpo completamente y creo que ahora menos poder hacerlo.

¿Por qué me hacen esto?

¿Acaso es un castigo por querer huir de mi propia vida?

Una lágrima se desliza por mi mejilla quemándome la piel, me arde. Una lágrima tras otra y cada una de ellas me duele más que la otra, los sollozos son callados como si no quisiera ser escuchada. Mis ojos me arden.

La puerta se abre mis ojos se encandilan por la luz externa, una figura masculina aparece y tengo que pestañear varias veces para poder verlo bien. Su cuerpo es grande, atlético y alto. No puedo ver su rostro porque esta contra luz, lo único que logro diferenciar es su vestima, tiene una camisa manga larga negra abotonada, que se adhiere a su cuerpo y en sus manos una carpeta que parece ser de color negro, no puedo verla bien.

Él da unos pasos y cuando entra cierra la puerta desaparece por la luz. La desesperación y el miedo no tardan en manifestarse, mi corazón parece que se detiene por un segundo cuando escucho pasos acercarse hacia mi y de mi respiración ni hablemos, ya es un desastre.

¿Que me hará? ¿Por qué estoy aquí?

Que se detenga, por favor, que se detenga.

Dios…te lo suplico que no me toque, solo te pido eso.

Una luz se enciende y mis pupilas se cierran y se abren, tengo que apartar la mirada por la luz escandalizando. Cuando vuelvo a abrir los ojos él está ahí.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué yo?

Mi ojos se abren de par a par cuando lo reconozco, es Henry. Está justo frente a mí esbozando una sonrisa cínica, su cabello se ve más oscuro que antes y sus ojos ya no me intimidan ahora me aterran.

—¿Por qué?— pregunto con las pocas fuerzas que tengo.

Él suelta una risita, la misma que antes había despertado algo en mi ahora me está destruyendo. Tal vez era eso desde el principio.

ahogo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora