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Estaba parada frente a mi armario con la pijama puesta, ya casi era la hora de comer y ni siquiera sabía que ponerme... Solo faltaban tres horas para la maldita fiesta.

Por fin encontré una camiseta rosa algo holgada que conjuntaba perfectamente con unos vaqueros claros, también elejí una gabardina blanca para ponerme porque el tiempo cada vez iba a peor.

Al mirarme al espejo sonreí, porque por una sola vez me encontraba
extrañamente bonita, aunque aún notaba que me faltaba algo que solían llevar todas las chicas de mi edad... el maquillaje.

Con cuidado fui a la habitación de mis papás y sin que me descubrieran agarré el maquillaje de mi mamá y me quedé observándolos sin saber muy bien qué hacer con ellos. Eso debía ser fácil, ¿no? Había visto algunos videos. Frente al espejo del tocador, comencé a echar polvos en mi cara, los cuales me hicieron estornudar. Aún así, cuando volví a mirarme al espejo vi que mi piel parecía ahora más tersa.

Tome ahora un lápiz negro y lo miré insegura, ¿cómo debía pintarme los
ojos? Hice lo mejor que pude en mis dos ojos y aunque no quedó algo
perfecto, me sentí bastante orgullosa cuando acabé y el timbre sonó. Bajé
las escaleras y abrí la puerta antes que mi papá lo hiciera.

- ¡Adiós!

Me sentí orgullosa de mi misma por poder hablar en aquel momento a
pesar de las prisas, puede que fuera el maquillaje o los nervios por la primera fiesta, pero Luigi también sonrió.

Lo miré de arriba abajo impresionada, se veía bastante bien con el outfit que llevaba.

- Sí, sé que estoy hermoso -afirmó y yo solté una risita, amaba que siempre supiera lo que yo pensaba.

El camino fue más silencioso de lo que solía ser entre nosotros, ya que los dos estábamos nerviosos por la fiesta. Yo no quería ser la burla de la gente popular, estaba cansada de eso.

A medida que nos acercábamos a la casa, la música se hacía más presente y noté como un nudo crecía en mi garganta cada vez con más fuerza. Ugh, odiaba eso.

- Todo va a ir bien, Kars.

Le dediqué a Luigi una media sonrisa, entonces la puerta se abrió. Era Elettra, la capitana de las animadoras. Pelo castaño, tez media bronceada, ojos claros y más alta que yo. Cuando nos miró frunció el ceño, pero luego, como si recordara algo, su cara se iluminó en una sonrisa.

Luigi no pareció notarlo, pero yo había pasado toda mi vida analizando y estudiando las expresiones de las personas.

¡Ay, hola chicos! Pasen... -dijo mientras Jack, el capitán del equipo de baloncesto se abrazaba a ella de una manera un tanto incómoda.

La música estaba demasiado alta y era retumbante.

No escuché a mi alrededor, fue como si mi cerebro no soportara los decibelios de aquella retumbante música y me centré únicamente en mis pensamientos, solo respondía a caminar porque Luigi agarraba mi mano, o porque me aterrorizaba quedarme sola en aquel lugar.

- ¡Eh Karime! ¿Qué te parecen mis brownies mágicos? ¿Los has probado ya? -miré aquellos extraños brownies y negué simplemente. Fui a apretar la mano de Luigi con más fuerza, pero entonces me di cuenta de que ya no estaba a mi lado. Apreté con más fuerza mis labios, incluso pude saborear un poco mi propia sangre por culpa de mis dientes.

- Oh, Karime... ¿por qué no quieres divertirte? -apareció el imbécil de Jack por mis espaldas y se pegó demasiado a mi cuerpo. Mi respiración se empezó a acelerar, quería salir de allí, quería gritar y empujar a todo el mundo lejos de mi.

- Es verdad, la pobre está mudita... -dijo Elettra, mirando a Jack. Mi
cuerpo se paralizó por completo y noté como mis ojos se llenaban de
lágrimas, sentía las burlas a mi alrededor. Sentía como la idiota de
Elettra me ponía un brownie frente a mis labios y la estrujaba en mi cara, como si fuese tan tonta como para comerla.

Mi garganta dolía de saber que debía gritar y no podía, pero entonces,
algo pasó.

- ¿Qué mierda hacen, imbéciles? -se escuchó una fuerte voz detrás de mi,
que hizo que mis ojos se abrieran mucho. Miré tras de mi, para encontrarme una chica de cabello claro abriéndose paso entre la gente.

Me temblaban las piernas, no sabía si salir corriendo o quedarme quieta,
pero al ver la puerta de la entrada abierta no perdí tiempo y me fui como pude hacia el umbral de la puerta, sin esperar a aquella chica. De repente mis piernas temblaron más de lo normal y caí al suelo, pero me levanté sin mirar mis rodillas y seguí corriendo. Por el ardor, supuse que sangraban.

- ¡Eh, chica, espera! -aquella voz femenina cada vez se acercaba más a mi. Cuando quise acelerar mi paso, noté su mano agarrando mi muñeca. La miré y negué fuertemente, solo quería que me soltase. Quería irme de allí-. Tranquila, no voy a hacerte daño... -Su voz me relajó. No supe
exactamente cómo lo hizo, porque su aspecto realmente daba miedo, vestía con unos pantalones negros rotos, una camiseta gris y una chamarra negra. Hasta su sombra de ojos era negra-. ¿Mejor? -preguntó cuando estaba distraida contemplando su oscuro aspecto, negué de nuevo y con cuidado solté su muñeca de mi mano.

Mire hacia mis rodillas, efectivamente la tela del pantalón estaba rota y habían heridas.

- Me llamo Laila ¿Cómo te llamas? Puedo curarte eso, vivo a solo unos
metros de aquí. -mi mirada se fue alzando poco a poco y acabé por mirar a un lado, era incapaz de mirarla a los ojos.

Laila... Era un nombre bonito. Una de mis comisuras se alzó casi por voluntad propia, ni siquiera le di una respuesta a mi nombre o la esperé
cuando me intentó sacar de allí, pero me estaba ofreciendo ayuda.

- ¿No hablas mucho, verdad? -soltó una pequeña risa y empezó a caminar a mi lado, bloqueando mi paso hacia mi casa-. Eres bonita... -mis mejillas se encendieron ante sus palabras, aunque seguí sin mirarla a los ojos- ...Bueno, puede que con otra ropa.

Fruncí el ceño y aparté su mano de mi muñeca por segunda vez, lo que ella volvió a reír. Su voz dulce y su risa contrastaba con su vestimenta y actitud.

De repente, un coche derrapó a nuestro lado y yo me sobresalté.
Involuntariamente cubrí mi cabeza con mis brazos y empecé a temblar.

- ¿Qué carajos haces, Laila? ¿Te has traído un juguetito o qué? -esa voz ya
la había escuchado antes, pero no quise recordar nada porque no era el
momento. Escuché la puerta de aquel vehículo abrirse. Yo temblaba como
un flan.

- Eh, relájate. No es como los otros retrasados, la estaban acosando.

- ¿Y creías que era muy oportuno dejarme sola cuando estaba abriendo la puta caja fuerte, idiota? -me sobresalté al escuchar aquellas palabras, pero Laila solo empezó a reír y no pude evitar sonreír-. Tú, levantate. -obviamente me estaba hablando a mi, pero no fue hasta que noté su mano en mi cabello que no levanté mi cabeza para que no tirara.

- No le hagas daño, puta madre -dijo Laila a mi lado, haciendo que aquella chica dejara de tocarme, pero casi no pude evitar ocultar la sorpresa cuando reconocí aquel olor especial proviniente de su chaqueta de cuero y aquellos ojos clavados en los míos.

- Yo a ti te conozco. -sentenció y casi pude notar el cruce de miradas que
hubo entre las dos chicas.

- Nos la llevamos. -y con eso, sus pies giraron y yo mire a Laila, negando con la cabeza y dando pasos hacia atrás. Cuando ella intentó coger mi muñeca, la retiré con rapidez y sentí que ella tiraba de un colgante que
tenía en mi cuello. Yo, haciendo caso
omiso al dolor que me provocó aquella fina cadena contra mi piel, me eché a correr y tiré con tanta fuerza que se rompió mientras yo seguía calle abajo.

Realmente no supe qué ocurrió para que no me terminarán alcanzando,
porque ellas iban en coche y yo me valía por mis temblorosas piernas, pero conseguí a través de pequeños callejones despistar aquel rayo
negro que me perseguía mientras corría. Daba gracias a mi sentido de la orientación cuando vi que iba por el camino de mi casa. Con la respiración acelerada y las manos temblororsas, saqué las llaves de mi bolsa y entré
corriendo.

- Mierda, la hemos perdido. -escuché la voz de Laila a través de la puerta y la de aquella misteriosa chica que no pude acabar de entender, ya que otra voz me sobresaltó.

- ¡¿Qué le han pasado a tus rodillas, Karime?! -Dijo mi mamá, la cual miraba fijamente mis heridas.

CAOS | GARIME Donde viven las historias. Descúbrelo ahora