Capítulo 2

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Mis compañeros resultaron ser bastante agradables. Claro, nunca faltaron las "advertencias" con algunos, pero igual todos me parecieron agradables.

Me añadieron a un grupo en WhatsApp, y nos tomamos algunas fotos. Cuyas fotos se las envié a mamá antes de que le diera un infarto y se apareciera aquí en plena universidad.

𝙴𝚜𝚝𝚘𝚜 𝚜𝚘𝚗 𝚖𝚒𝚜 𝚗𝚞𝚎𝚟𝚘𝚜 𝚌𝚘𝚖𝚙𝚊𝚗̃𝚎𝚛𝚘𝚜. 𝙴𝚜𝚝𝚘𝚢 𝚋𝚒𝚎𝚗, 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚕𝚕𝚎𝚐𝚞𝚎 𝚊 𝚖𝚒 𝚍𝚎𝚙𝚊𝚛𝚝𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘 𝚝𝚎 𝚑𝚊𝚋𝚕𝚘.

Si, así de seca soy con ella.

Le envié el mensaje y guardé el teléfono. Xanat me agarró por un brazo y yo me exalté un poco asustada.

—Vente— me dijo señalando con la cabeza. Estaban un grupo de compañeros del salón sentados en un círculo riendo—, te la pasarás bien.

A decir verdad, esa universidad me recordaba a mi secundaria. Estaba llena de pasillos, y en el centro el patio.

Le asentí la invitación a Xanat y me llevó a dónde estaban ellos. Aunque estaba que los nervios me comían, supongo que intentar volver a hacer amigos no sería tan malo.

Resultaron ser muy agradables y simpáticos. Me daban aires de que seríamos muy buenos amigos.

Xanat se sentó a mi derecha. Al frente mío había un chico de piel morena, cabello rizado y ojos cafés llamado Daniel. Se notaba que era bastante alto.

A la izquierda de Xanat había una chica de una piel blanca como la nieve, de cabello negro, largo y súper lacio, y unos ojos cafés oscuros que estaba segura de que en el sol resaltaban hermosos. Su nombre era Lyanna. Y justo a su lado, había un chico idéntico a ella, cuyo nombre era Leonardo.

Hasta el nombre. Podría jurar que eran gemelos.

Tenían el mismo color de cabello, la piel igual de blanca como la nieve y casi la misma estatura. Eran bastante altos, y sus ojos del mismo color oscuro intenso.

Creo que la única diferencia era que él tenía el cabello más liso.

—¿Son gemelos?— pregunté amable.

—No— me respondió Leonardo divertido, y mi expresión más sorprendida no podría ser.

—Si, ya sé— intervino Lyanna riendo—, somos idénticos, pero no somos gemelos, solamente hermanos.

Eso sí que no me lo esperaba.

Y a mí izquierda había una chica de piel morena, cabello rizado de color castaño y ojos miel llamada Shirley. Podía notar a simple vista que ella era la graciosa del grupo.

Me sorprendió mucho encajar con ellos rápidamente.

—Entonces... ¿Maila?— se dirigió Leonardo hacia mí. Conocía ese tono cuando se dirigían a mí nombre.

—Mai para que te sea más fácil— dije divertida.

—Bueno Mai, háblanos de ti. ¿Qué te gusta hacer?— dice Daniel

—Pues no tengo mucho que contar— proseguí—. Vivo sola con mi perro, me gusta leer, bailar, escuchar música, y cuando no tengo nada que hacer, me gusta dibujar.

—¿Acabas de decir que tienes un perrito?— Xanat tenía una chispa de emoción en su voz.

—Si— sonreí y saqué mi teléfono para enseñarles una foto. Mi fondo de pantalla siempre fue una foto con él—, se llama Nube.

—Es una ternurita— sonrió—¿Desde cuándo lo tienes?

—Me lo regalaron cuando cumplí seis años.

—¿Por qué le tienes tanto amor a los perros? Y precisamente, estudias veterinaria.

—Desde que nací, mis abuelos tenían una perrita llamada Estrella. Me crié con ella, me cuidaba, hasta que falleció a mis cuatro años. Y sí antes insistía que quería una mascota, cuando falleció insistí más. Y a mis seis años, me dieron la sorpresa más linda de mi vida. No soy como otros niños que crecieron viendo animados. Toda mi vida preferí ver documentales de animales, que hasta hoy en día los sigo amando. Y siempre me esforcé mucho para obtener buenas notas en el colegio, tener buen promedio y llegar hasta dónde estoy hoy en día.

—Qué bonito— me dijo Leonardo con una sonrisa en el rostro.

—¿Qué libros te gustan? Nombres y escritoras— intervino Shirley.

—Me leí la saga "Meses a tu Lado" de Joana Marcus, "Sigue mi Voz" de Ariana Godoy, "El arte de ser nosotros" de Inma Rubiales y me estoy leyendo "Irresistible Error" de Melissa Ibarra— terminé con una sonrisa.

—¿Y "Boulevard" de Flor Salvador?— preguntó dudosa.

—También, casi me olvido.

—Ya me cae bien esta chica— dijo con una sonrisa.

—¿Viste las adaptaciones de la trilogía "Hidalgo" y "Culpa mía"?— intervino Daniel.

—Culpa mía es mi película favorita— sonreí.

—Nick está buenísimo— dijo Lyanna y todas reímos.

—¿Y la de los "Hidalgo"?— volvió a preguntar.

—Ví la primera parte, pero no me llamó tanto la atención. Intenté leer los libros, pero están muy largos.

—De igual forma me cae bien— sonrió divertido.

(...)

Me despedí de ellos en la salida, y fui camino hacia mí edificio. Esos chicos eran increíbles, y el ambiente que en ese lugar era súper cómodo. Pasamos el día hablando de diversos temas, y ellos contándome de su vida. En clases a veces nos tirábamos una que otra mirada, o Daniel y Leonardo haciendo cualquier payasada que nos hacían ahogar alguna risotada.

Me contaron que se conocen desde la primaria. No sé por qué me sorprendía que duraran tanto en la amistad.

Será porque todas tus amistades te traicionan, y no tienes ni una duradera.

Gracias conciencia.

Leonardo me pareció un chico lo bastante guapo, y a mis estándares, está buenísimo y guapísimo. Fue con el que mejor conecté.

Al llegar al edificio, estaban el señor Wilson jugando con Nube, tirándole un juguete para que lo buscara. Nube al verme, fue corriendo hacia mí y corría a mi alrededor feliz.

Había pasado tres semanas en casa por lo de la nueva universidad, y Nube se la pasaba pegado a mí todo el día. Y siempre ha tenido la manía de que se acostumbra rápido a mí.

Me agaché, y le dí un beso.

—Tengo muchas cosas que contarte bebé— sonreí.

Fui hacia el señor Wilson, y lo saludé con un cálido abrazo.

—¿Qué tal te fue Maili?— dejó un cálido beso en mi frente.

—¡Fue lo mejor! Hice amigos, me supe integrar rápido, y te juro que por primera vez en mucho tiempo, no me sentía tan sola en un colegio— sonreí como niña chiquita.

Pude ver de reojo que Nube me miraba con mala cara, porque él ha estado en todos mis momentos malos. Le acaricié con una mano la cabeza.

—Me alegro mucho mi niña— sonrió—¿Quieres que te cuide a Nube en lo que descansas y te bañas?

—Muchísimas gracias, pero no— sonreí—tengo muchas cosas que contarle a mi bebé.

—Cualquier cosa que necesites, no dudes en buscarme pequeña. Y sí no estoy yo, está Marie— sonrió. Su sonrisa era tan cálida y amable, me transmitía paz y tranquilidad.

Marie es su esposa, llevan 25 años de casados, y tienen una hermosa relación. Ella también me ayudó a integrarme en el edificio cuando llegué, y ya sido como una madre para mí.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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El amor perruno de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora