Maila Jones
Mi alarma sonó a las 6:30 a.m. cómo es de costumbre. Me removí con pereza en la cama, y sentí como alguien subía dando vuelvas y lamiéndome la cara.
Abrí los ojos poco a poco con una sonrisa en la cara, ajustando mi vista a la claridad del sol que se asomaba por la ventana.
Cuando los abrí por completo, ahí estaba él. Mi más leal compañero desde que tengo 6 años. Nube.
Me senté y se abalanzó encima de mí lamiéndome la cara contento. Yo lo acaricié, y le espeluqué la cara como hago siempre.
Se bajó de la cama, y seguido de él me bajé yo. Fui al baño a asearme, y cambiarme de ropa. Opté por unos pantalones anchos con un top blanco no tan corto, acompañado de una bata que tengo que llevar como "uniforme" por estudiar veterinaria y unos tenis.
Para mí cabello, no quería nada extravagante. Nunca me han gustando los peinados exagerados. Mi cabello es una mezcla de lacio con algunos rizos. Papá tiene el pelo rizado, y mamá lo tiene lacio.
Agradezco no ser rizada.
Lo desenrede y lo cepillé con suavidad. Me hice una pequeña coleta con dos mechones de cabellos sueltos por frente, y con algunas cremas y fijador, los ricé.
Bajé abajo, y estaba Nube jugando con un juguete elástico que le compré hace años.
Ama ese juguete. Me sorprende que aún lo tenga.
Lo llamé con un beso, y me siguió hasta la cocina. En lo que me preparaba el desayuno, sonó mi teléfono y era mi mamá.
Ya se había tardado.
—¡Maila!— me gritó histérica, y yo tuve que alejar el teléfono de mi oído.
Un día de estos me va a dejar sorda.
—Buenos días mami— la saludé alegre, tratando de no sonar fastidiada—¿Cómo estás?
—¿Por qué no me habías llamado? ¡Es tu primer día en la universidad y te dije que me llamaras!
Puse mala cara.
—Corrección, primer día en ESTA universidad.
Vivo sola y estoy estudiando veterinaria. Desde niña me gustaron mucho los animales. No era como otros niños que veían animados, yo prefería ver documentales de animales, y así crecí. Por eso siempre me esforcé en tener buenas notas en el colegio para obtener esta carrera.
La universidad en la que estaba me queda muy lejos de mi departamento, pero cerca de casa de mi madre. Cuando inicié la universidad, me ofreció quedarme en su casa para que me quedara más cerca el camino.
Obviamente, rechacé, y no me importó en lo absoluto lo que ella pensara.
No iba a volver a pasar por el mismo infierno que pasé toda mi vida.
Así que, como soy mayor de edad, decidí cambiarme de universidad, a una que me quedara más cerca. Estuve investigando, y claro, con los vecinos de mi edificio, me dijeron que había una a unas cuadras del edificio.
Hice todos los trámites necesarios, exámenes y demás, y me aceptaron.
Sí, mamá me llamó histérica porque empiezo hoy.
—Es lo mismo Maila.
—Como digas— le dije sin importancia—. Recién me estoy haciendo el desayuno, no exageres. Y de todos modos te iba a llamar.
—¡Vas a llegar tarde, son casi las 7!
Uno de los motivos por los cuáles me fui de su casa, fue por esto. Era demasiado exigente con los horarios.
Tomé aire para no estresarme yo.
—Mamá, no llegaré tarde. A la universidad entro a las 8. Desayuno rápido y me voy, no llegaré tarde. Por favor, no me llames ni me llenes el teléfono de mensajes que te conozco.
—Solo quiero que llegues bien el primer día Maili.
—Llegaré bien mamá. Ya te mandaré fotos yo, ¿bien?
—Bien.
Sé que lo hace porque me quiere, pero esas cosas me estresan.
Nube acurrucó su cabecita en mis pies, yo lo miré y sonreí. Él me conocía demasiado. Se sabe cada una de mis caras, mis fracciones, todo. Sabe cuando estoy bien, cuando estoy mal, y aún me sorprende porque es un perro.
Es el amor perruno de mi vida, y mi más leal compañero.
—Nos vemos cariño— volvió a hablar—. Suerte, te quiero.
—Te quiero— le dije y trancó la llamada.
Terminé de preparar mi desayuno, y le dí su comida a Nube, dejándole un cálido beso en la cabeza.
Agarré mi mochila, le puse la correa a Nube y bajamos del edificio.
—Buenos días Mai— me saludó el señor Wilson con una sonrisa agradable.
Desde que llegué a este edificio, él fue el que mejor me trató. Ha sido como un padre para mí, todos en el edificio le tenemos un gran cariño. Él me cuida a Nube cuando voy a la universidad.
—Buenos días señor Wilson— lo saludé con una sonrisa y le dí a Nube.
—¿Nerviosa por hoy?
—Un poco.
—Relájate. Te irá bien. Eres muy inteligente, seguro haces muchos amigos allá.
Le dí una cálida sonrisa y me agaché en frente de Nube. La volví a espelucar y le llené la cara de besos.
—Pórtate bien mi amor. Te amo— sonreí y le volví a dar otro beso.
Me despedí del señor Wilson, y me dirigí hasta la universidad.
Al llegar, los nervios me comían. El patio era enorme, y los pasillos gigantes. Ví a varias personas con la misma bata que yo.
Supuse que serían de veterinaria también.
Estaba distraía mirando a todos lados que choqué con alguien, haciendo que todos sus libros se cayeran.
Genial Maila, acabas de llegar y ya estás haciendo un gran desastre.
—Perdón— le dije apenada a aquella chica, y la ayudé a levantarse—, estaba distraída y no te ví— le entregué sus libros.
—Tranquila, no pasa nada— me dijo amable.
Yo sonreí apenada.
—¿Eres nueva? Nunca te había visto por aquí.
—Sí, estoy un poco perdida sinceramente— reí.
—Soy Xanat, mucho gusto— sonrió.
—Maila, un placer. ¿Qué estudias?
—Veterinaria, ¿y tú?
—Igual— dije con un poco de emoción y sonreí.
No me sentiré tan sola al menos.
—Genial. Al fin una amiga.
—¿No tienes amigos aquí?
—No muchos. Suelo ser muy poco sociable.
Sonreí apenada.
—¿Me guiarías hasta el salón?— le dije divertida.
—Claro, acompáñame.
Fui con ella. Resultó ser buena chica. Es de mi estatura. Su cabello es rizado de color negro con mechas en diferentes tonalidades de rubio. Es delgada, y tiene un acento venezolano.
Llegamos al salón y me presenté. Algunos me miraron relajados, mientras que otros me daban una que otra mirada rara y murmuraban entre sí.
—Ven, siéntate aquí conmigo— me dijo Xanat, y fui a sentarme a su lado. No quería sentarme al lado de alguien más sinceramente, la incomodidad inundaba mi interior.
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El amor perruno de mi vida
De TodoMaila Jones es una joven de 19 años, peli castaña y de ojos cafés que resaltan en el sol, que ha tenido que enfrentar muchas situaciones a lo largo de su vida. Pero en toda esta lucha constante, la ha acompañado su fiel compañero, Nube. Quién ha si...