—¡Despierta, dormilona! —gritó George en mi oído.
Abrí los ojos sobresaltada.
—Déjame, George… solo quiero dormir un poco más.
Él rió y tiró de mi brazo con impaciencia.
—Ya llegamos a Hogwarts, Sarah. Deja de dormir y camina.
Parpadeé, intentando despejarme mientras el mundo familiar de la estación aparecía a mi alrededor. Hogwarts… otra vez en mi verdadero hogar.
—¿Qué tal tus vacaciones, princesa? —preguntó Fred mientras bajábamos del tren.
—Demasiado largas, para ser sincera. Prefiero estar aquí.
Los gemelos se rieron. Claro, ellos sí tienen un hogar donde son bienvenidos...
—Cállate, Weasley.
La voz de mi hermano me sorprendió, tensa y autoritaria.
—Relájate, Cedric, solo hablábamos con ella —respondió George, algo molesto.
Le lancé a mi hermano una mirada para que dejara el asunto. Cedric suspiró y, tras mirarnos a todos con desconfianza, se marchó.
—No lo soporto. En serio, no lo soporto —se quejó Fred.
Reí al escucharlo. Al menos ellos siempre lograban hacerme reír.
—Oye, Sarah, escuché que te están considerando para ser prefecta de Slytherin —dijo Fred para cambiar el tema.
—Sí… se supone que Snape me avisará pronto, antes de que entren los de primer año —respondí, intentando disimular mis nervios. La responsabilidad me abrumaba un poco.
De pronto, un escalofrío recorrió mi espalda, haciéndome detener.
Sarah…
Me giré rápidamente, buscando el origen de la voz, pero no vi a nadie.
—¿Qué pasa, princesa? —preguntó Fred, notando mi expresión.
—Creí… creí que alguien me llamó.
George rió, como si hubiera dicho una tontería.
—No digas locuras, Sarita.
Sarah…
Ahí estaba de nuevo, esa voz susurrante y familiar. Miré en dirección a la biblioteca, sintiendo una atracción inexplicable.
—Chicos, váyanse adelantando. Los alcanzo en un momento…
Sin esperar respuesta, caminé hacia la biblioteca, dejándome guiar por el impulso.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?
Abajo, Sarah Diggory…
Miré al suelo y vi un libro negro, desgastado, con un nombre grabado en la cubierta: Tom Marvolo Riddle. Lo recogí, y al abrirlo, noté que sus páginas estaban en blanco. Pero cuando mis dedos rozaron las hojas, palabras comenzaron a formarse, como si la tinta brotara desde la nada.
“Hola, Sarah Diggory. Al fin nos encontramos.”
Mi corazón latió con fuerza. ¿Cómo era posible?
—¡Sarah! Vamos, Snape te está buscando.
Guardé el libro rápidamente en mi uniforme, intentando ocultar mi nerviosismo, y forcé una sonrisa a Fred.
—Sí, ya voy.
Caminé tras él, aunque mi mente seguía en el libro. ¿Quién era Tom Riddle? ¿Cómo sabía mi nombre? Y ¿por qué sentía que ese libro escondía algo peligroso?
—Señorita Diggory, por fin. El puesto de prefecta de Slytherin requiere compromiso y responsabilidad.
Fred y George me dejaron a merced del regaño de Snape. Gran apoyo, ¿eh?
—Lo sé, profesor. No volverá a suceder.
Snape continuó explicándome las responsabilidades con los de primer año, mientras mi mente divagaba. La ceremonia fue larga, y los nuevos estudiantes me parecieron… desesperantes.
Finalmente, me encontré sola en la sala común. Mi compañero prefecto ya se había retirado, dejándome a solas con el misterioso libro.
—Veamos quién eres…
Saqué el libro, tomé una pluma y tinta, y escribí: “Hola. ¿Quién eres? Y, más importante, ¿cómo sabes mi nombre?”
Al instante, las palabras comenzaron a aparecer:
“Soy Tom Riddle, un antiguo estudiante de Hogwarts, condenado a pasar la eternidad atrapado en este libro. Pero al fin… apareciste tú, Sarah. Puedo sentir tu presencia desde hace tiempo, incluso desde el año pasado, cuando venías a la biblioteca. Escuchaba tu nombre…”
Sentí un extraño aprecio por el libro. ¿Cómo alguien podía terminar así, atrapado en las páginas?
—¿Y por qué te encerraron aquí, Riddle? —pregunté en voz baja.
“Tampoco tuve muchos amigos… Algunos decidieron hacerme una broma algo cruel.”
Mientras las palabras aparecían, una sensación de presencia llenó la habitación. Era como si no estuviera sola.
—Entonces… ¿puedes oírme?
“Claro que puedo. Tienes un poder especial, Sarah. Fue fácil encontrarte.”
Mi rostro se sonrojó involuntariamente. ¿Me estaba sonrojando por un libro?
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? Para sacarte de aquí…
Las palabras tardaron en aparecer, como si estuviera dudando en responder.
“Para liberarme, necesitaría un alma.”
Sentí un escalofrío. ¿Un alma? Eso significaba… matar a alguien.
—Eso es… complicado.
“Sí, no te preocupes linda. Hace tiempo que abandoné la esperanza de volver a vivir. Me basta con tenerte aquí, para hablar contigo…”
¿Me llamó “linda”? ¡Por favor, Sarah, es un libro! Sin embargo, la calidez en mis mejillas era inevitable.
—Al menos ahora no estarás solo. Yo… yo estaré aquí para hablar contigo.
Miré cómo la tinta formaba pequeños dibujos de corazones y una carita sonriente en la hoja. Sonreí levemente.
—Voy a dormir. Mañana hablaremos más.
Cerré el libro y subí a mi dormitorio, sintiéndome inexplicablemente acompañada. Tal vez… tal vez me estaba volviendo un poco loca.
。:.•☆゚.:。+゚
¿Sarah lo ayudará a salir o se limitará a hablar con él por el libro?
¿Tom le dirá la verdad o la engaña?
¿Será que al fin Sarah dejara de sentirse sola?
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Más allá de las palabras - 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 +18
Fanfiction-¿Qué gano si te ayudo a salir? -Una vida de gloria, riqueza y lo mejor, respeto y ser temida por todos los magos en el mundo. -¿Tendré tu respeto? -No creo que te lo ganes. - Ya veras que ganaré más que eso Riddle. ® Derechos reservados