Me iba el veinte de agosto y hoy es diecinueve de este mismo mes. ¿Lo peor? Que ya no tengo ningún tipo de contacto con Sofía pues me ha bloqueado y eso me duele, pero no me puedo atormentar con eso, pues tengo que estar preparada para el largo viaje que me toca.
Ahora mismo lo que estoy haciendo es la maleta. Sinceramente me estoy llevando toda mi habitación y me parece hasta poco, sin embargo como seguramente vaya a comprar un montón de ropa allí-porque me conozco- no me preocupo tanto.
Ahora mismo estoy cerrando la primera maleta en la cual solo llevo mis cosas de cristal y que son muy fáciles de romper. Como por ejemplo: cuadros, algunos de mis libros favoritos, bolas de nieve, discos de música y todo esas cosas que no tienen que ver con ropa pero que a mi me dan el sentido de la vida. Esta maleta, es una maleta pequeña que voy a llevar en mano.
Una vez que la cierro y la pongo por fuera del cuarto, cojo la segunda maleta y me pongo a hacerla. Mi idea es poner en esta: mis zapatos, mi ropa interior, mi maquillaje, mis joyas y mis cosas de higiene.
Mientras la hago, me pongo a pensar lo mucho que me va a costar dejar la gran parte de libros y discos aquí, sin embargo sé que no les va a pasar nada pues nadie va a entrar aquí dentro.
La verdad es que hoy estoy nerviosa, pues supuestamente, me iba a quedar con una familia, sin embargo, ayer me llamaron para decirme que me voy a tener que quedar en una residencia. ¿Por qué? Pues parece que esta familia a tenido unos problemas y se han tenido que ir del país y al ser en tan poco tiempo no me pueden buscar otra, pero la verdad es que tampoco me importa tanto.
Cuando ya tengo todos mis zapatos o por lo menos la gran mayoría de ellos, cierro esa cremallera que esta en unos de los lados y en el otro lado empiezo a poner todo lo demás que ya nombre antes. La ropa interior la separo en: sujetadores, bragas y calcetines. Entonces pongo cada cosa en unos cuantos neceseres para no tenerlo todo suelto por todos lados. Tras esto, empiezo a poner mi maquillaje que al ya estar todo en un estuche gigante no me tengo que preocupar por ordenarlo. Las joyas también las separo, tipo: los pendientes por un lado, las pulseras por otro, los anillos en otra caja y por último los collares en otra caja. Los separo así para después colocarlo todo bien en la maleta. Para terminar pongo todo los productos de higiene en un mismo estuche, después lo coloco en también en la maleta para ya terminar y poder cerrar esta.
En la tercera y última maleta, voy a poner toda mi ropa, literalmente. Pero a ver, que no todo era tan fácil, porque lo que yo hago siempre es llevar ya hechos unos cuantos conjuntos y para allí me voy tres meses, así que por lo tanto, me lleva su tiempo hacer unos cuantos conjuntos. Cuando termino de hacer como unos veinte o treinta conjuntos y los pongo en la maleta, son las nueve y media. Obviamente me he tomado demasiados descansos para así poder comer, leer y escribir para que mis lectoras puedan tener nuevos episodios mientras me voy de viaje. Como veo que ya es bastante tarde, cojo el móvil e intento volver a llamar a Sofía para no irme con ese mal sabor de boca.
Un primer tono. Eso es buena señal, ya que por lo menos ya no me tiene bloqueada de llamadas. Un segundo tono y la esperanza se apodera de mi, a este segundo tono le sigue un tercer tono, sin embargo no hay más tonos porque cuelga la llamada.
A los dos minutos, me llega un mensaje de Sofía. Mi corazón se ilusiona al pensar que va a ser algo bueno, pero mi mente sabe que es todo lo contrario. Pero en mi caso, el corazón es más fuerte que la mente y por este motivo me ilusiono con cosas que a lo mejor no son.
"Deja de llamarme o de mandarme cualquier tipo de mensajes, no quiero verte, no te quiero escuchar y sobre todo quiero que me dejes en paz pesada de mierda. Ve y búscate una vida en cualquier lugar menos a mi lado, olvídame. Así como si te extingues, ten por seguro que no me va a importar. Así que si antes no tenías razones para dejarme de hablar ya sí. Adiós RATA".
No me lo puedo creer. ¿Qué he hecho yo para merecerme esto dios?
¿Me insultan? Lo aguanto, les pido perdón yo y sigo normal. ¿Me tiran comida? Me la limpio y sigo con mi vida. ¿Hablan mal de mi? Cambio y sigo. ¿Critican algo de mi libro? Lo cambio y deja de ser mío pero sigo con mi vida. Todo lo cambio, pero hay un paso antes de todo que no he mencionado. Me quedo mirando la cuchilla que tengo en la mano y me pregunto si debería de hacerlo y tirar todo lo que he luchado por dejarlo al traste o contenerme. Me la voy acercando poco a poco hasta que hago un mini raspón pero es tan leve que solo sale blanco como si me hubiera raspado con la uña, cuando me doy cuanta de que me la estoy acercando mucho como para hacer me una herida profunda, mi mente cambia de opinión y la tiro al suelo para después recogerla y guardarla.
Guardo la cuchilla donde estaba, en una caja azul celeste que contiene un candado, sin embargo abro una maleta y meto esa caja ahí, porque sé que voy a recaer pero no puedo hacer nada. Me lo replanteo una vez y dos o hasta tres, pero al final vuelvo a abrir donde guarde la cuchilla y la tiro por la ventana para no tener que verla nunca más.
Cuando la tiro, me voy a la ducha para quitarme toda la tensión de encima y pongo el agua tan caliente que empieza empañarse todo, al terminar de ducharme me pongo un pijama calentito y bajo a la cocina para prepararme un chocolate caliente y seguir escribiendo mi segunda novela para así cuando llegue a Irlanda no tener que concentrarme solo en eso.
Cuando veo que ya van a ser las once y veinte, salgo de la cocina hacia mi cuarto para irme a la cama y poder dormir por lo menos seis horitas y no levantarme con una cara de muerta viviente para ir al aeropuerto.
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De coincidencias en coincidencias
RomanceMia siempre ha soñado con irse de intercambio a Irlanda y este año lo ha conseguido. Aidan siempre ha soñado con hacerse amigo de alguien que venga de intercambio y divertirse enseñándole su país: Irlanda. Que casualidad que sus sueños estén conec...