Era una noche helada. Una niña llamada Luna corría asustada a través de un bosque oscuro, cuando de repente choca contra un chico.
Douma: "¿Qué haces en mi territorio, pequeña humana?" –dijo con un tono preocupado.
Luna: "Estoy huyendo de unos cazadores..." –respondí entre lágrimas.
Douma me tomó en sus brazos con fuerza, levantándome y sosteniéndome mientras los cazadores llegaban al claro del bosque. Al vernos, ellos gritaron con enojo:
Cazadores: "¡Suelta a la niña, demonio!"
Douma: "¡Esta niña ahora es mía, no la voy a soltar!" –dijo mientras me abrazaba con más fuerza.
Los cazadores, furiosos, sacaron sus katanas. Douma me alzó y se inclinó hacia mí, susurrando al oído con voz seductora:
Douma: "Eres solo mía."
Los cazadores, confundidos, notaron que me había sonrojado y preguntaron:
Cazadores: "¿Qué le dijiste a la niña?"
Douma se limitó a sonreír y, sin responderles, desapareció conmigo en sus brazos.
Me llevó a su casa y me dijo que no saliera hasta que él me lo indicara. Exhausta, me quedé dormida en su cama, esperando lo que vendría después