𝓓os

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Dieciocho años habían transcurrido desde aquella terrible maldición. El príncipe Jimin había sido  oculto en los oscuros bosques bajo el cuidado de los tres brujos, quienes lo criaron como si fuera  su propio hijo. 

El pequeño creció sano y fuerte, lejos de cualquier peligro y de Maléfica. Cada día se ponía más  hermoso, más encantador e irresistible, la perfección poco a poco se adueñaba de aquel frágil y  espléndido cuerpo mortal. 

Sin embargo, conforme el cumpleaños número diecinueve del príncipe se acercaba, la preocupación en los brujos aumentaba... aterrados de que al último segundo, Jimin fuera  arrebatado de sus manos. Sabían que maléfica lo buscaba e iba tras él sin importar qué, así que  debían mantenerlo oculto a toda costa.

Aunque eso implicara ocultarle su verdadera identidad.

El estruendoso grito rebotó contra las oscuras paredes de aquel tétrico castillo, creando un  profundo eco que a cualquiera le podría erizar la piel.

Un adolescente de hebras negras como la noche y ojos verde esmeralda liberó un gruñido cargado de   molestia. Elevó la vista al techo, observando el candelabro de calaveras con velas negras que se alzaba  sobre él, balanceándose debido al estruendoso grito.

— ¡Yoongi!

— ¡¿Qué?! — respondió de mala gana mientras aventaba el hueso que tenía en sus manos.

— ¡Ven acá! — Volvió a gritar la voz femenina.

El hueso había caído en una esquina de la habitación. Apenas rodó un poco por el suelo, que un  dragón negro de ojos rojos y de dos metros y medio, se había lanzado sobre él, devorándolo con desespero conforme liberaba un gruñido feroz. Hizo crujir el hueso entre sus fauces y luego observó  al chico acostado en la cama una vez que finalizó. 

— ¡No me veas así! — Reclamó Yoongi observando al dragón. — No es mi culpa que comas  demasiado. Mierda, apenas tienes seis meses de haber nacido. 

El dragón rugió en modo de respuesta, soltando unas cuántas chispas por la boca. 

— Ni te atrevas — Amenazó Yoongi. — Que de no ser por mí no tendrías un hogar.  ¿Tienes idea de lo difícil que fue convencer a mi madre para que te dejara estar acá?

El dragón pareció resoplar, mostrándose arrepentido. 

— Ve a cazar — Yoongi se levantó de donde estaba. — Yo luego vendré. 

— ¡Yoongi! — Volvió a gritar la voz femenina produciendo un eco. 

— ¡TE ESCUCHÉ, MIERDA!

El chico de cabello oscuro rodó los ojos y chasqueó su lengua contra su paladar. Se sacudió los  pantalones oscuros, se ajustó su holgada camisa blanca y salió de su habitación, subiendo  por unas escaleras en caracol que lucían infinitas.

Una vez que terminó de subirlas todas, comenzó a vagar con lentitud sobre aquel negro pasillo,  con negras estatuas, negros tapetes, negros cuadros, negras velas, negro techo y negras paredes.  Negro, negro, negro, todo era negro. Lo único que le daba luz era el fuego verde las velas en los candelabros oscuros. Negro, negro y más negro.

Se aproximó a la sala del trono, viendo a su progenitora sentada sobre aquel trono, sobando el suave  plumaje de un cuervo negro que se encontraba sobre su cetro. Los ojos verdosos de ella chocaron  con los de su hijo, quien se acercó desganado hasta ella y la observó malhumorado.

— ¿Y bien? ¿Querías verme? — presionó el muchacho cruzándose de brazos.

— En efecto — La mujer observó a sus guardias, unos hombres con nariz de cerdo y piel  arrugada y llena de pus con verrugas—. Ya que mis súbditos son unos incompetentes, no  me puedo permitir seguir perdiendo el tiempo de esta forma. La maldición se aproxima y no  estoy dispuesta a seguir así. 

Sleeping Beauty ; YOONMIN : + 18 ( CORREGIDA )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora