2. El encuentro.

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16/06/2008. Bill's POV

...

Era un día de tormentas y rayos, estaba horrible. A las 9:00 de la mañana nos despertaron para ir a desayunar, todos en fila como siempre. Hoy era un día especial según nuestra cuidadora. Los niños murmuraban muchas cosas, pero sobretodo que iba a llegar un niño nuevo. A mí no me interesaba en lo absoluto lo que decían. Tomaba tranquilamente mi leche con pan mientras que las niñas se morían por saber quien era ese niño.

Al terminar de desayunar, nos mandaron a nuestras habitaciones a arreglarnos y cambiarnos de ropa. Luego, todos bajamos y nos mandaron hacia el patio a jugar. Pero yo no quería jugar. Quería estar solo, sin nadie a mi alrededor molestando y diciendo cosas tontas como: "Bill, ¿Sabías que uno más uno es dos?" Yo no estaba para esas cosas, aunque solo era un niño de ocho años. Era mucho más inteligente que los otros.

Al sonar la campana yo no había socializado ni un poco. Bah, me daba igual. Me la pasaba mejor solo que acompañado. De repente, la cuidadora me llamó.

- Bill, te necesitan arriba ahora mismo - vestia la misma ropa de monja, solo que ella no llevaba el colgante de cruz. Solo las superiores lo tenían.

Con mala gana fui a arriba, sin decir nada, solamente siguiendo las órdenes, porque si no lo hacía, sería castigado. Y no solamente con palabras o con decir que me iban a quitar algo, no. Acá era diferente. Te castigan con golpes y encerrándote en una habitación vacía sin comer por un día. Y eso que era un orfanato bajo el cuidado de monjas. No creo que Dios de esas órdenes. ¿O sí?

Mientras iba subiendo las escaleras, me encontré con una señora ya mayor que iba llorando mares, rezaba a Dios y decía el nombre de un niño.

- Tom, Tom, Tom - A cada rato rezaba, como si yo supiera dónde había dejado a ese tal Tom. Total, las monjas eran buenas para aparentar que este lugar estaba lleno solo de risas y alegrias. Pase a lado de ella sin prestarle más atención.

Llegando arriba, toqué dos veces la puerta para escuchar un "Pase" de una monja de 60 años que ya se tendría que haber jubilado. Cuando entré a la habitación, la señora Inés me esperaba sin expresión alguna. No había hecho nada malo, así que me senté. Empezó a hablar. Con quejas como siempre, ya su oficina parecía sala de psiquiatría.

- ¿Aún no has hecho amigos Bill? - leia unos papeles con esos lentes que con ese aumento creo yo sería capaz de ver hasta la bacteria más pequeña.

Claramente no sabía qué decir, qué excusa poner para justificarme. No tenía ni idea qué inventarme, así que solo conteste sin pensarlo dos veces.

- ¿Hay algún problema con eso? No es como si a los demás niños les importará. Solo les interesa salvar su propio culo sucio.

Y ahí la señora Inés explotó y empezó a gritarme.

- ¡Bill Kaulitz!. ¡En la casa del señor no serán aceptadas estás faltas de respeto a tus superiores y esas palabras tan... obsenas!

Quería llorar ya que era alguien muy sensible a todo, pero me aguanté porque si no me iba a ir peor.

Con la voz temblorosa dije - Vale ya está... pero tenga algo en claro, Superior Ines, yo no voy a socializar ni por qué me azoten o castiguen sin comer por el tiempo que usted decide. Yo estoy bien así, simplemente quiero estar solo.

La señora Inés no hizo nada más que quedarse callada por un rato sin prestarme atención mientras yo reprimía mis lágrimas.

- Escúchame bien Bill, hoy ha llegado un nuevo niño. Se llama Tom y quiero que le enseñes el orfanato por completo y las reglas - Cambió drásticamente el tema, pero me había dado compañía que no quería, pero tenía que hacerlo. Tenía que obedecer. Al notar el silencio y que no pusiera alguna queja denuevo hablo.

𝘼𝙈𝙊𝙍 𝙄𝙈𝙋𝙐𝙍𝙊  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora