Capítulo 11

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Al despertarme necesito un momento para recordar los acontecimientos de la noche anterior que me
llevaron a este extraño dormitorio. Ling sigue dormida, roncando sonoramente con la boca abierta.

Decido esperar a averiguar cómo vamos a volver a la residencia antes de despertarla. Me pongo rápidamente los zapatos, cojo el bolso y salgo del cuarto. ¿Debería llamar a la puerta de Milk o intentar buscar a Ohm? ¿Es Ohm miembro de la fraternidad también? Jamás habría imaginado que Milk formara parte de un grupo social organizado, de modo que tal vez también sea así en el caso de Ohm. Sorteo los cuerpos durmientes que hay en el pasillo y me dirijo al piso inferior.

—¿Ohm? —lo llamo con la esperanza de oír una respuesta. Hay al menos veinticinco personas durmiendo sólo en el salón. El suelo está repleto de vasos rojos de plástico y de basura, lo que hace que me resulte difícil desplazarme a través del desastre, pero también me doy cuenta de lo limpio que estaba el piso de arriba a pesar de la gente que había allí. Cuando llego a la cocina, tengo que obligarme a no ponerme a fregar. Llevará un día entero limpiar la casa de arriba abajo. Me encantaría ver a Hardin recogiendo toda
esta porquería, y, al imaginarlo, me entra la risa.

—¿Qué tiene tanta gracia?—Me vuelvo y me encuentro a Milk entrando en la cocina con una bolsa de basura en la mano. Pasa el brazo por la encimera y deja caer los vasos en el interior.

—Nada —miento—. ¿Vive Ohm aquí también?
No me contesta y continúa limpiando.
—¿Vive o no vive aquí? —pregunto de nuevo, esta vez con más impaciencia—. Cuanto antes me
digas si Nate vive aquí, antes me marcharé.

—Vale, ahora tienes toda mi atención. Pues no, no vive aquí. ¿Te parece el típico chico de fraternidad? —dice con una sonrisa maliciosa.

—No, pero tú tampoco —le espeto, y su mandíbula se tensa. Se acerca a mí, abre el armario que tengo junto a la cadera y saca un rollo de papel de cocina.

—¿Pasa algún autobús por aquí cerca? —pregunto sin esperar una respuesta.

—Sí, a una manzana. La sigo por la cocina. —¿Podrías decirme dónde está la parada?

—Claro. Está a una manzana de distancia. —Las comisuras de su boca se curvan hacia arriba,
mofándose de mí. Pongo los ojos en blanco y salgo de la cocina. Está claro que la cortesía momentánea que Milk mostró anoche fue una excepción, y que hoy piensa atacarme a pleno rendimiento. Después de la
noche que he pasado, no soporto estar cerca de ella.
Me dispongo a despertar a Ling, quien lo hace con sorprendente facilidad y me sonríe. Me alegro profundamente de que esté lista para salir de esta maldita casa de fraternidad.

—Milk dice que hay una parada de autobús por aquí cerca —le digo mientras bajamos la escalera juntas.

—No vamos a coger el puto autobús. Uno de estos capullos nos llevará a la residencia. Seguramente sólo te estaba tomando el pelo —dice, y apoya la mano en mi hombro. Cuando entramos en la cocina y vemos a Milk sacando algunas latas de cerveza del horno,
Ling se pone autoritaria.

—Milk, ¿nos puedes llevar de vuelta ahora? Me va a explotar la cabeza.

—Claro, dame un minuto —dice ella, como si hubiese estado esperándonos todo el tiempo. Durante el trayecto de vuelta a la residencia, Ling se pone a tararear la canción heavy que está sonando a través de los altavoces y Milk baja las ventanillas, a pesar de
que le pido con educación que las suba. Se pasa todo el camino callada, tamborileando absorto el volante con sus largos dedos. Aunque no es que yo haya estado prestándole mucha atención.

—Luego me paso, Ling —le dice a mi compañera cuando ella baja del coche. Ella asiente y se despide de ella con la mano mientras yo abro la puerta trasera.

—Adiós, Pattranite—me dice con una sonrisa maliciosa.
Pongo los ojos en blanco y sigo a Ling hacia la residencia.

After - Milklove Donde viven las historias. Descúbrelo ahora