Prólogo

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Freen no recordaba la última vez que había sentido paz. Su vida había quedado en pausa, atrapada en un invierno eterno desde aquel día en que su prometido, su mejor amigo, su todo, se había ido sin previo aviso, arrancado por un cruel accidente de camino a su boda. El amor que había soñado, el futuro que había planeado, todo se esfumó en un instante. Desde entonces, se sentía vacía, un cuerpo que caminaba, respiraba y sonreía mecánicamente, pero que por dentro estaba quebrado.

Fue su abuela quien la sacó del abismo, quien, entre sus propios suspiros de nostalgia y con la voz debilitada por los años, le pidió un último deseo: verla casada. El peso de aquella petición, de aquellos ojos que reflejaban esperanza y amor, fue imposible de ignorar. Freen no quería volver a amar, no quería arriesgar su corazón nuevamente, pero ¿cómo negar el último deseo de la persona que más había hecho por ella?

Becky, era una amiga leal a la familia, una confidente silenciosa. Y, aunque Freen no lo sabía, Becky llevaba años amándola en secreto, anhelando ser más que una amiga, pero aceptando su lugar sin pedir nada a cambio. Así, cuando la abuela de Freen le pidió que se casara con ella, Becky aceptó sin dudar, dispuesta a darlo todo, aunque eso significara enfrentarse a un corazón que aún lloraba a otro amor.

La boda fue sencilla, sin grandes celebraciones. Una unión hecha por el deseo de una anciana, y no por el deseo de dos corazones que se entregaban. Para Freen, el matrimonio era un compromiso sin emoción; para Becky, una esperanza que trataba de mantener viva, a pesar de las palabras frías de Freen, quien le advirtió que su corazón jamás podría corresponderle.

Meses pasaron y Becky intentó, sin éxito, derretir el hielo en el alma de Freen. Hasta que una noche, en un bar, una chispa de locura y desesperación la envolvió. Becky observaba su reflejo en la superficie de un vaso, recordando las palabras que Freen le había dicho: "Nunca te amaré". Entonces, dos rostros desconocidos, idénticos, entraron al bar y, con ellos, una idea insólita se apoderó de su mente. Si como Becky no podía conquistarla, tal vez como otra sí.

Así nació Patricia, la identidad que Becky decidió adoptar en un último y arriesgado intento por acercarse al corazón de Freen, por descubrir si detrás del dolor y el rechazo, aún había un espacio para el amor.

¿Podrá conquistar su corazón desde las sombras? ¿O se perderá a sí misma en el proceso, entre las mentiras y los secretos que amenazan con consumirla?

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¿Qué les parece?

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Distinto El Color, La Misma FazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora