Mansión Wayne.
La tensión en la sala de la mansión Wayne era sofocante. Cada rincón parecía vibrar con el peso del silencio y la preocupación. Bruce, con el rostro endurecido por la rabia y la impotencia, se colocó al centro, comenzando a narrar los hechos con una frialdad que apenas contenía el dolor latente. Lo que debía haber sido una simple salida familiar en el parque había terminado en una pesadilla: su pequeña hija, Ariadna, secuestrada ante sus propios ojos. Nadie pudo detenerlo. Ninguno pudo evitar lo inevitable.
Damian, sentado en un sillón apartado, no podía soportar la presión. Se sentía atrapado bajo el peso de la culpa, sus dedos cerrados en puños, las uñas clavándose en sus palmas. A su lado, Jon, con una expresión de preocupación, intentaba acercarse a su amigo.
—Oye Damian...—susurró Jon, sentándose junto a él.
El hijo de Bruce apenas levantó la mirada, sus ojos oscuros fijos en un punto indeterminado del suelo. Sus palabras salieron como un murmullo, casi inaudibles.
—Solté su mano s mi culpa... —dijo, la voz rota, vacía. hi 'ukhti maswuwliati resonaba en su mente esas palabras. "Mi hermana, mi responsabilidad".
Jon lo miró, su corazón pesando al escuchar las palabras de su amigo. Sabía lo que Damian sentía, pero aun así no podía dejarlo cargar con toda la culpa.
—No es tu culpa, Damian todos cometemos errores... incluso nosotros, los primos... y los hermanos.—insistió, bajando la mirada, buscando las palabras correctas.
—No intentes hacerme sentir mejor... porque no está funcionando.- Damian lo miró de reojo, su rostro endurecido por la ira y la vergüenza.
Mientras los dos chicos intentaban procesar lo sucedido, los adultos seguían atrapados en su propia tormenta de incertidumbre y miedo. La conversación entre Bruce, Clark y Lois estaba cargada de una tensión palpable. El propio Bruce, siempre un maestro del control emocional, parecía estar a punto de quebrarse. Su hija estaba en manos de desconocidos, y el espectro de sus enemigos, aquellos que lo odiaban a él y a la familia Wayne, se cernía sobre su mente como una nube oscura.
—La policía ya fue informada Están comenzando a organizar la búsqueda, pero... ya saben cómo es Gotham. No será fácil.—informó Dick, quien acababa de entrar en la sala con una expresión tensa.
Lois estaba sentada, sus manos entrelazadas fuertemente en su regazo, luchando por contener las lágrimas. Su sobrina, la pequeña Ariadna, estaba en peligro, y el pánico en su pecho crecía con cada minuto que pasaba.
—Espero que mi niña esté bien —murmuró Lois, casi en un rezo, mientras Clark le apretaba el hombro en un intento de consolarla.
—No vamos a esperar a que la policía lo resuelva. Nosotros también estaremos buscando. No vamos a parar hasta que la encontremos, sin importar lo que cueste.- Jason, recostado contra la pared con los brazos cruzados, observaba con una mirada oscura y fija. Su voz, grave y seria, resonó en la sala.
Todos asintieron, pero el peso de la situación era innegable. Estaban en una carrera contra el tiempo, y no había margen de error. No era solo una niña más. Era Ariadna Wayne, la pequeña que unía a ambas familias, y perderla no era una opción.
El ambiente, ya tenso, se rompió abruptamente cuando un golpe seco resonó en la sala, llamando la atención de todos. Los ojos se volvieron hacia los dos jóvenes, y lo que vieron dejó a todos atónitos: Jon había abofeteado a Damian. El aire se llenó de un silencio helado, y nadie podía creer lo que acababa de suceder.
—¿Qué demonios...? —Jason se enderezó, pero Clark lo detuvo con un gesto de la mano.
Jon, con los ojos brillando de determinación, se acercó más a su amigo, enfurecido por la actitud derrotista de Damian.

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El Legado Del Murciélago
FanfictionLa vida le tenía reservadas más sorpresas a Bruce Wayne, añadiendo una nueva responsabilidad a su vida cuatro años después de recibir una carta de su ex prometida. En ella, descubrió que tenían una hija juntos. Ahora, se encuentra en terreno descono...