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"Todo lo que vi fue lo que se suponía que debía ser"

(Jealousy, jealousy - Olivia Rodrigo)

(Jealousy, jealousy - Olivia Rodrigo)

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ESTABA SENTADA EN la sala privada de la biblioteca, rodeada de libros de química avanzada, un mundo que, para mí, era tan desafiante como intrigante.

Edward Cullen estaba a mi lado, su expresión enfocada mientras intentaba explicarme otra fórmula que ya entendía, pero me encantaba señalar que necesitaba más ayuda.

— Y entonces, si aplicas aquí la ecuación de la reacción química, verás que… — empezó, pero lo interrumpí con falsa confusión.

— Um, no sé si lo estoy entendiendo. ¿Puedes repetir? — pregunté, parpadeando hacia él como una niña inocente.

Se detuvo y me miró irritado.

— Sé que ya lo entiendes, Melanie. — su voz sonaba tranquila, pero había un atisbo casi palpable de ira.

Fingí no saber de qué estaba hablando y puse los ojos en blanco, haciendo lo mejor que pude para parecer genuinamente confundida.

— ¿Qué quieres decir? Sólo soy una estudiante dedicada que no entiende. — declaré, con toda la seriedad que pude reunir.

Puso los ojos en blanco y no pude evitar soltar una carcajada.

— Eres tan infantil a veces. — sacudió la cabeza, pero había una sonrisa involuntaria en sus labios.

— Tu novia no piensa eso, Eduardo. — respondí, en tono provocativo, levantando una ceja.

El cambio en su rostro fue inmediato. La tensión en el aire creció y pude ver que la irritación empeoraba en sus ojos.

— Hablando de Bella… — continué, recostándome en la silla, inclinándome hacia adelante de manera insinuante. — ¿Cómo es saber que coqueteo con ella, aunque seas su novio?

Se levantó abruptamente y su expresión se volvió más severa.

— Esto no es un juego, Melanie. — la frustración en su voz era clara.

— Oh, pero es muy divertido. — murmuré recostándome en la silla, con una sonrisa traviesa en mis labios, tratando de que pareciera que no estaba realmente preocupada por su irritación.

La burla fluyó de mí como si estuviéramos en una partida de ajedrez, cada movimiento cuidadosamente planeado para desestabilizarlo.

Edward sacudió la cabeza con exasperación, pero había algo en la mirada en sus ojos que me decía que no podía retirarse completamente del juego. Se acercó a la mesa, inclinándose un poco hacia adelante, y su expresión se hizo más intensa.

— Sabes que no es buena idea jugar con los sentimientos de la gente, Melanie. — dijo, con voz baja y firme, pero con un tono que llevaba una chispa de algo más profundo.

COMPAÑEROS; Edward C. Bella S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora