Moka aún se sentía como una turista en Seúl, sin embargo, la compañía de Minju había convertido cada lugar nuevo en una experiencia cálida. Esa tarde, habían quedado en encontrarse en un mercado tradicional lleno de vida y aromas deliciosos, y mientras caminaban entre puestos de colores, Moka no podía evitar sentirse un poco intimidada.
Moka: (sonríe tímidamente) - Este lugar es enorme... Nunca había visto tantos colores en un solo mercado. Me recuerda a algunos mercados de Japón, pero esto es diferente.
Minju: (con una sonrisa traviesa) - Te acostumbrarás. ¡Hoy voy a enseñarte a comer como toda una coreana! Hay muchas cosas que tienes que probar.
Minju la llevó de un lado a otro entre los puestos, comprando brochetas de pastel de pescado, tteokbokki (pasteles de arroz picantes), y otros platillos que, para Moka, eran completamente nuevos.
Minju:(sosteniendo una brocheta y extendiéndosela) -Empieza con esto, es pastel de pescado. Confía en mí, es delicioso.
Moka: (tomando el bocadillo con algo de duda) -¿Pastel de pescado? - [lo prueba y abre los ojos con sorpresa] - ¡Está... delicioso!
Ambas se ríen, y Minju aprovecha para pedir una bebida de frutas que tienen en un puesto cercano. Moka la observa, sintiendo una ligera calidez en su pecho mientras nota el entusiasmo y la alegría en los ojos de Minju.
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Mientras recorrían el mercado, Moka se sentía cada vez más cómoda. Estaba claro que Minju tenía un talento especial para hacer que cada momento fuera especial. Y, sin saber cómo, Moka comenzó a sentirse rara.
Minju: (se detiene y observa a Moka con una sonrisa) -¿Quieres ver algo más? Hay una tienda de peluches al final de esta calle. ¡Te va a encantar!
Moka (emocionada) -¡Sí! ¡Amo los peluches!
Al llegar a la tienda, Minju observa a Moka mientras esta elige cuidadosamente entre diferentes muñecos. Finalmente, la japonesa encuentra un conejito blanco con una bufanda de colores pastel y lo abraza con fuerza.
Minju (ríe suavemente) -Ese parece perfecto para ti. Te ves adorable con él.
Moka (sonrojada, sin saber cómo responder) -Gracias... tú eres quien me lo hizo encontrar.
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Se produce un pequeño silencio, uno de esos en los que ambas sienten que hay algo en el aire, algo que no pueden definir pero que las hace sentirse bien. Con sus manos juntas y una tímida sonrisa en sus rostros, regresan hacia el centro del mercado, compartiendo una bebida mientras disfrutan del atardecer.
Moka (mirando el cielo) -Minju, gracias por pasar el día conmigo. A veces... me siento un poco sola aquí, pero contigo... contigo me siento en casa.
Minju (sonriendo y tomando su mano con suavidad) -Siempre puedes contar conmigo, Moka. Estoy aquí para hacer que Corea se convierta en un lugar lleno de recuerdos felices para ti.
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Esa tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse y las luces del mercado se encendían una a una, Moka comprendió que había encontrado algo especial en Minju. Aunque todavía no podía ponerle nombre a ese sentimiento, sabía que cada momento juntas se volvía único, como un secreto compartido entre sus miradas y risas.
