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POV Fernanda

Cinco meses habían pasado desde la última vez que vi a Joao. yo ya casi no iba a las prácticas y, sinceramente, parecía más interesada en fiestas y salir con otras personas. Fue en ese tiempo que conocí a Mateo. A simple vista, parecía encantador, incluso divertido. Pero, por otro lado, también había escuchado demasiadas cosas de él como para no dudar un poco. "Red flag", me decían todos mis amigos, aunque hasta ahora, él había sido completamente normal conmigo. 



Además, estaba muy enfocada en mi. En esos meses también adopté a Jazmín, una cachorrita que me recordaba a mí misma, o al menos eso decían todos.


Esta noche, Mateo me había invitado a una fiesta con su grupo de amigos. No quería ir sola, así que le pedí a mi mejor amiga, Abigail, que me acompañara. Sin embargo, ella no estaba nada convencida. Desde el inicio, Abi decía que Mateo no le inspiraba nada de confianza, que era una mala idea seguir saliendo con él.


—Fernanda, te lo digo de nuevo, si sigues con él, probablemente vas a terminar arrepintiéndote —me advirtió, mirándome con esos ojos de "me vas a dar la razón eventualmente".


—Es solo un chico, Abi, no pasa nada —respondí, restándole importancia.


—A veces siento que quieres jugar con fuego, y en algún momento te vas a quemar —me respondió con una sonrisa ligera, aunque el tono de preocupación en su voz era claro.


Ya estaba terminando de prepararme. Me sentía agotada de decidir qué ponerme, pero finalmente elegí un vestido negro con la espalda descubierta y un maquillaje sencillo. Abigail solo sonrió y bromeó:


—Te queda todo perfecto, deja de darle vueltas. —Solté una risa y me di cuenta de que, en el fondo, agradecía tener a alguien como ella conmigo.


Cuando llegamos a la fiesta, Abi y yo nos sentíamos un poco incómodas. El lugar estaba lleno, y el grupo de amigos de Mateo se veía más interesado en rodearse de chicas que en socializar con nosotras. Sin embargo, Mateo no aparecía por ningún lado. No era la primera vez que hacía algo así, y estaba empezando a acostumbrarme.


Finalmente, después de unos minutos, lo sentí acercarse. Puso sus manos en mis hombros, y su aliento apestaba a alcohol.

𝑳𝒂𝒛𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝑨𝒕𝒓𝒂𝒆𝒏 - 𝑱𝒐ã𝒐 𝑭é𝒍𝒊𝒙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora