9 de febrero

28 4 0
                                    

—Kikiiiii — fue lo primero que escuchó Chiara al entrar a la habitación del hotel —¡Hellooo girl! — Álvaro fue hacie ella y la abrazó con tanta fuerza que le levantó los pies del suelo. — ¡Bienvenida al club de los expulsados de la Academia de Operación Triunfo!

Bromear con sus traumas era tan típico de él que Chiara no pudo evitar reírse.

— Trauma, trauma, trauma...— Canturreó Salma mientras se lanzaba a la cama.

Estaban en un hotel en Murcia, esperando que apareciera Omar con la cena. Al día siguiente tenían las firmas de OT, y la emoción mezclada con el cansancio se palpaba en el ambiente.

Desde que Chiara había salido de la Academia, había sido un no parar: de Barcelona a Menorca, de Menorca a Murcia y luego de Murcia a Madrid, para volver a Menorca en unos días. Todavía no había tenido tiempo de asimilarlo todo, pero confiaba en que poco a poco su cabeza lo fuera procesando mientras hacía lo mejor que podía.

— ¿Cuánto falta para que venga Omar? — preguntó Salma, acomodándose mejor en la cama.

— Debe estar por llegar, se fue hace como media hora — contestó Álvaro, tomando asiento en una silla frente al espejo. — ¿Sabéis cuantas horas serán mañana?

— No lo han dicho, como sean más de tres horas me muero — la malagueña se estiró en la cama con un quejido.

— La última vez estuvimos tres horas y media — respondió la menorquina, sonriendo al recordar las últimas firmas con mucho cariño. Fue muy especial sentir la energía de la gente tan cerca por primera vez luego de pasar dos meses y medio encerrados sin contacto. Aunque estaba agotada por no haber podido dormir bien desde el lunes pasado, tenía muchas ganas de la firma y de volver a conectar con la gente que iba a verlos.

— Pues no sé si aguanto, sinceramente — suspiró Álvaro.

A los pocos minutos llegó Omar con la comida y Chiara se abalanzó sobre él en un abrazo. Lo había echado tanto de menos, Omar tenía una energía contagiosa, y desde el principio habían tenido una conexión especial que hizo que la menorquina lo echara en falta dentro de la Academia.

— Esto es de Rus — dijo Chiara al soltarlo y le entregó una carta que Ruslana le había escrito. Vio como la sonrisa tímida de Omar se expandía mientras sujetaba la carta y la abrazó con más fuerza.

— Rus... qué sorpresa — comentó Salma desde la cama, divertida.

— ¡Cállate! — respondió Omar, dándole un beso en la cabeza a Chiara. — Gracias Kiki.

— Pobre Kiki, no se entera de nada — añadió el pisciano mientras se observaba en el espejo y se arreglaba el cabello.

— ¿De qué me tengo que enterar? — preguntó Chiara, un poco incómoda. Algo parecía estarse escapando, pero no tenía idea de qué.

— De nada, Kiki. Muchas gracias por la carta, ojalá pudiera enviarle una a Rusli yo también — dijo Omar con un toque de nostalgia mientras abría la caja de pizzas y empezaba repartir. — Comed, que se enfría.

Comieron entre bromas y risas, mientras le iban poniendo al día sobre un poco más de la vida fuera de la Academia. Para Chiara, salir había sido como dar un salto al vacío y tener que reconstruir su vida desde cero. Una vida completamente distinta a la que recordaba. Un quiebre de la rutina, de la gente que la rodeaba, de los lugares a los que concurría. Un quiebre en la privacidad y los deseos. Porque nunca había suficiente privacidad y no siempre se podía cumplir lo que deseaba. Pero en momentos como ese, rodeada de sus amigos, se daba cuenta de lo importante que era tenerlos cerca en esta nueva etapa. No podía ni quería perder ese vínculo.

los cristales y la luna - kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora